• 18/06/2011 02:00

La Segunda Vuelta Electoral

La mayoría de los países de América Latina comparten en términos generales forma de gobierno, sistemas e instituciones, que se nutren de...

La mayoría de los países de América Latina comparten en términos generales forma de gobierno, sistemas e instituciones, que se nutren de una raíz histórica jurídico—institucional y sociocultural común. Después de un periodo marcado por dictaduras militares en la región, en los últimos veinte años se ha restablecido la democracia y se ha reafirmado la competencia electoral como la vía legítima socialmente aceptada para el acceso y renovación del poder.

La figura presidencial es la institución que domina en gran parte el espacio político latinoamericano y su elección ocupa un lugar preponderante, según Dieter Nohlen ‘la mentalidad política en estos países se orienta por completo al Ejecutivo y su elección’.

En 1979 solo dos países en esta región, de dieciocho con sistema de gobierno presidencial, contemplaban el sistema de Segunda Vuelta Electoral; actualmente existe en trece países. Las razones principales que han llevado a que la Segunda Vuelta Electoral sea adoptada en los sistemas presidenciales latinoamericanos son dos: primero, para tratar de dar una respuesta constitucional tendiente a maximizar la legitimidad de origen del titular del Poder Ejecutivo para afrontar situaciones de gobierno dividido; y segundo, como un elemento centrifugador ante la tendiente fragmentación del sistema de partidos.

En estricto sentido, se trató que la elección presidencial alcanzara una especie de modelo ideal: donde el presidente obtiene una amplia legitimidad electoral, y su partido obtiene igualmente, o la mayoría absoluta en el Congreso o la suficiente para coordinar los cambios que a nivel legislativo el Ejecutivo desea hacer con el menor desgaste posible respecto a la negociación política con otros partidos.

No obstante, los efectos de la Segunda Vuelta Electoral son cuestionables, porque a la luz de los años los resultados han mostrado que tiende a operar en sentido contrario a los objetivos para los que se adoptó.

La elección presidencial en dos vueltas en países latinoamericanos, caracterizados por graves contrastes y tensiones sociales, y una historia marcada por una tendencia al autoritarismo de los detentadores del Poder Ejecutivo, contiene riesgos considerables: los presidentes elegidos en segunda vuelta ‘pronto se olvidan de la posición minoritaria con que contaban en la primera vuelta y se ven a sí mismos como genuinos representantes de la voluntad popular’. Significa confundir la legitimidad de origen (electoral), con la legitimidad de ejercicio.

Los presidentes tienden a sujetarse a la primera y a generar procesos que pueden derivar en estados de ingobernabilidad. La Segunda Vuelta Electoral ha tendido a producir gobiernos divididos, pues es en la primera elección donde se configuran mayorías legislativas, y por lo regular no la obtiene el partido del futuro presidente que se elige en la segunda vuelta. Los procesos de negociación del presidente con las diversas fuerzas políticas representadas en el Parlamento tienden a ser ásperas, con pocos incentivos y magros resultados.

En nuestro país, el actual gobierno abanica la propuesta de una segunda vuelta electoral presidencial. Ante el actual contexto político y social en nuestro país, resulta importante evaluar la experiencia latinoamericana al respecto y señalar las vicisitudes que encierra.

En este articulo se trata de promover un debate que gire en torno a tres cuestiones centrales: ¿cuáles son las ventajas, límites y consecuencias de la adopción de este sistema electoral?, ¿la Segunda Vuelta Electoral es realmente un elemento que fortalece las democracias presidenciales o las debilita?, ¿cuáles serían los alcances de una reforma constitucional o legal en este sentido en Panamá?

Los argumentos presentados por los voceros del gobierno y del partido Cambio Democrático giran en torno a la idea de que la implantación de la Segunda Vuelta Electoral ha llevado a confundir la legitimidad democrática y limitarla a la expresión popular a través de los sufragios, lo cual es totalmente erróneo.

*DOCENTE UNIVERSITARIO.

Lo Nuevo
comments powered by Disqus