• 19/03/2012 01:00

En mora con los ngäbes

Como ciudadano me tocó asistir de espectador, al igual que a muchos de ustedes, a los tristes acontecimientos de aquel fin de semana. Al...

Como ciudadano me tocó asistir de espectador, al igual que a muchos de ustedes, a los tristes acontecimientos de aquel fin de semana. Al igual que la mayoría, deseaba la apertura de la vía Interamericana, esperanzado en que dicho acontecimiento fuera el fruto del diálogo y la mesura. No fue así, privó la sinrazón y, por qué no decirlo, el miedo gubernamental de que acudir a San Félix era muestra de debilidad.

He reflexionado y me pregunto: ¿realmente los entendemos? ¡Veamos! Hace 500 años habitaban las sabanas y llanuras del país, para muestra, los sitios arqueológicos en las provincias centrales. Fueron empujados, desalojados, desplazados hacia las cordilleras; es decir, los lugares más inhóspitos del país. Allí han sobrevivido, acumulando los mayores índices de pobreza extrema, desnutrición infantil y enfermedades crónicas.

Hoy, después de cientos de años, nos percatamos de la riqueza que esconden estas montañas y queremos hacer embalses y minería a cielo abierto, argumentando la explotación de los recursos minerales e hídricos. Pero, ¿qué le importa a ellos la energía eléctrica, si ellos no tienen luz? Escucho decir que no desarrollar proyectos hidroeléctricos ocasionará el alza de la factura eléctrica y el costo de la vida; pero, ¿por qué tiene que importarle a ellos, si la mayoría no tiene empleo ni devenga salarios? El plátano, la yuca y el ñame que cosechan en su patios no se encarecerán, porque el bunker importado para generar energía termoeléctrica sea costoso y suba de precio.

Hay una realidad, ésta es su casa, así como yo tengo la mía y ustedes lo mismo. El concepto de propiedad privada no existe para los indígenas y su casa es toda la Comarca desde parte de Veraguas, Chiriquí y Bocas del Toro hasta las costas del Atlántico; es un sentido colectivo de la propiedad, donde las cosas, incluyendo la tierra, es de cada uno y de todos a la vez. Si se va a hacer minería a cielo abierto, es su casa la que se estará contaminando; si se van a construir hidroeléctricas, esto implicará la construcción de embalses con el consecuente desplazamiento de la población indígena. Es decir, son ellos los que van a tener que salir de sus caseríos, abandonando su siembras, sus ríos y montañas. Esta es su última frontera, no hay otro lugar a donde ir.

¿Y quién tiene la culpa de las actitudes indígenas? Vean, no es de ellos, es nuestra como pueblo, que los hemos visto vivir arrinconados por cientos de años y ahora queremos que se identifiquen con nosotros. No los hemos incorporado al desarrollo económico y social del país y ahora queremos su sacrificio para que podamos mantener nuestro estilo de vida. No quiero ver a mis hermanos indígenas cerrando nuevamente las carreteras del país, ni quiero ver nuestros ríos y quebradas contaminadas con metales tóxicos como el cianuro y el arsénico. Tampoco quiero ver desplazamientos humanos para construir hidroeléctricas.

El Gobierno Nacional tiene que entender su momento histórico, nadie los eligió para firmar acuerdos para salir del paso, ni para engañar al pueblo. Por mucha culpa que tengamos como pueblo por esta mora histórica, es a usted, señor presidente, y a su gobierno, a los que le compete solucionar estos problemas, no culpemos a otros ni busquemos cabezas de turco por la negligencia e incompetencia de quienes le rodean. Dialogue, porque no hay otra solución más que el diálogo constructivo, considerando los intereses de los afectados en conjunto con el mejor interés nacional, que incluye un plan definitivo para el desarrollo integral del Pueblo Ngäbe Buglé.

ABOGADO, SUBSECRETARIO GENERAL DEL PARTIDO POPULAR.

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