Cambios obligatorios

Panamá es un país que obligatoriamente tiene que pasar por un cambio constitucional, si quiere entrar en la senda del desarrollo. Muchos pregonan la necesidad de atender primero el tema de la justicia, pero esto va de la mano por establecer los contrapesos necesarios hacia las imposiciones del Ejecutivo. En pocas palabras, de nada sirve atender una nueva fórmula para seleccionar magistrados, si la Asamblea, que los ratifica, es un brazo ejecutor del Ejecutivo. Así las cosas, los cambios tienen que partir de una Asamblea representativa no por pobres o ricos, sino por gente intelectualmente capaz. Si los diputados se eligen en circunscripciones más grandes, como provincias o nacionalmente, los electos serán personas con mayor capacidad intelectual que los caciques de áreas que se escogen hoy. Quienes se oponen a cambiar los circuitos, aduciendo que la plata es la que va a dominar la selección, no toman en cuenta que ese mismo argumento es el que se pregona hoy. Los que sí no van a ser electos en una circunscripción provincial o nacional son los candidatos acostumbrados al clientelismo, esos mismos que se gastan miles de dólares en una campaña y que luego esperan recuperar cuando llegan a la curul. La Constitución hay que cambiarla y es necesario este paso para poder enrumbar el país. Hoy no hay liderazgo ni para reformas ni constituyente y el Gobierno que viene, tiene que emprender este proceso, de lo contrario, estará estancando el país. No se puede seguir con un modelo político obsoleto, que lo que hace es llevar a la sociedad hacia el despeñadero.