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- 23/10/2011 02:00
No había ni nueve personas. El cotidiano tráfico de la hora pico, cuando los carros salen disparados de las oficinas y el enjambre ansioso desborda las calles principales, retiene al resto de los integrantes del movimiento independiente ‘El Colectivo’ esperando por la bondad de algún taxista.
‘Me tuve que venir caminando desde Calle 50 hasta Perejil’, comenta uno mientras prende un cigarro al borde de la puerta de entrada, bajo un letrero que dice ‘Camaradas: es la hora de crecer para vencer’.
A medida que cae el sol, más gente llega a la sesión. Ahora son 13 de distintas organizaciones sociales los que debaten alrededor de una mesa rectangular.
El movimiento de los indignados que hubo a nivel mundial el sábado 15 de octubre, denominado World Revolution 15.O (Revolución Mundial 15.O), no tuvo la repercusión que esperaban en Panamá. Aquí, sienten, sobran motivos para indignarse, pero nadie lo demuestra.
AFUERA SÍ, ¿Y AQUÍ QUÉ?
Miles de personas de más de 80 países salieron a las calles en alrededor de 900 ciudades de todo el mundo para reclamar un ‘cambio global’ ante la situación económica, política y social. En Panamá, solamente 34 respondieron al llamado y, con pancartas, alzaron la voz en el Parque Porras bajo una persistente lluvia.
‘Lo digo con suma tristeza, en Panamá la mayoría de la población ha perdido la capacidad de indignarse. Lo del sábado le hizo más daño al movimiento de los indignados porque hemos sido el hazmerreír a nivel mundial’, apunta el abogado Miguel Antonio Bernal.
‘Una vez más, la población panameña le ha dado la espalda a un movimiento mundial que ha alcanzado poco a poco niveles de consideración y de respeto’, agrega.
Ese sábado, mientras las pancartas se mantenían estiradas y la gente persistía, un megáfono pasaba de mano en mano entre los manifestantes que le hicieron frente a la lluvia y llegaron al Parque Porras para defender sus derechos.
Los transeúntes, testigos inmediatos de esa tímida manifestación, observaban a los indignados con un dejo de indiferencia e incomprensión, igual que quienes esperaban su ómnibus en la parada sin techo, desnudos ante el aguacero.
Más personas, a cuentagotas, llegaron a la plaza. Los mismos fueron convocados a la 5 de Mayo por otras organizaciones. La falta de comunicación y diferencias entre las partes, que se arrastran de los años de opresión, dejan en evidencia otro problema al momento de manifestarse en Panamá: la mala organización.
‘El problema de Panamá es que falta organización. En la medida que la gente se vaya organizando, entonces va a aparecer más claramente el nivel de rechazo a la situación’, indica el economista Juan Jované.
En lo individual, Carlos Lee, de la Asamblea Ciudadana, entiende que los panameños ‘no tienen cultura de manifestarse’, y que aquí ha habido durante mucho tiempo una ‘desmovilización de la sociedad como tal’. Un quiste de tiempos totalitarios que parece no sanar aún.
Aris Rodríguez, integrante de El Colectivo, confiesa que le sorprendió la poca asistencia del sábado, pero a la vez se muestra optimista: ‘Creemos que poco a poco se va a unir más gente. Ya hemos visto caras nuevas, aunque no apoyen con su presencia, ayudan mediante las redes sociales (Twitter y Facebook) o algún medio de divulgación’.
EL FACTOR MIEDO
La violenta respuesta a la protesta que se vivió en Changuinola un año atrás, que dejó varios heridos y muertos en Bocas del Toro, todavía está latente en la memoria de muchos. El miedo a manifestarse en una cultura que castiga y reprime la queja, es un factor que muchos comparten a la hora de señalar la indiferencia en movimientos de indignados.
‘Hay que recordar que en este país está prácticamente prohibido salir a la calle a manifestarse o a protestar, y el que lo haga puede terminar en la cárcel. Obviamente que la gente tiene un temor hacia eso’, apunta Jované.
Otra causa: ‘El Estado panameño representa un porcentaje alto de los empleos de Panamá, y eso desde luego tiene mucha influencia en que la gente no se manifiesta’, indica Lee.
Al caer la noche, el movimiento del ‘15-O’ en Panamá llegó a su fin luego de que las 34 personas alzaron su voz tras varias horas bajo la lluvia. El resultado no fue el esperado, pero la búsqueda de justicia los mantiene motivados.
Por eso, después de dos horas de sesión de debate e intercambio de ideas en Perejil, los integrantes de organizaciones decidieron que el fin de semana del 29 y 30 de este mes habrá una acampada desde las 4:00 p.m. en la escalinata de la Cinta Costera. Una nueva oportunidad para que Panamá despierte y diga lo que siente.