• 23/03/2011 01:00

Soluciones incompletas o medidas coherentes

E xisten miles de problemas que la capital ha heredado en materia de transporte urbano. Algunos quedan siempre pendientes, pero en más d...

E xisten miles de problemas que la capital ha heredado en materia de transporte urbano. Algunos quedan siempre pendientes, pero en más de un caso la medicina ha sido inocua o peor que la enfermedad, porque se olvidan que por lo general son varias las causas que originan el caos vehicular, de suerte que de poco vale solucionar un solo aspecto del problema e ignorar los demás.

El tema del transporte en nuestra ciudad ha sido políticamente sensitivo e históricamente complejo. Nuestros problemas urbanos surgen, entre otros, por un crecimiento horizontal, carencia de amplias avenidas internas y escasas vías de comunicación al interior, inadecuada reglamentación de desarrollo urbanístico, aumento desenfrenado del parque automotor, y un incoherente sistema de transporte público. En el pasado se ha tratado de resolver, sin éxito, al menos dos de esos problemas.

En primer lugar, se construyeron puentes elevados en cruces críticos: en la Martín Sosa y vía España; en la intersección de la Transístmica y final de la Tumba Muerto; en el antiguo Monumento a la Madre. Pero, tratándose de pasos elevados para tránsito en una sola dirección, lo único logrado fue trasladar el tranque vehicular a la siguiente intersección, dejando sin resolver los tranques causados por giros a derecha o izquierda en cada puente elevado.

También se construyó la flamante y espectacular Cinta Costera con la intención de poder desalojar con fluidez la circulación matutina y vespertina hacia la ciudad y hacia las afueras. Pero en ambas extremidades de la Cinta, y durante horas pico, ha resultado un desquiciante embudo, porque no se planificaron adecuadas entradas y salidas cónsonas con la capacidad especificada para el tráfico en esa vía.

En segundo lugar, hubo varios fracasos al intentar resolver la calamidad que históricamente ha sido el transporte público colectivo. Recordamos los famosos CUTSA que, en menos de lo que se persigna un ñato, pasaron de flamantes autobuses españoles recién llegados, a ignominiosa chatarra inservible en un basurero de Panamá Viejo. También recordamos los préstamos del Banco Nacional que, contra prudentes advertencias, se hicieron a transportistas para la renovación o rehabilitación de sus decrépitos diablos rojos, que terminaron como cuentas malas e incobrables, sin ninguna mejoría para los usuarios en las calles.

Y todo ello porque en ambos ejemplos —y también con el abortado Transmilenio— se consideró que bastaba con solo solucionar un eslabón de la cadena, olvidando los demás. Por no visualizar una solución integral, de nada valió tratar de resolver solo un aspecto, porque los otros problemas subsistieron y hasta aumentaron. El problema de tranques en las intersecciones no se soluciona con pasos vehiculares en una sola dirección, si se deja sin resolver la circulación en todas las direcciones. El problema de la Cinta Costera no se resuelve, mientras no se resuelva el embudo a ambos extremos. El problema del transporte colectivo no se resuelve en tanto no se ponga orden a la propiedad y administración del equipo rodante y se implante un régimen laboral sano para todos los que trabajan en esa actividad.

Por eso, quiérase o no, es justo reconocer que el sistema del Metrobús, que apenas comienza a dar sus primeros pininos, puede resultar preferible al cambio de equipo de los diablos rojos por CUTSA. O por el Transmilenio que, gracias a Dios, no despegó y que hubiese podido ser un derroche de dineros, por haber tratado de ignorar experiencias vividas.

No adelanto juicio sobre el otro sistema de transporte urbano, el Metro, porque allí está todo por verse; pero considero que los planes para resolver la enloquecedora congestión urbana, mediante el llamado Plan de Reordenamiento Vial parecen sensatos, porque con su diseño se intenta hacer fluida la circulación en todas las direcciones en ciertas intersecciones críticas y también para lograr fluidez en toda la extensión de vías claves de Norte a Sur, como el caso de vía Brasil desde vía Israel hasta la Ricardo J. Alfaro.

Ojalá concluyan satisfactoriamente estas mejoras, porque nos harían algo menos difícil el diario vivir de los capitalinos.

*EX DIPUTADA DE LA REPÚBLICA.

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