• 18/11/2013 01:00

Tratados Hay - Bunau-Varilla entre intrigas y conspiraciones

El rechazo del Congreso de Colombia el 12 de agosto de 1903 a la ratificación del Tratado Herrán-Hay, en un convenio que concedía a Esta...

El rechazo del Congreso de Colombia el 12 de agosto de 1903 a la ratificación del Tratado Herrán-Hay, en un convenio que concedía a Estados Unidos la construcción del Canal en el departamento del Istmo y el usufructo del mismo por 100 años, fue el ingrediente histórico que el presidente Theodore Roosevelt justificó para apoyar la conspiración separatista con el envío de buques con que persuadieron la independencia de Panamá de Colombia el 3 de Noviembre de 1903.

Philippe Jean Bunau-Varilla como parte de la conspiración convence a influyentes políticos estadounidenses en la adquisición de los derechos y los bienes de la compañía francesa y se articula hábilmente en el movimiento de separatista, bajo la condición de ser nombrado como plenipotenciario ante la Casa Blanca, como parte del complot que fraguaba el abogado William N. Cromwell, representante legal tanto de la Compañía Nueva del Canal como de la Compañía de Ferrocarril de Panamá, empeñado en favorecer una ruta por Panamá en vez de Nicaragua.

En la noche oscura del 18 de noviembre de 1903 en la casa del secretario de Estado John Hay se firma el Tratado Hay - Bunau-Varilla, que concedió la cesión a perpetuidad del Canal a los estadounidenses. Su tarea era urgente como embajador plenipotenciario y aun cuando se afirme que los delegados de la Junta Provisional, Manuel Amador Guerrero y Federico Boyd, revisarían el proyecto de Tratado antes de la firma para dar su aprobación. Lo cierto es que Amador no protestó y al llegar un día después de la firma a Washington solo se limitó a decir en una lacónica carta: ‘... creo que hubiéramos hecho un Tratado mejor, porque Hay estaba muy bien dispuesto’. La Junta ratificó el Tratado el día 2 de diciembre, sin siquiera traducirlo al español.

Mediante este tratado, Estados Unidos logra el control del Canal de Panamá, una de las principales rutas marítimas del mundo. El Tratado transformó a Panamá en un protectorado de los Estados Unidos, que a perpetuidad otorgaba todos los derechos, poder y autoridad en la Zona, que esta nación ejercería como si fuera soberana del territorio. De hecho, la República de Panamá quedó excluida de cualquier actividad dentro de la Zona y la misma pasó a ser territorio norteamericano en la práctica. Los derechos de los Estados Unidos para la construcción y mantenimiento del Canal prevalecerían sobre los de Panamá en toda la República.

Estados Unidos podía intervenir en las ciudades de Panamá y Colón y áreas adyacentes en caso de alteración del orden público. Aunque se hacía énfasis en la neutralidad del Canal, también se hablaba de que, en caso necesario, los Estados Unidos podían llegar a levantar fortificaciones y establecer estaciones navales. Panamá, además de la protección, recibía diez millones de dólares como compensación y una anualidad de 250 mil dólares, que se pagaría nueve años después de la ratificación del Tratado. Estados Unidos inició la construcción del Canal en 1904, una obra de ingeniería concluida en 1914, a un costo de 387 millones de dólares.

La lucha generacional para sustraernos del tutelaje estadounidense estuvo enmarcada en el ámbito bilateral y, mediante el Tratado Arias - Roosevelt de 1936, se logra, no solo derogar la cláusula primera de la Convención de 1903 que garantizaba la soberanía panameña y el derecho de intervención en la ciudades de Panamá y Colón, sino que se acepta la comunicación con el Atlántico con una carretera transístmica. Posteriormente, con el Tratado Remón - Eisenhower, se logran beneficios económicos.

La visión estratégica del general Omar Torrijos de internacionalizar la causa panameña concitó el más amplio respaldo mundial y permitió fortalecer la capacidad de negociación del país para culminar en los Tratados, que superaron las tradicionales causas de conflictos entre ambos países, no solo con la derogación del Tratado de 1903 y su ignominiosa cláusula de perpetuidad, que era un lastre lesivo a la dignidad nacional.

Los pueblos que no conocen o olvidan su historia, pierden su identidad; y, por tanto, rememorar este acontecimiento es fortalecer la conciencia crítica de nuestras juventudes, destacando la lucha histórica, con el complejo proceso de negociación para derogar la Convención Ístmica que culminó con la firma de los Tratados Torrijos - Carter el 7 de septiembre de 1977, un escenario en que la determinación y la tenacidad diplomática, inspiradas en la lucha de los Mártires de 1964 y de generaciones de patriotas, que dieron su cuota a la reivindicación de la jurisdicción nacional y del Canal, forjaron un sentido de unidad y de solidaridad entre los panameños.

Después de 110 años de la firma de los Tratados Hay - Bunau-Varilla, sin reproches históricos a la actuación circunstancial de nuestros próceres, nos encontramos en el umbral de acontecimientos trascendentales, estamos en la antesala de la culminación de la ampliación de la vía interoceánica, con un escenario electoral que invita a la reflexión para saber: ¿dónde estamos?, ¿cuánto hemos avanzado en el afianzamiento de la identidad nacional?, ¿qué aspiramos en un mundo competitivo en el ámbito comercial? y ¿hacia dónde nos dirigimos en el desarrollo integral del país?

Ante el imperativo político de consolidar la institucionalidad democrática, promoviendo la inclusión social en la prosperidad para erradicar la pobreza como objetivo cardinal del Milenio.

ABOGADO - ANALISTA INTERNACIONAL.

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