• 24/05/2021 00:00

Policía Nacional

“[…] Medina pudo ser víctima de los que quieren seguir manejando la Policía al servicio de otros y no de “proteger y servir” a los ciudadanos”

La situación de la Policía Nacional es delicada. Los últimos meses hemos observado un incremento en capturas de drogas y desarticulación de la banda más peligrosa del país, la Bagdad, que, según información de inteligencia, era la que gerenciaba desde Panamá todo el tema de la droga con los carteles extranjeros. La última acción de la Policía giró en la desarticulación de una banda compuesta por civiles y funcionarios que se dedicaba al robo de autos en el país, además de la captura del conocido “Patrón de Boca La Caja”, por quien se ofrecía una recompensa de 25 mil dólares. La destitución del comisionado Gabriel Medina Delgado, por el mensaje de solidaridad a la Policía de Colombia, queda minimizada, cuando se compara la acción policial desde que Medina tomó el mando de la Policía Nacional. Cierto es que Medina, como responsable, sobrepasó el mandato constitucional y bien cabe su destitución. Mas, ese mensaje de solidaridad se queda chico con las violaciones a la libertad de expresión que cometió su antecesor y los abusos contra los ciudadanos y no pasó nada, por el contrario, se le respaldó. El presidente de la República tiene que prestar oídos a otras voces en materia de seguridad y no ser presa de los conflictos e intereses internos dentro de la Policía, donde funcionan clanes de toda clase, incluyendo los que están cooptados por los barones de la droga. Debe nombrar un nuevo director que siga con esa política contra los carteles, bandas y pandillas y, al mismo tiempo, que sanee la entidad por dentro, porque Medina pudo ser víctima de los que quieren seguir manejando la Policía al servicio de otros y no de “proteger y servir” a los ciudadanos. ¡Así de simple!

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