• 24/03/2013 01:00

Ética II: ‘ La carta difamatoria’

La columna de la defensora de la semana pasada abordó el tema de la ética, no solo la periodística, sino la profesional, incluidas otras...

La columna de la defensora de la semana pasada abordó el tema de la ética, no solo la periodística, sino la profesional, incluidas otras disciplinas. El ejemplo que se contó para mostrar las presiones por las que pasan todos los profesionales fue sobre un médico. En esta segunda parte me voy a referir a lo que puede ocurrir, o más ocurre en las salas de redacción, y voy a presentar la pregunta y la respuesta de una consulta que se le hizo al maestro Javier Darío Restrepo al Consultorio Ético, de la Fundación Nuevo Periodismo de Colombia, pues se trata de un caso práctico. El mismo parte de la siguiente pregunta:

¿Obró éticamente el editor que autorizó la publicación de una carta difamatoria? Omito nombres porque no vienen al caso, pero el hecho real fue: con el título de ‘Cura guerrillero’ el autor de la carta acusó a un sacerdote de alianzas con la guerrilla, de presionar a los campesinos para que entregaran sus tierras a las obras parroquiales, de estimular la persecución armada contra grandes propietarios. Sin prueba alguna estas acusaciones aparecieron en el periódico. ¿Es ético ese proceder?, preguntó Eutimio Domínguez Jaramillo, estudiante de Comunicación de Bogotá, Colombia.

La respuesta que dio el maestro Restrepo fue: el editor es responsable de todo lo que aparece en el periódico. Debe responder por los titulares y fotos de la primera página, de los avisos y de todo el material de las páginas interiores. No basta que cada uno de los autores —columnistas, editorialistas y reporteros— responda por sus textos e imágenes; es él quien en representación del periódico debe responder y así lo aplican las autoridades judiciales cuando ante demandas por calumnia, por ejemplo, emplazan al editor para que responda.

Sea por razones políticas, religiosas o ideológicas los editores que sienten que un material coincide con el pensamiento del director o con su propio pensamiento, y proceden a publicar cometen un grave error porque: 1) Un periódico se escribe y publica para todos, dada la vocación universal de la información periodística;

2) El periodismo está hecho para promover y difundir el respeto y acatamiento de los derechos de las personas. Si esta es la guía de un periódico, cualquier material, entrevista, crónica, noticia o columna que viole esos principios no debe publicarse, salvo que las acusaciones sean probadas y que la parte acusada tenga la oportunidad de exponer su versión o punto de vista.

Continúa diciendo: No hacerlo así, expone al medio de comunicación a la manipulación por parte de personas interesadas en hacer daño. Una consideración parecida merece el hecho de contaminar la información con propaganda de grupos, empresas, iglesias o partidos. Esta es una forma de manipulación y degradación del medio de comunicación, cuya dignidad se funda en su universalidad, es decir en su voluntad y capacidad para servir a todos, sin excepción de razas, grupos, ideas o condiciones sociales.

En la respuesta que dio el maestro Restrepo, se aporta lo que denominan ‘Documentación’ que dice: Cuando se interpela, por ejemplo, a los periodistas sobre su responsabilidad por determinadas informaciones, más de uno suele contestar que la responsabilidad no es suya sino de las fuentes de las informaciones, o de los directores o propietarios del medio, que son los que, investidos del poder de decisión, marcan el estilo ético general del trabajo informativo. Si se interpela a los directores o propietarios más de uno intenta descargar su conciencia negando su responsabilidad escudándose en la incompetencia de sus redactores o alegando que la responsabilidad del empresario es la de ganar dinero.

Y cuando a los empresarios y a los periodistas se les hace conscientes de la debilidad de estos argumentos, suelen derivar su responsabilidad hacia el público. La información es lo que el público pide: en una economía de mercado se da al público lo que el público pide. Se transfiere, por tanto, al público la responsabilidad ética de la información.

Por todo lo cual habría que concluir que en materia informativa muchos propietarios, directores, periodistas y ciudadanos no pueden, no saben o no quieren asumir la responsabilidad ética correspondiente a sus actos propios o participados. Pero los propietarios, los directores, los periodistas y el público son éticamente responsables de los contenidos informativos que se difunden y que se reciben, aunque lo sean de forma diferente y con intensidad y extensión también distinta. Carlos Soria: La ética de las palabras humildes. UPB 1997. Pp 156, 157.

Creo que lo sucedido en Colombia es buen ejemplo y un buen punto de reflexión para los periodistas y los medios del continente.

DEFENSORA DEL LECTOR

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