• 23/08/2013 02:00

Los mandatarios: tipologías...

Hoy, cuando puedo observar, desde el prisma neutral y fabuloso de no ser protagonista, y, por el contrario, ir a una oficina, buscar un ...

Hoy, cuando puedo observar, desde el prisma neutral y fabuloso de no ser protagonista, y, por el contrario, ir a una oficina, buscar un servicio, hacer fila y conversar con concurrentes, me doy cuenta de la enorme diferencia de nuestras observaciones cuando somos ciudadanos comunes y al estar en altos cargos.

Obvio, que las altas responsabilidades públicas no permiten andar en las calles, menos ahora cuando lo que ayer nos consumía una hora de tiempo —por los naturales tranques— nos lleva tres veces más.

Viendo el pugilato televisivo de dos altas personalidades afines al actual gobierno, a punto de convertirse en pleito digno de Don King en el Madison Square Garden, puedo confirmar cómo los embrollos del poder nos hacen perder la serenidad, cordura y control emocional. Según cada tipología y conducta psíquica. ¡Vaya si hemos tenido que ser gladiadores, con guerras reales, de balas vivas! En nuestro caso por enfrentar mentes enfermas.

¡Cuánto depende toda una nación, todos sus habitantes y residentes —hoy decenas de miles de extranjeros— de la psiquis de quienes nos gobiernan! Tan cercano a Omar Torrijos —¡siendo dictador, como se lo restriegan sus adversarios políticos!—, observé el control mental que mantenía para conducir la nave, sometida entonces a violentos vendavales, y poderla llevar a puertos tan fundamentales. Canal incluido.

No obstante, en ‘democracia’, hemos visto desfilar una galería de civiles con tipologías tan disímiles: desde el sentido folclórico de Endara, a la paciencia de Mireya Moscoso ante sus atacantes, o incluso lo que parecía parsimonioso y lento en Martín Torrijos. Todos los egos, ‘son argentinos’, más el de los mandatarios. Facundo Cabral chisteaba sobre ello con Alberto Cortez —cantando a dúo— al decir el último: ‘¿Sabes Facundo por qué los argentinos somos pedantes y soberbios hasta los 39?... porque a los 40 somos perfectos’.

Hay que respetarle y comprenderle humanamente al actual mandatario su tipología y tendencias. Contrario a Martín, por ejemplo, con un temperamento aguantador, el actual, se dispara y lanza fuego cruzado, a la menor crítica que lo enerva, a veces no necesariamente muy fuerte. ¡Así es el presidente y nadie lo va a cambiar, salvo sus propias correcciones!

El gran problema no es de él ni de su partido o afines. Es que se está enguerrillando el país, como en el duelo televisivo, hasta entre copartidarias. O en el diferendo público entre dos ministras de Estado, en virtud de una propuesta de venta de terrenos en áreas colegiales. La gran tragedia, de alcances impensables es que nos quedamos sin árbitros sociales válidos.

Otro ejemplo: hasta un graduando de secundaria entiende algo sobre el rol de los especialistas en campañas publicitarias. Si el partido de gobierno tiene un famoso y ague rrido estratega brasileño, que no es ninguna Madre Teresa, ayudando a su candidato, ¿para qué se pone nuestro mandatario —nos representa a todos— a atacar al otro estratega, que la democracia formal que vivimos, permite que la campaña opuesta contrate, con los mismos derechos que su bando contrato al suyo?... ¿Brasileño bueno, venezolano malo? ¡Lo cambian! Bien, ¿por qué esas guerras tuiteras no se las delega a uno de sus gladiadores, aunque las oriente él?

Con el personaje Torrijos —el único de proyección mundial, por algo— aprendí como lo sustentaba: ‘No me comprometan en situaciones que ustedes deben resolver; para eso tienen sus cargos y sus responsabilidades. Busquen dialogar, usar buenos criterios y resolver los diferendos que siempre habrá. Cámbienme esas historias de que ‘el gobierno no negocia a presión’; la única manera en que los pobres sin influencias dejan escuchar sus urgencias es en la calle, presionándonos. Cuando ya las cosas se desbordan y ustedes no pueden contenerla, entonces, llámenme, ‘saquen a Flipper’.’. Hoy, al famoso delfín lo sacan de primero.

ABOGADO Y MILITAR RETIRADO.

Lo Nuevo
comments powered by Disqus