• 11/06/2011 02:00

La metáfora del Silencio; él no tiene quien le escriba...

É l, está irritable, nadie le escribe, ni le habla, todos le temen. Un silencio sepulcral domina el reino de Istmania. Él silencia a la ...

É l, está irritable, nadie le escribe, ni le habla, todos le temen. Un silencio sepulcral domina el reino de Istmania. Él silencia a la prensa, radio y televisión, él no admite críticas. El Internet está censurado y las redes sociales desaparecen, la incomunicación es absoluta. Solo el susurro de las voces clandestinas protestan de manera invisible.

Él se desespera, en su egolatría solo su espejito le dice sí a los caprichos, es como la misteriosa cabeza de bronce, sabia y encantada que a todo responde sí, en la famosa aventura de Don Quijote en Barcelona.

La soledad lo abruma, ya nadie cierra las calles, la policía militarizada después de Changuinola y Tocumen impone el terror.

La guardia pretoriana tiene derecho a matar, procede con inmunidad e impunidad, está por encima de la ley. Actúa como la SS de Hitler.

La hoguera de la inquisición acalla cualquier protesta. Istmania es un paraíso de fantasmas, como el pueblo de Comala de Juan Rulfo.

Pero él necesita alguien que se le oponga, así puede imponer la autoridad absoluta, le urge un Ebrahim, Mauro, Miguel Antonio, Ramón, que le permitan violentarse, pero ellos ya no están, sufren del ostracismo. El silencio lo enloquece, la depresión es abismal.

En Istmania impera la dictadura del miedo. El silencio habla y muchas veces, el grito del silencio es aterrador. Él es el innombrable. Horribles pesadillas lo acosan, las voces desesperadas de los adolescentes de Tocumen se multiplican en miles de ecos, él como ‘el Supremo’ de Roa Bastos alucina.

Hamlet es consciente de su drama, la locura es trágica. Don Quijote es un loco cuerdo, pero él no tiene conciencia de nada, la arrogancia lo obnubila. Él está vacío, existencialmente, sin alma.

El clamor popular, en el 2014, lo obliga a renunciar, en realidad, desde hace mucho tiempo, su soberbia lo derrotó.

Él es un rehén de su lengua y de sus impulsos, y en analogía a la minería de sordos de Saúl Bellow algunos de los dolores más vivos que sentimos se deben al silencio que reina en la más profunda mina que excavamos en nuestro interior.

La ciudadanía militante, en el 2014, convoca a una Asamblea Constituyente y elige un mandatario sin los atavismos políticos del corrupto ‘cambio de las zapatillas rotas’, ese trágico acontecer es solo un periódico de ayer. Vivimos la épica de la esperanza.

En Istmania todo es alegría en el 2014. La algarabía popular sepulta el silencio, el innombrable desaparece en un infierno dantesco, ahora sí se habla y se escribe inspirados en la libertad quijotesca. Cervantes sonríe... ¡y yo también!

*EL AUTOR ES UN LOCO ESCRITOR.

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