• 04/07/2012 02:00

Matemática delictiva

El individuo ingresó al pequeño establecimiento y luego de pedir un par de paquetes de golosinas, pagó con un billete de veinte balboas....

El individuo ingresó al pequeño establecimiento y luego de pedir un par de paquetes de golosinas, pagó con un billete de veinte balboas. Antes que le dieran el cambio, dijo que mejor pagaba con monedas, le devolvieron el dinero y empezó una acalorada discusión que hizo que la dependiente perdiera la concentración en lo que hacía y en la realidad del momento.

El desconocido retiró su cambio, salió, se encaminó a un vehículo donde lo esperaba un conductor y se introdujo en la unidad, que inició su marcha. Antes de abandonar el centro comercial, volvió a entrar a otra tienda y repitió la operación. En ese momento, la responsable del primer local donde había estado el extraño, se dio cuenta que en el incidente hubo una trampa y le habían sustraído una cantidad de dinero.

Cuando el personaje hubo estado nuevamente en el auto, que le esperaba fuera del límite de estos comercios, acertó a pasar por el lugar una pareja motorizada de agentes del orden ‘linces’, quienes al escuchar los llamados de auxilio que hacía una de las afectadas, se acercaron, intervinieron y luego de indagar los detalles, todos terminaron en la Corregiduría de Policía.

Ante la autoridad local, se deslindó que fueron tres lugares donde esta persona aplicó el mismo recurso, despojó a los vendedores y se llevó una suma específica. El corregidor escuchó los alegatos de las partes para concluir que sumado el botín, le correspondía 300 días-multa por la falta. Esta sanción estaba relacionada con el monto, producto de la dinámica delictiva.

En el criterio utilizado para determinar la medida solo se toma en cuenta la cantidad de dinero involucrada, según el Código Administrativo y no la comisión del hecho en tres lugares diferentes; no se considera agravante la pluralidad de la conducta, en el ‘modus operandi’ ni otra circunstancia que pudiera caber.

Si este u otro individuo sube a un autobús para extraer las billeteras a los pasajeros y al final, logra afectar a aproximadamente diez personas y se le descubre; una vez que se suma el producto de su incursión urbana y se advierte que es una cifra semejante al robo de los locales, se le va a imponer la misma penalidad. Tampoco se toma en cuenta la multiplicidad del acto, pues la lógica dicta otro escenario, definido por lo hurtado.

Este enfoque de dictar una ordenanza contra delincuentes en función de la cuantía del dinero involucrado es una extraña forma de enfrentar las faltas y de adjudicar las penas. No es justa esta fase de la administración de justicia, porque en los hechos humanos, siempre habrá un conjunto de factores que definen la gravedad del hecho y sus implicaciones sociales, morales y de otra naturaleza.

Darle un signo de amenaza a un hecho de esta naturaleza, en atención a la cuantía del dinero involucrado en la transgresión, pone en duda el resarcimiento que le corresponde a la víctima y no amedrenta a los facinerosos para detener estas acciones de semejante repercusión social, pero que por el contrario, generan la impresión de constituir hechos pasajeros, cotidianos y análogos a cualquier contingencia ocasional.

Si alguien roba, tima o enreda a otros en un chanchullo para ganar unos cuantos billetes, puede estar tranquilo. Si le descubren y le llevan a un juzgado, le dan la opción de cárcel o multa y una vez que pague, sale tranquilo a reiniciar su costumbre de quitar a los demás el producto de su trabajo que, con habilidad o argucias, puede hacer que pase de otro bolsillo al suyo. ¡Tremendo razonamiento y matemática delictivos!

PERIODISTA Y DOCENTE UNIVERSITARIO.

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