Es indudable que la era digital deja expuestos a todos en el mundo. Por más leyes que protejan la privacidad, la exposición de los ciudadanos es tal que su intimidad es vigilada por sofisticados aparatos que están en manos de algunos inescrupulosos. Ahora bien, en los últimos años el mundo ha visto cómo filtraciones de documentos, obtenidos de forma ilegal, terminan conmocionando nuestras sociedades. Se trata de información de interés público que describe conductas irracionales, irregulares e ilegalidades de personas a las que se les confió el manejo de la nación o de instituciones de gran importancia para la sociedad. Desde los WikiLeaks hasta los chat de Telegram, revelados en Brasil, donde el famoso juez Moro se confabuló para meter preso al expresidente Lula. Desde los “Panama Papers” hasta los chat de Telegram que tumbaron a Rosselló en Puerto Rico... Hoy Panamá se sorprende por los chat de un teléfono del expresidente Varela que revela cómo se confabulaba con la procuradora Kenia Porcel para impedir que el propio Varela, sus amigos Lasso, Duboy y otros, fueran procesados por estar implicados en el caso Odebrecht. Cómo se confabuló Varela con el exembajador Feeley para destruir a la familia Waked y cómo se hacían negociaciones para favorecer con contratos a los amigos. La sociedad está en “shock” y todavía no termina de procesar la cantidad de información filtrada. De lo que no cabe duda es de que el Ministerio Público actual carece de toda autoridad moral para realizar cualquier investigación y sus regentes deben saberlo. Se necesita sanear el Ministerio Público, para realizar una verdadera investigación de este y todos los casos y que se le devuelva la credibilidad a la justicia panameña.

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