Un día triunfal

El 2 de enero de 1931 amaneció como ‘un día triunfal’ para los revolucionarios de Acción Comunal. Así lo musicalizaron en su himno. Y a...

El 2 de enero de 1931 amaneció como ‘un día triunfal’ para los revolucionarios de Acción Comunal. Así lo musicalizaron en su himno. Y aunque todavía hoy, se impone el misterio sobre la conducta de algunos miembros durante la asonada, nadie disputa que el jefe de Acción Comunal José Manuel Quirós, Arnulfo Arias y Ramón Mora, se arriesgaron en primera línea, durante el ataque a la Presidencia.

Para bien o para mal, todos se han referido a la actuación de Arnulfo Arias esa madrugada, menos una persona: él mismo. No se conoce una versión directa de Arias, acerca de los acontecimientos. Las contadas ocasiones que habló públicamente, se refirió al heroísmo ‘de los muchachos’ de Acción Comunal; así… en general. Juan Chevalier lo confirma: ‘Arnulfo no hablaba mucho sobre lo que ocurrió con el golpe del 31’. Revive que en una ocasión el periodista Ricardo Lince preguntó sobre Víctor Florencio Goytía, insinuando que el susto se había apoderado de él; pero el Dr. Arias inmediatamente le repuso: ‘Mire jovencito, el Dr. Goytía es una personalidad, es un panameño que merece todo el respeto. Las circunstancias en que él actuó son muy personales y todos debemos respetar’.

Al final, en algo le asistió la razón a Goytía: EU intervino. Pero no fue de la forma que él lo pronosticó. Que EU no hubiese apuntado sus armas contra los alzados, no significa que fuese ajeno al resultado: ‘Si bien el escogido por Acción Comunal para sustituir a Florencio Arosemena, era Harmodio Arias, el ministro [de EU en Panamá] Roy Tasco Davis fue quien impuso las condiciones para la sucesión presidencial’. Según Carlos Iván Zúñiga, al producirse el golpe, EU llamó al presidente de la Corte Suprema, Manuel Herrera y, por su conducto, enderezó un ultimátum a los alzados. El ministro Davis favorecía la sucesión constitucional el mismo 2 de enero, antes de las 5:00 p.m. El Presidente de la Corte ‘pavimentó airosamente el continuismo constitucional, con lo cual el golpe quedó congelado en la antesala de una pretendida o querida revolución’.

Pero si EU intervino al final ¿Cuál sería el balance de la proclamada revolución nacionalista? Alberto Correa, un allegado a Arnulfo Arias, llegó a decir que el Dr. Arias comentó alguna vez que ‘la revolución del 2 de enero, fracasó esa misma tarde cuando, en vez de constituir un gobierno de la revolución de facto, producto de la revolución tuvo que caer en manos de los políticos tradicionales, que, para buscar fórmulas de arreglo, decidieron colocar al frente del gobierno al Dr. Ricardo J. Alfaro, quien pertenecía a las figuras más conspicuas del chiarismo, era bien visto por los norteamericanos de Washington, y tenía además el visto bueno de Mr. Roy Tasco Davis, Ministro de los Estados Unidos en Panamá’.

Con todo, el balance de la revolución, observada bajo el prisma del nacionalismo, ganó importantes conquistas. Carlos Iván Zúñiga lo expuso de esta forma: ‘…moralmente aquel golpe fue un acto de reafirmación nacional, una especie de desafío al espíritu intervencionista del Bidlack-Mallarino de 1846, siniestramente actualizado y reencarnado en la cláusula VII del tratado de 1903 y en el Artículo 136 de la Constitución Política de 1904. Si las indicadas normas contractuales y constitucionales otorgaban a EU la facultad de intervenir en el país cuando fuere quebrantado el orden público, el 2 de enero de 1931 Acción Comunal se enfrentó al Artículo 136 de la Carta, al gobierno constituido, al Tratado General y al poder intervencionista del Gobierno de EU. La acción de los rebeldes fue consecuente con sus prédicas nacionalistas y autonómicas. También fue un acto de arrojo, de liberación, de reto; un pulso firme y resuelto contra un estatus de dependencia colonial. […] el 2 de enero de 1931 cambió en mucho el curso de la historia nacional. Los nuevos líderes fueron los actores de grandes transformaciones. En sus manos se amasó la arcilla de la Universidad de Panamá, el Tratado General de 1936 -hito singular del perfeccionamiento soberano-, y se dio un impulso fantástico al desarrollo de la seguridad social. Estas realizaciones y otras fraguaron un nuevo espíritu nacional, más identificado con tareas primordiales de un Estado en franco proceso de consolidación. En resumen, debo decir que el 2 de enero de 1931 tiene el mérito de haber desafiado las estructuras imperiales. En ese hecho radica su valor intrínseco. Sus actores quisieron encontrarse a sí mismos como panameños sin limitaciones’.

Esto apenas iniciaba. Casi diez años después de este golpe, cuando Arnulfo Arias asumió a la Presidencia de la República, ponderó que su triunfo derivaba de un anhelo de renovación que estalló en la Revolución de 1931. Para Arnulfo ese día se inició la revisión de ‘las bases fundamentales de la nacionalidad panameña.’

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