• 21/10/2011 02:00

Democracia: más de lo mismo

La revista Americas de la Organización de Estados Americanos nos trae recientemente un interesante artículo sobre el progreso democráti...

La revista Americas de la Organización de Estados Americanos nos trae recientemente un interesante artículo sobre el progreso democrático en América Latina. El estimulante artículo titulado Hacia una democracia más inclusiva, alude principalmente a lo sucedido a partir de la última década del Siglo XX hasta el presente, período coincidente con la ‘implosión’ del modelo Marxista—Leninista—Stalinista.

Al comenzar el Siglo XXI, hemos presenciado sin asombro el despegue económico de China, tras abandonar El Capital, como especie de texto sagrado, a la vez que pareciera posponer la eliminación del Leninismo. ¿Y qué agregar del Stalinismo denunciado por Nikita Krushchev en 1956, tras una vida de complicidad política? Lo anterior no es sólo historia reciente, sino pertinente al considerar el anverso y reverso político/económico de la democracia.

Pero volvamos a los Estados Des—unidos del Sur, pues fue en el contexto del Foro de la Democracia Latinoamericana, en México el año pasado, cuando se gestaron las entrevistas tanto a Alicia Bárcenas (Secretaria ejecutiva de la CEPAL) como al ex presidente chileno Ricardo Lagos, aludidas en el antedicho artículo de Ney Villamil.

Alicia Bárcenas se refiere al cambio político evidente cuando llega a la Presidencia de Brasil un trabajador; cuando igualmente por primera ocasión ocupa un indígena la Presidencia de Bolivia y cuando ‘mujeres fuertes’ han encabezado sus países.

No menos acertada resulta su afirmación sobre un mayor compromiso de líderes políticos hacia la disminución de la desigualdad social, y hacia el indispensable acceso al financiamiento por parte de las pequeñas empresas. Igualmente alude al ‘mayor ahorro y mayor inversión, tanto pública como privada’; a cómo ‘en Haití está todo por hacer’; a la deseable mayor participación ciudadana; y, en fin, a sí sabemos lo que no es la democracia.

Por su parte, el ex presidente chileno predica que ‘la democracia es un proceso... un quehacer permanente’. Esto nos parece un gran acierto, ya que hemos confrontado políticamente la evolución vs la revolución. Y agrega Lagos que hay democracia cuando se ofrece ‘una educación que llega a todos y a todas, porque con ello se da más oportunidad al que tiene menos’. Educación, podríamos agregar, que ha de estar de acuerdo a las necesidades de cada país y a los distintos niveles académicos dentro del proceso educativo.

Aunque algunos afirman preferir una OEA sin la participación de Estados Unidos y Canadá, convienen en todo caso algunas consideraciones sobre la disminución de la pobreza y el fortalecimiento político/económico de la idealmente mayoritaria clase media.

Sobre este particular, siempre han llamado nuestra atención las anotaciones y sobre todo proyecciones de la democracia en EE.UU., hechas por Alexis de Tocqueville en su obra clásica de ciencia política Democracia en América, escrita por el intelectual francés tras nueve meses de recorrer el nuevo país (entre 1831 y 1832), muchas de cuyas lecciones son de validez universal.

Fue a comienzos del Siglo XIX, y en contraste con lo ocurrido muy poco antes en Francia durante y después de la Revolución, según las propias palabras de Tocqueville, cuando lo que llamó mayormente su atención fue la condición de igualdad prevaleciente en la población. No había pobreza en Nueva Inglaterra, como tampoco aristocracia ni concentración de capitales en pocas manos, sino un generalizado desarrollo de la libertad y la democracia.

Con una gran frontera abierta hacia el Oeste, observó a quienes su ‘Sueño Americano’ no les parecía realizable en las poblaciones de la costa. Estos, sin embargo, podían optar por armar su carreta e irse en busca de mejor ‘suerte’. A Tocqueville llegó a preocuparle más bien lo que le pareció ‘una tiranía de las mayorías’, en la cual no todo resultaría positivo hacia el futuro.

A unque menos conocidas, pero igualmente significativas son las reflexiones de Lord Bryce en 1888, cuando escribe su libro The American Commonwealth. Para entonces la economía agraria había evolucionado como consecuencia de la expansión de la Revolución Industrial. Es significativo que Lord Bryce se interesara en repetir el recorrido hecho unos 60 años antes por Tocqueville. A fines del Siglo XIX, este culto egresado de las universidades de Oxford y además Heidelberg en Alemania, sí encontró pobreza en algunas ciudades y concentración incipiente de capital en manos de potentados de la industria y el comercio, pero frecuentemente de origen humilde.

Reproducimos también las reveladoras observaciones hechas en su diario de viaje por el general Francisco de Miranda, quien igualmente recorre EE.UU. en 1783, al renunciar al ejército español para abrazar la independencia Hispanoamericana.

Algunas de sus inquisitivas observaciones fueron: En South Carolina, poco después de desembarcar: Invitado a un ‘barbecue’, observó la gran familiaridad reinante cuando las autoridades comían y bebían con los demás ciudadanos.

En Charleston: Asistió a audiencias públicas en un tribunal ‘de acuerdo con la tradición británica’.

En Filadelfia: Aprecia la admiración a Benjamín Franklin, creador de un Nuevo horno de leña, así como de otros inventos, especialmente el pararrayos.

También en Filadelfia: Anotó en su diario haber conocido el hospedaje ‘más limpio, mejor organizado y decente’, y ‘el Mercado público mejor y más abundante’.

Anotaciones similares hizo en New Jersey, New York, Rhode Island, Boston y otras ciudades, indicando que esas experiencias ‘obedecían a la existencia de un gobierno auténticamente democrático’.

Bueno, lector amigo, suspendo por hoy este ‘alimento para el cerebro’. Dedicado al Dr. Jorge Luis Quirós.

AUTOR DE LA DEMOCRACIA ENJUICIADA: ALEGATO DE LA DEFENSA.

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