• 17/10/2012 02:00

Teclado joven en competencia

La edad de cinco años, cuando apenas se inicia la formación escolar, es el periodo propicio para descubrir las claves secretas del tecla...

La edad de cinco años, cuando apenas se inicia la formación escolar, es el periodo propicio para descubrir las claves secretas del teclado del piano y las fórmulas que posibilitan el dominio de las resonancias que emanan de este complejo instrumento.

La historia de los grandes músicos y ejecutantes establece esta coincidencia. Mozart al llegar a su primer lustro no solo se sentaba frente al aparato, sino que mezclaba mentalmente los sonidos y componía. Aunque Bach no fue tan precoz, gracias al ambiente familiar, pudo conocer además el clavicordio y el órgano y brindó conciertos desde muy joven.

Afamados artistas como Arthur Rubinstein —brindó su primera audición a esa edad—, al igual que Claudio Arrau; Georg Cziffra, fue contratado por un circo; mientras que Yiruma, quien ha sobresalido en el New Age e Hiromi Uehara, que se inició a los seis años; todos se involucraron con el teclado de blancas y negras durante la infancia, algunos por inclinación natural, otros a causa del clima familiar y hasta los curiosos como Nelson Freire, que repetía los acordes que escuchaba a la hermana que aprendía.

La experiencia de los conciertos, las giras y los concursos, suelen ser los principales estímulos que un intérprete puede asimilar para profundizar en este escenario armonioso y alcanzar el dominio completo de las manos cuando se posan sobre las teclas para crear o reproducir ese mundo imaginado en las sinfonías y las obras creadas por los compositores.

De allí la importancia que tienen las competencias internacionales que se han realizado en Panamá y cuya quinta versión se inició ayer en esta ciudad con la participación de doce concursantes que dejarán testimonio de su conocimiento, destreza en la interpretación y sensibilidad al exponer los trabajos de los maestros que los concibieron y cuya ejecución impone verdaderos retos.

El Concurso Internacional de Piano ha reunido este año a participantes que vienen de nueve países. Dos de España, China, Japón y uno de cada uno de los siguientes, Estados Unidos, Venezuela, Cuba, Colombia, Chile y Corea. En esta oportunidad son cuatro naciones latinoamericanas, tres asiáticas, una europea y otra norteamericana. No hay representantes de Rusia o ámbitos vecinos, como sucedió en años anteriores.

Como se acostumbra, la fase inicial procura seleccionar los mejores, que luego de varias eliminatorias quedarán en seis y al final se establecerá el orden para reconocer los lugares de la premiación.

En esta contienda, participan siete renombrados pianistas en el jurado, quienes tienen la difícil tarea de seleccionar a los finalistas y a los ganadores de esta edición. La procedencia diversa de los candidatos obliga a establecer criterios de análisis muy específicos que buscan resaltar el virtuosismo en los enfoques y la ejecución melódica.

Este certamen, en tan solo cinco experiencias, ha logrado cimentar su prestigio, que se percibe por el origen de quienes se inscriben y la trayectoria cultural que les ha servido de espacio de formación artística. En el ambiente internacional se ha situado el concurso panameño de piano como oportunidad para que los nuevos talentos pongan su pericia en contacto con otros intérpretes para reconocer estas tendencias en la modernidad.

Durante esta segunda quincena de octubre, el Teatro Nacional será la sede para la competencia y allí llegan las dinámicas que impulsan a espíritus jóvenes para buscar las medallas que reconocen este esfuerzo y dedicación hacia las notas extraídas del alma de los clásicos Mozart, Beethoven, Bach, Chopin, Ravel, entre otros y que ahora recogen quienes se basan en aquellas creaciones para construir los ritmos de esta época.

PERIODISTA Y DOCENTE UNIVERSITARIO.

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