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- 18/09/2011 02:00
PANAMÁ. Desde que Ricardo Martinelli Berrocal fue director de la CSS tenía especial interés en administrar los fondos de pensión de los asegurados. La razón de fondo es una cifra: 3 mil millones de dólares que constituyen la reserva del pueblo. ‘Si alguien logra hacerse de ese dinero quiebra la Caja y con ella nos quebramos todos’, dijo alguna vez el doctor Mauro Zúñiga, quien se enfrentó al entonces director de la CSS diciéndole: ‘sobre mi cadáver privatizas la Caja’.
Sin la ayuda de Mauro, Martinelli se dirige a Pérez Balladares, quien le responde: ‘si no tienes a Mauro olvídate de ese plan’.
Martinelli fue destituido por la mala administración y por un tiempo los planes de privatización desaparecieron del escenario político. Hasta que, durante el gobierno de Mireya Moscoso, se planteó el proyecto de la Autoridad Nacional Administrativa de la Salud (ANAS) y se reformuló la Ley de Medicamentos. Pero ANAS no pudo concretarse y los lingotes se escabulleron de las manos de Mireya.
En el gobierno de Martín Torrijos, Camilo Alleyne, ministro de Salud, empezó a conformar las empresas que serían parte de la concesión administrativa, e implementar un plan ‘para desprestigiar la CSS, que empezó con acabar la fabricación de medicamentos desde la Caja’, afirma la doctora Guadalupe Reyes, para quien el ‘dietilenglicol fue una conspiración’.
La Junta Directiva de la CSS, bajo el mandato del profesor Juan Jované, no aprobó la compra porque tenían reservas. Sin embargo, se pasó por alto la decisión de la junta, compraron el veneno y lo echaron en los medicamentos. Así empezó el triste capítulo del dietilenglicol en la historia panameña. La CSS llevaba 35 años haciendo medicamentos y no había tenido problemas de intoxicación. ‘Era un sistema excelente de fabricación, que ni en Estados Unidos ni en Alemania funcionaba tan bien, la Caja fabricaba los mejores medicamentos y no tenías que pagar mucho. La conspiración les resultó a Alleyne y sus secuaces, pero les falló en cálculos y mataron más gente de lo que imaginaban’, recuerda indignada la doctora Reyes.
La Caja ya no fabrica sus propios medicamentos. Ese negocio pertenece a la empresa privada. La lógica mercantilista es fácil de deducir: para hacer negocio se desprestigia al mayor productor de medicamentos, al hospital público, a la institución que es piedra en el zapato. Después de eso es fácil privatizar.
El doctor Jorge Medrano entendió que había sido utilizado en este plan privatizador y renunció, habló con Reyes y otros médicos a quienes dijo: ‘yo voy a renunciar. No seré más garante en este proceso. No estoy de acuerdo con eso, pero ya estoy viejo. Son ustedes los que tienen que dar la lucha ahora’. Los documentos que evidenciaban las oscuras artimañas privatizadoras fueron entregados a la Comenenal y así empezó la lucha en contra de la privatización durante el 2007.
‘Ya tenían todo listo, todo preparado y nosotros les dijimos que no les íbamos a permitir que se quedaran con los 3 mil millones que constituyen el tesoro de nuestro país’, dice Reyes.