R ecientes noticias dan cuenta de la escandalosa cifra de 180 000 fracasos escolares en el año lectivo 2016. Pero ¿de quién son los fracasos? Por desgracia, muchos dirán que son de los estudiantes, pero la realidad es que los fracasos no son de otro más que del sistema educativo arcaico que impera en nuestro país y de los propios docentes. Resulta que los docentes son personas que están educando a una generación totalmente diferente a la de ellos. Lo primero que tienen que hacer es comprender a esta nueva generación (la Generación Y), mejor conocida como ‘Nativos Digitales '. Ya no se puede andar con los métodos ‘metemiedo ' y mucho menos con la utilización de métodos coercitivos antiguos. Hay que ir a la velocidad de estos muchachos que se nutren de una educación masiva, sin filtros ni discriminación, que les llega a través de las redes sociales. El fracaso de estos estudiantes debe servir como un llamado de atención y el Gobierno debe llamar de inmediato a un análisis profundo para abordar este delicado tema. Y es que el nuevo año escolar tiene que afrontarse con nuevas técnicas, poniendo por delante el aprendizaje de los niños, no la búsqueda de su fracaso. Duele ver cómo estas cifras nos estallan en la cara y duele más cuando no vemos un movimiento para solucionarlo. ¿De qué sirve fracasar al estudiante? Este niño ‘fracasado ' es un número más hacia la alta población de muchachos considerados ‘ninis ' (ni estudian ni trabajan) y eso no es halagador para ningún país. Urge hacer algo, porque el fracaso es también de nuestra sociedad.

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