• 14/09/2011 02:00

Calladitos se ven mejor

ESPECIALISTA DE LA CONDUCTA HUMANA.. N o creo que estemos tan cansados de la absurda politiquería recordando lo que alguien una vez dij...

ESPECIALISTA DE LA CONDUCTA HUMANA.

N o creo que estemos tan cansados de la absurda politiquería recordando lo que alguien una vez dijo: ‘El panameño desayuna, almuerza y cena política’. Esta frase me pone a pensar que esta próxima contienda electoral será bastante interesante. Todos tenemos nuestras fallas y fallamos en el camino que Dios nos ha trazado. ¿Por qué? Porque nadie es perfecto. ¿Juzgar? Juzgar solo le corresponde a Dios. Evitemos caminar con navajas en el alma, eso es vivir en decadencia, entre lágrimas y errores, entre insultos e infamias y ataques personales.

Lo anterior lo quiero ligar con aquella alianza que se desvaneció y que no llegó a un final feliz. Hubo errores, pues sí. Y, ¿qué? Lo que dignifica es reconocer los errores. Y, si no lo reconocemos acabamos cometiendo más errores, cuando en su lugar podríamos estar aprovechando esta situación para aprender de lo ocurrido, dejarlo atrás y continuar nuestro rumbo. El panameño no vive de una alianza entre partidos, no vive de una grabación y tampoco vive de una segunda vuelta, el panameño vive del día a día, con la esperanza de una mejor calidad de vida en alimentación, educación, salud, transporte y oportunidades.

¿Por qué los insultos y la burla después de lo acontecido? Sencillo. Esto, es propio de gente que anda trasteando por el mundo con navajas en el alma. Que por conflictos internos no resueltos, viven con tal frustración, que su desquite es para con otros. Son aquellos y aquellas que creen tener la verdad absoluta en todo. Gente con sentimientos perversos. Haciendo daño. Gente que todos sabemos quiénes son y que suelen estar cerca del presidente de mi país y que pegados a una red social y medios televisivos, impresos y hablados, se regordean con la mentira y la burla. A ellos les digo esto: ‘Si supieras el costo emocional tan alto que te estás imponiendo, tal vez por tus inseguridades y miseria humana. ¿Qué deseas? ¿La aprobación pública? Pues, déjame decirte que con tu malacrianza no lo vas a lograr. Recuerda que el panameño suele cobrar factura. Solo dale una miradita a la última encuesta’.

Todos nos equivocamos. Pero la grandeza del error radica en rediseñar el evento, aprender de eso y seguir el rumbo, pero el rumbo correcto. No insistas en golpearte más la cabeza y mucho menos en golpearle la cabeza al que hoy está en las malas; si sigues así, no has aprendido la lección y, si es otro, de otro partido que no es el tuyo, el que gane las próximas elecciones, prepárate a andar por la vida con grilletes en el alma, de tumbo en tumbo. Recuerda, que lo malo que hiciste hoy, se te devuelve y peor de como tú lo hiciste.

Voy a concluir esta parte diciendo que hay gente experta en la rambulería y el cinismo. Y esto no tiene nada que ver con los diplomas que tengas ni con el dinero que tengas, ni qué posición tengas en tu vida profesional, ni tampoco tiene que ver con el partido al que perteneces, ni qué gestión haces en este gobierno. La vida se compone de aciertos y errores, y no estás exento ni exenta de ninguno de ellos. Ahora estás en la cima, mañana quién sabe dónde estarás. Todo lo malo se te devuelve. Espéralo y verás...

Otro asunto a tratar, es este ‘¡TE LO DIJE!’. Pero, ¡por Dios! Tengamos cuidado con nuestras palabras y aunque tengamos razón, a estas alturas de la película, es mejor ni decirlo. Y, te lo explico de esta manera: Panamá es como una especie de restaurante asequible donde encuentras comida de diversos olores y sabores que a veces terminas —por tu gula de creerte que estás en la cima— por degustarlo todo, acabando con una insoportable indigestión a causa de tus ganas de comer un pocotón de todo. En otras palabras, es como tener a diario un restaurante inmenso de ideas y creencias que a las finales no ayudan en nada. Lo verdaderamente importante a la hora de enfrentarte con un menú de este tipo es saber reconocer qué sabores son los que te resultan agradables y cuáles tienen un efecto repugnante en tu conciencia. Tú eliges. Porque si no eliges correctamente, entonces el común de los mortales que vive en tu país se encargará y de la manera más sutil de susurrarte en el oído: ‘Te lo dije’.

La vida es más que palabras y equivocaciones, es más que menús y opciones a tomar, y el que no ha tenido el placer de errar, tampoco ha tenido ansias de vivir. Lo negativo de esto, es cuando tropiezas de nuevo con la misma piedra, una y otra vez y, te explico haciendo alusión al orgullo tóxico: en un principio el orgullo puede ser positivo, algo que te estimula a salir de la crisis cuando te tratan injustamente. Pero también puede ser negativo, perjudicial para tu vida, porque te lleva a no aceptar cambios y mejoras e incluso te puede llevar al aislamiento, cerrándote las puertas de un portazo. Ese orgullo tóxico es el que debes desechar.

Y, ¿por qué? Porque el orgullo tóxico, ese que te envenena, es arrogante, vanidoso e inapropiado y se asocia con la soberbia. Oculta debilidades disfrazadas de grandezas y tiende a hacerte creer que el tamaño de tu sombra es el valor que tienes cuando en realidad eres un diminuto personaje —hombre o mujer— con una imbecilidad que te absorbe.

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