• 22/11/2012 01:00

Netanyahu y su guerra necesaria

‘ Bombardear Gaza es un poderoso fertilizante para las raíces del odio’, escribió el martes Roger Cohen en su columna en The New York Ti...

‘ Bombardear Gaza es un poderoso fertilizante para las raíces del odio’, escribió el martes Roger Cohen en su columna en The New York Times. Pero en la lógica de Benjamín Netanyahu, lo que importa es generar resistencia al reconocimiento a los palestinos como Estado observador en la ONU, previsto para finales de este mes, y ganar las elecciones de enero.

Si bien el Estado de Israel está en todo su derecho de defenderse frente al lanzamiento de proyectiles contra su territorio, el diario israelí Haaretz reveló que Netanyahu negociaba con Hamas, por intermedio del gobierno de Egipto, el cese de esos ataques. La contraparte palestina era precisamente Ahmed al-Jabani, el líder militar de Hamas. Sin embargo Netanyahu no estaba interesado realmente en alcanzar acuerdos y la semana pasada dio la orden de asesinar a al-Jabani, con el objetivo de mantener los esquemas del pasado.

A lo largo del 2012, Hamas había lanzado alrededor de 800 proyectiles, lo que demuestra que el gobierno de Netanyahu podría perfectamente vivir con esos lanzamientos. Pero activó su propia maquinaria de muerte para catapultarse y ganar las elecciones del 22 de enero. La dura prueba será en la ONU, donde los palestinos pueden obtener el respaldo internacional como Estado observador y comprometer el veto de EE.UU. en el Consejo de Seguridad.

El presidente Barack Obama ha mostrado ambigüedad. Mientras respalda en forma incondicional a Israel, pretende mantener la puerta abierta con Egipto, Qatar y Turquía que emergen como potencias diplomáticas regionales, para no frustrar futuras gestiones diplomáticas de mayores horizontes.

Hasta el miércoles al mediodía la contabilidad de los muertos palestinos era de 134, incluyendo 34 niños y medio centenar de mujeres y ancianos, además de cerca de un millar de heridos, muchos mutilados y desfigurados de por vida. Las bajas israelíes, al igual que su poderío militar, eran desproporcionadas: cinco muertos y unos 40 heridos. Un sospechoso atentado en Tel Aviv con una bomba de escaso poder lanzada dentro de un bus dejó una veintena de heridos leves.

Los palestinos no tienen refugios antibombas, no son avisados por sirenas cuando va a caer un proyectil, ni poseen un escudo antimisiles —a un costo de $1,800 millones, la mitad aportado por EE.UU.— para interceptar en el aire los proyectiles enemigos. Son impotentes frente a las bombas de los aviones F-16, de las naves no tripuladas, de los tanques o los barcos de guerra israelíes.

Pero Netanyahu trazó su ‘banco de metas’. La ecuación es clara. Primero la matanza, luego la diplomacia. En más de 1,500 incursiones en Gaza, Israel destruyó gran parte de la infraestructura administrativa, policial y militar de Hamas, las viviendas de sus dirigentes, edificios y complejos públicos, medios de comunicación y hasta campos de cultivo para acentuar el daño económico. Al menos 25 escuelas, dos clínicas y un hospital, fueron blanco de los ataques israelíes.

A pesar de erigirse como el líder que puede defenderlos mejor, solo un 30% de la población dio su respaldo a una ofensiva terrestre, algo que también es rechazado por la comunidad internacional, porque dispararía el número de víctimas como ocurrió en la invasión del 2008, cuyo saldo fue de 1,400 muertos palestinos.

La presión diplomática sacó, finalmente, un acuerdo de cese al fuego que se vislumbraba esquivo. Gestado en El Cairo, incluiría el compromiso de cesar los ataques por parte de Israel y el lanzamiento de proyectiles de Hamas. Israel había exigido un mecanismo para impedir la entrada de armas a Gaza. Hamas persigue el fin de los asesinatos selectivos y un alivio al bloqueo israelí por mar, tierra y aire sobre la franja de 365 km cuadrados en la que viven hacinados 1.6 millones de palestinos en extrema miseria y en una especie de prisión gigantesca. Un informe dado a conocer en agosto pasado por la ONU reveló que si persisten las condiciones actuales en el 2020 la Franja de Gaza será un territorio inhabitable.

Netanyahu solo desea acuerdos provisionales, no la coexistencia con un Estado palestino, como parte de un arreglo de paz permanente. Mientras tanto el radicalismo en la región, atizado por acciones como las emprendidas contra Gaza, que aíslan la moderación, puede ir ganando las mentes y los corazones de las nuevas generaciones que se levantan al calor de la primavera árabe.

PERIODISTA Y DOCENTE UNIVERSITARIO.

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