• 10/05/2012 02:00

El tiempo favorece a Marruecos

El Consejo de Seguridad acaba de aprobar por unanimidad la renovación del mandato de la Misión de la ONU en el Sahara Occidental (MINURS...

El Consejo de Seguridad acaba de aprobar por unanimidad la renovación del mandato de la Misión de la ONU en el Sahara Occidental (MINURSO). Tras la resolución el Frente Polisario, que disputa el territorio administrado por Marruecos, está obligado a ajustarse al guión negociador que le impone la comunidad internacional. Rabat actúa con mayor holgura, porque tiene el tiempo a su favor.

Antes de llegar a esta nueva etapa Marruecos, bajo el liderazgo de Mohamed VI, hizo su tarea. Identificó las genuinas aspiraciones de la mayoría ciudadana, expresadas en forma clara en su propia versión de la primavera árabe, y las abrazó de inmediato. La ruta democrática fue una profunda reforma constitucional aprobada en referendo en julio pasado, y las elecciones parlamentarias cuatro meses después en las que triunfaron islamistas moderados.

Mohamed VI ha cedido buena parte de sus prerrogativas para colocar a Marruecos, como una monarquía constitucional, en la vanguardia de los cambios que envuelven al mundo árabe. Un desarrollo que ha sido una excepción ejemplar.

Si bien el Ejecutivo del primer ministro Abdelilá Benkirán, en el poder desde enero, toma en cuenta directrices del monarca, posee independencia de acción y asume sus responsabilidades. Reconocimientos y críticas son dos caras del ejercicio del poder.

El tema del diferendo por el Sahara Occidental, es la prioridad en la agenda de política exterior marroquí. Por eso el beneplácito ante la decisión del Consejo de Seguridad de renovar el mandato de la MINURSO, un esfuerzo internacional que involucra a 520 efectivos de 30 países con un presupuesto anual de $65 millones.

Con esa resolución la comunidad internacional apuesta por ahondar en la búsqueda de una solución política al conflicto y respalda las negociaciones como la única fórmula para llegar a un acuerdo aceptable entre las partes. ‘La negociación es inevitable, irreemplazable e irreversible’, ha proclamado Rabat.

El Consejo de Seguridad —del cual Rabat forma parte desde enero en representación rotativa de África luego de un abrumador respaldo mundial— se ha hecho eco del realismo, la viabilidad y el espíritu de compromiso que genera la propuesta de una amplia autonomía para las provincias del sur marroquí. También ha llamado a los países vecinos de Marruecos a involucrarse de manera franca y responsable en un proceso negociador que margine el inmovilismo y la intransigencia.

Al mismo tiempo, el Grupo de Amigos del Sahara Occidental, formado por España, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia, se ha mostrado partidario de la propuesta marroquí de autonomía. Después de cinco años de formulada, la iniciativa está en la etapa de ejecución de una regionalización avanzada para integrar a las provincias del sur al pleno desarrollo económico.

Como contraparte el Polisario sacó del closet, en forma recurrente, el fantasma de la guerra como táctica de sabotaje del proceso negociador. Una postura sin asidero que no les beneficia, debido a que las condiciones internacionales se inclinan inexorablemente en favor de Rabat.

Después de cuatro rondas de negociaciones y ante el quinto encuentro, el Polisario esgrime opciones extremas incompatibles con la gestión del diálogo. Parece desconocer la volátil situación de seguridad en la región del sur del Sahara, pese a que sufrió el humillante secuestro en octubre pasado de tres cooperantes europeos, raptados del corazón mismo de su sede administrativa en Argelia.

La dimensión humana del diferendo es lo que debe pesar en la mesa de negociación. Es urgente aliviar el sufrimiento de quienes por más de tres décadas han vivido en campamentos, sin esperanza y sin futuro. De allí que el Consejo de Seguridad reiteró el pedido a Argelia, que impone su poder de decisión al Polisario, para que permita a la ONU realizar un censo y contribuir a mejorar las condiciones de derechos humanos de los refugiados asentados en su territorio, cuya cifra exacta se desconoce.

Esos refugiados aguardan ansiosos una solución que permitirá el reencuentro de sus familias y que garantizará la estabilidad, la seguridad y la integración en toda la región del Magreb.

PERIODISTA Y DOCENTE UNIVERSITARIO.

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