• 10/04/2012 02:00

Harakiri político

La muerte por Harakiri entre los japoneses es un suicido para limpiar su honor, mancillado por algún acto cometido u omitido que le caus...

La muerte por Harakiri entre los japoneses es un suicido para limpiar su honor, mancillado por algún acto cometido u omitido que le cause vergüenza a la familia. Aunque es una muerte considerada como de dignidad y honor en medio de la tragedia que la motive, no deja de ser un suicidio. En el PRD, en estos momentos cruciales frente al gran reto que le espera en el 2014 para la retoma del poder, pareciese que muchos de los dirigentes con su actitud pretenden lograr que el partido cometa su Harakiri.

Curiosamente, las bases están demostrando más inteligencia y coherencia, así como más responsabilidad, que los embrutecidos, incoherentes e irresponsables dirigentes. Y no me refiero a quienes dirigen al partido, sino a un grupo entre los cuales hay aspirantes a la Presidencia del país, dirigentes del partido y hasta líderes naturales electos en puestos de elección.

Es como si no existiese entre los líderes del partido nadie con sentido institucional, preocupado de verdad por el partido y no por sus intereses personales. Donde encontramos sentido común y manejo político es en las bases, preocupados por peleas internas en la cabeza que pueden solo asegurar una derrota electoral. Las bases son sabias, ellas son quienes decidirán a quién desean como dirigente del partido y a quién desean proponer para presidir el país.

Pero, por otro lado, los que se han autoproclamado contendores, autoproclamados dirigentes, se desgastan en dimes y diretes, conforman grupos para adversar compañeros, desprestigian adversarios internos y proyectan al partido desunido, enfrentado y sin posibilidad de consenso. Qué tan cierto resulta lo que de pequeño me decía mi papá, más importante es aprender a perder, que saber ganar. Porque en fin de cuentas, todo lo que estamos viendo es el resentimiento de quienes se sienten perdidos, o que sienten que su opción ha disminuido. Si estuviésemos en un colectivo como fue el PRD de los noventa, que no importa quién gane contiendas internas, ganará el mejor para las bases y unidos íbamos a la contienda general. Se logró en el 94, y ganamos, Se logró en el 2004 y ganamos. Nos dividimos en el 99 y perdimos, nos dividimos en el 2009 y perdimos. ¿Es que nadie aprendió la lección?

Me decían en el Colegio que Dios en su infinita sabiduría ni nos puso un ojo en la espalda, ni permitió que el cuello girara 360 grados, ¿Por qué? Para que no perdiésemos el tiempo viendo para atrás. Hoy lamentablemente, líderes connotados, que aprecio y respeto, caen en el error político de querer quedarse en el 2009 unos y en el 1999 otros. No solo viendo hacia atrás, viviendo en el pasado. Creo que está llegando el momento donde las bases, sabias por encima de sus dirigentes, tomen la bandera y saquen los mercaderes del templo. Es hora de que estos líderes del pasado entiendan que los tiempos han cambiado, que las necesidades políticas de hoy no son las de ayer, que las soluciones de ayer no aplican hoy, que su liderazgo sirvió ayer, pero hoy tienen que adaptarse a los nuevos tiempos o dejar paso a los que sí lo comprenden.

No es un problema de relevo generacional. No es cambiar edades, es cambiar actitudes. Lo malo de los de mayor edad y experiencia es que llegan ahora con resentimientos y prejuicios contra unos u otros. No aceptan al compañero de hoy, como es hoy, prefieren verlo como era ayer. No dudo que en sus gobiernos el Toro como Martín no fueron moneda de oro para muchos perredistas, pero si hoy mostrasen la actitud correcta, si, como Omar decía, estuviesen sumando y no restando, seguirían de líderes en el partido. Pero, ¿pueden ambos acaso decir que llegan sin resentimientos, sin prejuicios contra algunos dirigentes miembros?

Hablar de unidad, es fácil; comprender que la unidad es esencial para el triunfo, es fácil. Practicar la verdadera unidad, es lo difícil. La Unidad pasa por aceptar a todos los miembros con sus vicios y virtudes; la unidad pasa por aceptar a todos como compañeros y amigos; la unidad pasa por apoyar al que la mayoría escoja; la unidad pasa por ayudar y apoyar a compañeros con problemas. La unidad la vemos más en gremios y clubes, que en partidos políticos. Pero si queremos proyectar un partido fuerte, tenemos que lograr que sea unido en todos esos sentidos. Cierto que habrá casos en que tocará al fiscal de honor y disciplina investigar y evaluar para que, si amerita, sean juzgados. Pero son la excepción.

No dudo que será difícil la próxima contienda. El poder une, la oposición divide. Las tentaciones en oposición son más, la debilidad de carácter y convicción puede afectar a muchos, como nos han afectado a 10 diputados y tantos representantes. Pero los que quedamos, unidos, enfrentaremos a un gobierno que, aunque se tache de corrupto, dejará muchas obras que benefician más que nada a las clases populares. Con la fuerza del poder absoluto que tiene, fondos que son más fácil recoger desde el gobierno que en oposición y si promueven buenos candidatos, tenemos una contienda difícil de verdad. No dudo que unidos, unidos de verdad, ganamos. Si hoy los candidatos principales son Juank, Balbina, Nito y Samuel, dejemos de hablar mal de ellos, veamos sus propuestas, veamos sus equipos de trabajo, veamos sus posibilidades y preparémonos para una primaria de altura y ejemplar. Solo practicando la unidad tendremos opción.

INGENIERO Y ANALISTA POLÍTICO.

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