• 15/02/2013 01:00

Benedicto XVI: su abdicación

O tra noticia más impactante que la renuncia del Papa o su abdicación, habría sido que Obama se iba de la Casa Blanca. Confieso que mi p...

O tra noticia más impactante que la renuncia del Papa o su abdicación, habría sido que Obama se iba de la Casa Blanca. Confieso que mi primerísima reacción interna fue de comprensión y hasta complacencia. ¿Por qué? Lo primero debido a que este Pontífice cargó sobre sus espaldas, desde el primer minuto, el peso terrible de remplazar a ese animal político, ese ícono carismático que fue su predecesor: Karol Jósep Wojtyla.

Este Papa no pudo cumplir a cabalidad, en mi opinión, con su rol de líder religioso de transición. Más allá de sus notables cualidades de teólogo y especialista en problemas de la fe católica, y su capacidad dialéctica e intelectual, los tiempos actuales demandaban otra figura más enérgica y con mayor atracción para la masa católica, que está desperdigada, en esta sucesión de crisis.

Como diría Jesús mismo, para las multitudes millonarias que andan como ovejas sin pastor.

Creo que Benedicto, con su inteligencia alemana, pragmática, ha logrado comprender que había llegado ya, además por edad y falta de elasticidad psicofísica ante el cúmulo de sus obligaciones, a eso que años atrás marcó desde USA, ‘El Principio de Peter’, el nivel de incompetencia. Se sostiene que ‘toda persona sube en su escala específica, hasta que llega a un nivel de incompetencia, donde ya no es eficiente’. Benedicto es tan inteligente, que lo comprendió. Inmenso mérito. No entendemos cómo son los conclaves internos, esos rejuegos, también políticos, tras los que elige un nuevo Papa. Sin embargo, confiamos en que los líderes y mentes que allí llevan las directrices más escuchadas entre ese Colegio Cardenalicio que al final nominará al sucesor, pueda ubicar, con pinzas, buscando resumir perfiles y personalidades, a un nuevo sucesor de Pedro, que realmente pueda dirigir ese mundo interracial, heterogéneo, y sin embargo unificado en el seguimiento a su líder inmortal, Jesús, tomando en cuenta las interminables crisis, que auguran cambios de épocas, mentales, morales, psicológicas, políticas, sociales, económicas, que urgen en estos momentos en que todo colapsa, en que todo está en descrédito.

Ardua tarea que tiene ese conjunto de personalidades religiosas que deben ahora, entre las discusiones escondidas de los pasillos vaticanos, elegir, entre el bullicio que despierta la abdicación, sus razones, las que se podrán saber y las secretas, buscar un nuevo pontífice, capacitado para ser un referente mundial, entre el liderazgo global más representativo del planeta.

Creo que hoy más que nunca necesitamos, los católicos y hasta los ateos, que a los profundos problemas de la época, laberínticos, se sume un cerebro que realmente interprete los postulados de Jesús de Nazaret, que busque la sabiduría inmensa que este caudillo sagrado representó, su profunda humildad, atrayente de masas, sin necesidad de obligarlos, su personalidad magnética, que hechizaba hasta a prostitutas como María Magdalena, a estafadores prestamistas como Zaqueo, que solo al paso bioenergético de Cristo, a quien vio encaramado en un árbol, se sumó a él y a su obra, estremecido en su conciencia por tantos desmanes e injusticias que cometía.

Jesús no presionaba ni pedía nada. La gente iba a él, a diferencia de estos tiempos, donde —y lo deben saber los curas más inteligentes— cuesta trabajo ir a las iglesias, especialmente a escuchar sermones somníferos, porque falta pasión en las homilías. Teniendo Jesús tanto de que hablar. Solo que hay que ponerle pasión a esas enseñanzas que jamás expiran. Pasión es lo que falta igualmente a los políticos, en un mundo donde todo aburre, porque todo es falso, y donde todo cabrea, porque todos engañan. Dios ilumine para que salga un Papa que entienda los tiempos y tenga el brillo y carisma para entusiasmarnos.

ABOGADO Y MILITAR RETIRADO.

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