• 28/10/2012 03:00

Convencer para vencer

A ristóteles dijo, con mucha razón, que nosotros somos animales políticos y para ello se debió basar en aquello de vivir en sociedad, pe...

A ristóteles dijo, con mucha razón, que nosotros somos animales políticos y para ello se debió basar en aquello de vivir en sociedad, pero además, por compartir las obligaciones y los derechos que en la medida en que avanzamos en los aspectos comunicales, ahora azuzados por los avances en los que podemos compartir hechos inmediatos y en detalles que ocurren en la distancia cuando se dan o no, primero los debates dialécticos. Vivimos en un mundo simultáneo con las interpretaciones de conductas por gestos y palabras, que se extienden a través de los medios de comunicación masiva. Alguien dijo que cuando ofendemos en una disputa, copiamos la frase que está de moda: ‘le echamos gasolina para apagar al fuego’. En las irrealidades, imponemos, afectamos o desconocemos como si nada a los demás, frente a las grandes discusiones.

Una abultada mayoría desconoce el principio y la evolución en las grandes trifulcas que produce lo que se discute en un momento, pero es que siguen los lineamientos de los instigadores para formar parte de las turbas que se fomentan, ellos dicen que están atalayados por los partidos políticos, sindicatos, agrupaciones o asociaciones con intereses específicos y objetivos malsanos si mayores explicaciones. Después nadie es responsable de lo ocurrido, pero para todos estos casos, la violencia no se hace esperar. Aquí no podemos descontar otros fines aviesos como los delincuentes que se aprovechan de estos caldos de cultivos para darle rienda suelta a sus instintos. Los planes se urden en la sombra del anonimato, a la hora de las responsabilidades.

Ocurren magistrales posturas políticas, entre los que relucen los que defienden al gobierno (generalmente se aprovechan de las relaciones o de los cargos que ocupan) y aquellos que están en contra y que añoran ese poder. Estas son las constantes pujas y repujas, los primeros no les interesan las soluciones, porque viven de las grandes discusiones por cierto estériles, porque al final no tienen sentido. Lo curioso es que nos oponemos a cuestiones que antes abanicábamos a favor de todos, pero ahora le damos contra. Todo esto con el presupuesto de gastos agotados y sin obras palpables. Los gobiernos van y vienen, pero no avanzamos en nada.

El concepto ‘bulo’ —’hoax’ en inglés—, es el utilizado para definir a los que intentan convencer a un grupo de personas que algo falso es real y para ello, nos encanta ejemplarizar con variados aparentes modelos de otras sociedades, que han logrado el triunfo con mucho esfuerzo, con argumentos que motivan la buena fe, pero para maquillar todo lo contrario y de este modo, los ataques pueden incubarse por medio del rumor, o fomentado en una falsa noticia preñada de mentiras, que al tomar forma producen un daño al contrario, que en su defensa arremete con otra mentira. Con esto debemos recordar a JOSEPH GOEBBELS, rechazado primeramente por el ejército alemán, porque estaba cojo, pero quien fue el ministro de Propaganda del gobierno de Adolf Hitler, como una figura clave del régimen, conocido por sus dotes retóricas y su capacidad persuasiva, con la que convertía con magia una mentira en verdad. Sabemos que un rumor es como un arma de destrucción masiva, puesto que sus efectos nocivos son eméticos.

Al final terminamos por enfrentar a las masas iracundas contra la policía que también son panameños, pero ataviados cumplen órdenes superiores al momento en que funcionan como parachoques en los enfrentamientos. Lo importante es tratar de entender que las presiones políticas, no importa de quién vengan, pueden desencadenar un irremediable conflicto como lo vivimos cíclicamente y que después de esas actitudes iracundas, quedan los lisiados y muertos como parte del recuerdo y eso no es lo que se busca cuando se rechazan la aplicación de proyectos legislativos para mejorar la condición de vida de los panameños. Todo esto con el agrio sabor de una falta de publicidad a los proyectos, mientras una máxima sostiene que hay que convencer para vencer.

Debemos recogernos en la reflexión mientras nos alimentarnos de cordura. Hay planes ambiciosos, proyectos para avanzar en infraestructuras y estructuras para mejorar en todo el sentido de la palabra todo lo relativo a progreso. Todos estamos de acuerdo que la abundancia debidamente repartida, trae bienestar a toda la comunidad. Lo importante es saber escoger a los que nos van a representar políticamente cada periodo político. Los menos educados tienen noción de la burla, del engaño y de otras proclividades que en una de sus acepciones es como una propensión o más bien inclinación hacia todo lo que se considere negativo. Los políticos en cambio le dan el matiz apropiado para convertirlo en fuente de crítica y de oposición acérrima, entonces vienen los grandes movimientos constituidos en concentraciones, marchas y los típicos cierres de calle, que al final de cuenta es un delito, pero no se desconoce.

Al trancar una vía se paraliza el traslado de bienes y personas. Se obstruye el tránsito, a pesar de lo redactado en nuestra Constitución, en el artículo 27: ‘Toda persona puede transitar libremente por el territorio nacional y cambiar de domicilio o de residencia sin más limitaciones que las que impongan las Leyes o reglamentos de tránsito, fiscales, de salubridad y de inmigración’. De esta norma nos interesa el desplazamiento libre de las personas y cuando hay un tranque de esta manera violentamente impuesto, violamos la Carta Magna, excepto que la convocatoria sea tan masiva que se paralicen las vías, porque el pueblo soberano está en la calle. Esto es democracia, lo otro es anarquía.

ABOGADO Y PROFESOR EN LA MATERIA.

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