• 26/11/2013 01:00

Proyecto de patria diferente

Tal como canta Blades, ‘PATRIA, SON TANTAS COSAS BELLAS’ y hoy nos referiremos a una experiencia muy agradable, que ojalá pudiera contag...

Tal como canta Blades, ‘PATRIA, SON TANTAS COSAS BELLAS’ y hoy nos referiremos a una experiencia muy agradable, que ojalá pudiera contagiarse hacia todos los panameños.

Recientemente nos invitaron a una finca situada en Los Limones, en la laguna del corregimiento de Divalá, distrito de Alanje. Antes de llegar surgieron muchas dudas y preguntas respecto a nuestra movilización, dentro de la finca. Todas las interrogantes se desvanecieron como por arte de magia. En 35 minutos se abrió un portón y entramos hacia dos viviendas, que a su mano izquierda era cercada por un arrozal y al fondo y a su mano derecha con árboles y cultivos de diversas especies.

Un rancho doble con un fogón en el centro me fascinó, la solera alta, cubierta de penca y rodeada con asientos fuertes, hechos de tablones y piso de tierra, nos trajo a la mente la vida sana del campo, esa que compartimos en nuestra infancia y que nos enorgullece. Contrario a otras fincas que he visto, no vi maleza, solo césped, bien recortado y frutas en cada espacio que recorrí en el auto del anfitrión, quien se ha esmerado en dejar espacio entre cada árbol para recorrerla y cosechar lo que la tierra le da.

Llegamos casi al mediodía y dada la hospitalidad de nuestra gente, nos ofrecieron una sopa de vegetales cosechadas allí y un arroz con concho, hecho por Maritza Quintero, quien administra la finca. Ella atiende a los trabajadores Tito ‘Pechón’ Cufú y Rigo. Quienes son los encargados de sembrar, cuidar y mantener todo en orden. La técnica de ‘tres bolillo’ o ‘pata de gallina’, que ofrece simetría en los cultivos, es la que se ha utilizado para sembrar, ofreciéndole al espectador la facilidad de ver desde cualquier ángulo, rectitud, espacio y ordenamiento en cada planta.

En dos hectáreas se encuentra la primera finca, en la que hay frutales, granos y vegetales criollos, no trangénicos, en una GRANJA SOSTENIBLE, en la que además hay animales como monos, guacamayas, gallinas, aves que se nutren de las frutas como la acerola. Los cultivos tradicionales como la yuca, ñame, maíz, limones persa, chinos y criollos, otoe, ñampí, papaya, ñampí morado, calabaza, zapallo, frijol de palo y de bejuco, ají criollo el tapachula, berenjena se entremezclan con el plátano, guineo, mimbre chino, piro, guaba, guanábanas, caimito, mazapán, guabita cansaboca batata dulce (camote), tamarindo, aguacates, guayabas criolla y china. En otra finca mucho más ordenada apreciamos las plantas de icaco, guinda, pitaya, moringa, 50 variedades de mangos ‘probados con boca’, abiú, jacá, biribá, durián, anonáceas, y otras plantas exóticas que dan testimonio de doce años de labor y amor a la tierra.

El responsable de este Proyecto de PATRIA, el CÉSAR SAMUDIO, profesor universitario, abogado, periodista y comentarista radial, quien, con su esposa Dioselina Miranda de Samudio, maestra y abogada, dedican todo el tiempo, ideas y trabajo posible para hacer de sus fincas un modelo de que en el campo, está la independencia y la alegría de las familias. ‘Este es un proyecto residencial, hemos vuelto al campo y estamos comprobando, junto con los empleados y los hijos —Karina, Vladimir, Ernesto, Charlotte y Vianka Stella Samudio— que se puede lograr la independencia económica, que todos necesitan para vivir en Paz’.

‘LA COMIDA ES LA PAZ’ y no es mentira que cuando el alimento es accesible, no es caro y además abundante y variado, una alegría permanente existe en los pobladores, de allí que otrora tío Toño, decía, ‘barriga llena, corazón contento’ y aparte de lograr independencia, se logra armonizar entre sí, compartir, intercambiar y progresar.

Lo que experimentan en Alanje, área, tradicionalmente, calurosa, fue un mito, pues sentada bajo el rancho de penca, con una sopa de vegetales y arroz cosechado al lado no sentimos el calor, pero sí, una brisa acariciante y envolvente que atesoro como uno de los momentos más agradables de mi vida. La tranquilidad que allí se experimenta es única. Ojalá, muchos panameños puedan volver al campo y acariciar la tierra que los vio nace. Como diría el Dr. José Renán Esquivel: ‘Siembre, deje que la tierra diga su última palabra’.

PERIODISTA.

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