• 25/09/2016 02:00

Comida saludable en colegios particulares

‘... debemos... invertir en asegurar una alimentación sana... '

Cuando se analizan con minuciosidad las gestiones que se realizan actualmente en torno a proyectos de ley y decretos normativos para regular la venta de alimentos en centros escolares, se observa que las autoridades están convencidas de los perjuicios que causan los ambientes malsanos en quiosco y cafeterías escolares. Sin embargo, como la discusión se ha centrado principalmente en escuelas públicas, consideramos oportuno incluir a los colegios privados para que también allí se regule la venta de alimentos hipercalóricos y dañinos.

Los quiosco, restaurantes y cafeterías de colegios privados tienen diversas formas de operar. Sin embargo, el mecanismo que más prevalece es el de las concesiones a un tercero, donde a través de un contrato se establecen los acuerdos entre las partes. Lastimosamente, estos contratos son meramente acuerdos comerciales donde solo impera el criterio mercantilista y nunca se considera el objetivo real de una cafetería o restaurante, que es alimentar a los estudiantes que tienen altas demandas energéticas y nutritivas. Los estándares de calidad y las especificaciones de nutrición de los alimentos no son siquiera incluidos en estos acuerdos, a pesar de la presión y denuncias de padres de familia y estudiantes que conocen sobre las elevadas cifras de obesidad infantil que existe en Panamá.

Y al disgregar los términos de estos contratos, la mayoría es por tiempos definidos arriba de los tres años, en parte debido a que el concesionario debe hacer inversiones en infraestructura y contratar mano de obra. Además, los contratos establecen cláusulas de exclusividad donde se limita el número de proveedores para vender alimentos. Esta práctica anticompetitiva es, además y sobre todo, antisaludable porque ningún concesionario responsable y moralmente comprometido con la salud de sus clientes incluiría cláusulas en estos contratos que contravienen los estándares de salud y conscientemente ofrecen alimentos hiperprocesados y comida chatarra que no son aptos para el consumo humano.

Muchos colegios y asociaciones de padres de familia se sienten ‘amarrados ' por estos contratos, al no poderse disolver antes de su vencimiento. Y, a pesar de que el servicio y la calidad de los alimentos son pésimos, no se atreven a actuar, debido a las multas que enfrentarían, si osan en demandar.

Y sumado a esta mala práctica, tenemos lo relacionado a la influencia que tienen las empresas embotelladoras en la cadena de suministros de alimentos en colegios particulares. En algunos, por ejemplo, ofrecen patrocinios monetarios y/o de insumos o enseres, a cambio de la firma de contratos de expendio de bebidas por períodos no menores a un año (a veces hasta cinco años), donde también contemplan cláusulas de exclusividad en sus contratos. Esta práctica les permite promocionar sus marcas con los estudiantes en todas las actividades del colegio. Solo basta participar de eventos familiares, ferias, desfiles y ligas deportivas para percibir el nivel de patrocinio de una embotelladora, a través de su branding y acciones de mercadeo.

Por eso, es realmente alentador que hayan calado los esfuerzos que realizan las autoridades para frenar estas prácticas en escuelas oficiales. Pero ¿por qué no hacerlo extensivo a todos los colegios del país? El derecho a la salud debe ser igual para todos y todos los estudiantes de Panamá deben poder disfrutar de ambientes saludables en sus colegios. Existen actualmente colegios privados donde ya está prohibido el consumo de sodas, pero, lamentablemente, todavía es permitida la venta de establecimientos de comida rápida, como pizzas, hamburguesas, salchichas, papas fritas y picaritas (doritos, nachos, meneítos, etc.).

La verdad es que si queremos tener en el futuro una masa laboral inteligente y productiva, con energía y fuerzas para trabajar, debemos primeramente invertir en asegurar una alimentación sana para toda la juventud que hoy sufre de enfermedades no transmisibles (hipertensión, diabetes, cáncer y obesidad). Igualmente, las autoridades deben cuanto antes iniciar un proceso de adecuación de leyes y normas para promover el bienestar de la población y regular la venta de alimentos dañinos en colegios públicos y privados. Porque solo así podremos poner freno a la epidemia de enfermedades crónicas prevenibles en Panamá, ¡y qué mejor lugar para iniciar que las cafeterías y quiosco escolares!

*EMPRESARIO, CONSULTOR EN NUTRICIÓN Y ASESOR EN SALUD PÚBLICA.

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