• 20/03/2011 01:00

Constituyente

S oy parte de una generación de personas que cree firmemente en que, para lograr el desarrollo integral del país, es necesario que se de...

S oy parte de una generación de personas que cree firmemente en que, para lograr el desarrollo integral del país, es necesario que se den cambios objetivos y profundos en las estructuras y realidades administrativas, cognoscitivas, conductuales, económicas, espirituales, jurídicas, morales, políticas y sociales de la República de Panamá, especialmente de todos sus habitantes.

La historia constitucional panameña de la era republicana demuestra que la redacción y aprobación de las constituciones y sus reformas no han sido precisamente el resultado de acuerdos o consensos nacionales basados, ciento por ciento, en la observancia y respeto de los derechos e intereses de todos los habitantes.

Ciertamente, todo no ha sido malo o inconveniente en el desarrollo constitucional panameño, si tenemos en cuenta la adopción o incorporación de valiosos conceptos tomados del liberalismo, el socialismo, la ideología del pacto social y los movimientos d e derechos humanos, principalmente.

Es importante enfatizar que las constituciones y sus reformas en buena parte son el reflejo de una cultura decadente mediatizada por la falta de claridad y compromiso con la ‘democracia plena’ y la ‘legitimidad gubernamental’. Es decir, la verdadera democracia es más que procesos eleccionarios y la verdadera legitimidad gubernamental es más que las decisiones de las autoridades competentes. Esta cultura, que también se conoce como la ‘cultura del ripio, parche o relleno’, ha permeado al derecho constitucional panameño, y, en términos generales, entorpece el fiel cumplimiento de los fines del Estado, porque tenemos un sistema que históricamente está desahuciado por estar estructurado sobre las ideas e intereses de aquellos que circunstancialmente ostentan el poder. En definitiva, se trata de un germen distorsionador y destructivo de la democracia que debe ser prevenido, desalentado y erradicado.

No cabe duda de que el Gobierno Nacional tiene las mejores intenciones en dotar al país de nuevas y mejores normativas constitucionales; sin embargo, si se hace uso de los métodos de la ‘cultura del ripio’, descrita en líneas anteriores, no estaríamos actuando con un enfoque democrático, estadista, modernista, participativo, progresista, sostenible, sustentable y vanguardista.

Por lo antes expuesto, invito al Gobierno Nacional, con la debida consideración y respeto, que reenfoque su iniciativa, convocando a una Asamblea Constituyente Paralela, en los términos de la Constitución Política vigente, para que sea el pueblo panameño el que, mediante sus constituyentes elegidos, discuta, diseñe y apruebe la nueva Constitución Política que necesita y merece el país, lo cual dará más credibilidad, fortaleza y popularidad al Gobierno.

*ABOGADO Y LOCUTOR.

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