• 09/03/2011 01:00

Corrupción a la panameña

En su curiosa forma de ver la vida, para los franceses el verdadero pecado en el escándalo de su Compagnie Universelle fue que sus propi...

En su curiosa forma de ver la vida, para los franceses el verdadero pecado en el escándalo de su Compagnie Universelle fue que sus propios diputados ‘se dejaron sobornar’ para aprobar la lotería del Canal, en una suerte de CEMIS decimonónico. Así nació su expresión de ‘hacerse un Panamá’, sobre la mega—corrupción. A diferencia de allá, donde se perdió la confianza en la clase política, el primer ministro Georges Clemenaceau perdió su puesto, hubo bancarrotas, suicidios, etc., aquí ‘no pasa nada’, al ver otros episodios de una misma e interminable telenovela.

Sin embargo, no fue esa la primera noticia recibida en Europa de nuestra peor enfermedad ambiental, más endémica históricamente que las enfermedades tropicales: en el Archivo de Indias de Sevilla consta correspondencia describiéndola casi científicamente. En 1527 don Gil González de Ávila documentó que habían cesado sus dificultades previas en obtener los permisos oficiales para hacer casi cualquier cosa en Panamá la Vieja, al comprarle al octogenario Pedrarias Dávila ‘un negro volteador y concertándose en que el dicho gobernador recibiese por él 300 castellanos, no valiendo ciento’.

Era una subasta pública, por lo que no hay duda de la legalidad de una picaresca que ha evolucionando hasta nuestros días: ahora pareciera estar en 4 veces ese factor multiplicador.

Es lo que sugiere la ‘compra’ del Corredor Sur, aunque no estemos obligados a efectuarla. No será la mejor decisión del presidente Ricardo Martinelli, quien la negoció directamente, el desembolsar virtualmente $480 millones por algo que costaría $100 millones (a precios de la autopista licitada a Boquete), pero sí es legal. Así, en vez de que ICA tenga que esperar las décadas que aceptó en su contrato, nuestra Empresa Nacional de Autopistas le adelantará de un solo porrazo el reembolso total de su inversión (más una ‘ganancia razonable’). Adicionalmente, los usuarios les ahorraremos a los mexicanos los gastos de un mantenimiento que irá aumentando progresivamente a medida que envejece la vía. Y los ingenieros opinan que tendremos que rehacer el viaducto marino, por horrores en su diseño. Todo lo cual hace matemáticamente imposible el canto de sirena de que será gratuito en 10 años, sin aumentar el peaje.

Pero sí peca el ministro de Obras Públicas al no publicar ese Memorándum de Entendimiento, porque es un documento público que la Constitución y la Ley de Transparencia le mandan divulgar en no más de 30 días de solicitado.

*INTÉRPRETE SIMULTÁNEO Y TRADUCTOR OFICIAL.

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