El presidente Mulino cuestiona lo poco enérgicas que son las medidas cautelares de los jueces de garantías
- 09/02/2014 01:00
Al analizar de conjunto lo anotado hasta ahora apreciaremos que existen los elementos que explican el comportamiento del electorado, sin embargo y contradictoriamente, permiten cuestionar lo autónomo y libre de la voluntad de los sujetos o individuos en la sociedad, en el marco de la especificidad electoral.
La llamada voluntad popular expresada en las urnas en los comicios pasados fue una voluntad presa de un sistema de contradicciones, sobre determinada por éstas, y lo que es peor, una voluntad que partía de conciencias afectadas por las circunstancias y las angustias surgidas de las intensas luchas que precedieron de manera inmediata y mediata los acontecimientos.
ENFRENTAMIENTOS
En síntesis, un pueblo que en los cinco últimos años había protagonizado severos enfrentamientos con el régimen (cinco o seis jornadas de lucha reivindicativa de FENASEP, tomas de tierras, huelgas obreras de gran magnitud como la de marzo de 1986), arrinconado por una política económica y social contraria a sus intereses, estrangulado por la agresión económica de la potencia más poderosa del mundo, asfixiado por el acaparamiento de los militares en las decisiones y asuntos de administración gubernamental, frustrado por la inoperancia de las instituciones democráticas, privado de participar en la forja de su propio destino, asqueado por la corrupción, tanto pública como del sector privado, manipulado e instrumentalizado por los poderosos medios de información, desconcertado ante la crisis del sistema educativo, reducido a clientela por los políticos de viejo cuño, agredido, hostigado e intimidado por el Ejército Sur de los Estados Unidos de América; no tenía condiciones para actuar por su libre albedrío en un proceso definido en lo formal como democrático.
De modo que en la experiencia del 7 de mayo, el pueblo actuó coherentemente con la acumulación política y social que había experimentado, sobre todo, en los últimos doce años.
Sostenemos que en los últimos doce años, por cuanto que es a partir de la firma y ratificación de los tratados Torrijos-Carter en 1977, que se devela el proceso de reagrupamiento o rearticulación del bloque dominante. Este fenómeno que avanza a una velocidad inversamente proporcional a las transformaciones impulsadas por el reformismo en sus primeros diez años, merecería un examen más detenido del que nos es permitido en este esfuerzo, en virtud de lo específico de la materia analizada.
Anotaremos brevemente sin embargo, que posterior a la firma de los citados pactos, como expresión de aquella inconsistencia programática que señalaremos desde su inicio, a lo cual se sumaron las presiones políticas y el chantaje impuesto por los Estados Unidos, se da inicio a la reorganización del Estado panameño, mediante reformas constitucionales. Se crean en consecuencia, las nuevas reglas de participación política, que paradójicamente reduce los espacios conquistados por el pueblo y sus organizaciones.
Posterior a aquellas modificaciones a la Constitución de 1972, y las que le sucedieron (1978 y 1983), la oligarquía que había sido desplazada del ejercicio directo del poder político en 1968, es convocada por el propio reformismo, a participar del poder. A partir de entonces, no sólo retornan los viejos apellidos, sino que con ellos vienen aparejados, sus métodos señoriales y profundamente antidemocráticos de dominación, su estilo, sus valores y sus prejuicios sociales y políticos.
IV. LO ESENCIAL EN CONFLICTO FRENTE A LO APARENTE
A ¿Hubo fraude en las elecciones del 7 de mayo?
La formulación reiterada por la Alianza Democrática de Oposición Civilista en el sentido de que hubo fraude del gobierno en las elecciones pasadas merece una breve consideración. El que la sociedad panameña se planteara realizar elecciones en las circunstancias imperantes desde principios de 1988, y agravadas con la injerencia extranjera en las muy variadas formas que ésta asumió, fue desde el inicio una falacia política, un ‘truco’ condenado al fracaso, en la medida en que las bases en que se sustentaba eran de antemano extremadamente frágiles y evidentemente improcedentes.
Dicho de otro modo. Una vez definida la correlación de fuerzas políticas en los enfrentamientos de los meses de marzo, abril, mayo y junio (para citar un momento de agudización del enfrentamiento oposición-gobierno, o valga decir oposición + imperialismo -versus- Fuerzas de Defensa), en la que la alianza oligárquico imperialista había demostrado incapacidad para derrocar al régimen por la vía de hecho, era ilusorio pensar, que con mayor control del aparato militar, el poder sería transferido a los adversarios por ministerio de la ley o del voto.
De hecho, en la medida en que lo esencial del conflicto no era lo que se expresaba en los discursos (por lo menos el de la facción oposicionista), resultaba iluso esperar que tan sólo unos meses más tarde, sin contar con los presupuestos de inteligencia político-militar a su favor, la ADO-Civilista accedería a la primera magistratura del país.
De modo que el fraude que tanto ha ‘indignado’ a la oligarquía y a sus aliados del Departamento de Estado norteamericano, lo mismo que los sobresaltos producidos en algunos intelectuales de la pequeña burguesía y capas medias, tiene muy poco valor político para el análisis de la coyuntura, si se quiere ser coherente y científico. Lo esencial no es si hubo o no fraude sino cuales eran las posibilidades objetivas (más allá de los deseos de cada parte), de alterar el cuadro político y la correlación real mediante el sufragio.
TRES PROYECTOS - TRES SECTORES
Aun cuando la experiencia del 7 de mayo apareciera a simple vista como la confrontación de dos grandes bloques con sus respectivos proyectos político-sociales, corresponde precisar que en medio de la inmensa polarización, había un tercer sector, demasiado débil y disperso para proyectarse con su propio proyecto disputando el poder.
El proyecto histórico de la nación panameña, indisolublemente articulado al proyecto democratizador de corte popular, representa sin lugar a dudas ese tercer elemento, ese tercer sujeto de la contienda.
Presente, pero a la vez ausente, el pueblo y sus luchas una vez más se diluyeron en la lógica específica de un proceso electoral en el que se traficó con su miseria y se subordinó su deseo de independencia política.
El resentimiento de miles de ciudadanos que no veían en la propuesta del régimen una respuesta efectiva a sus penurias y frustraciones, sino la reiteración de las mismas con todo y el discurso y efectivo enfrentamiento nacionalista; y por otra parte fue manipuladamente convencido y calculadamente trabajado sobre esas mismas frustraciones y descontentos, que con ‘el cambio’ se resolvería la crisis ‘al día siguiente’ de la votación. Ese resentimiento constituyó uno de los factores de precondicionamiento ideológico y anímico de su actuación electoral. El gran ausente fue la vanguardia independiente, con la fuerza suficiente para conducir una propuesta patriótica democrática y popular.
V. LO NOVEDOSO EN LA PERSPECTIVA HISTÓRICA
Los pasados comicios, a diferencia de los anteriores de su tipo, arrojaron como saldo, luego de ochenta y seis años de vida republicana, un salto cualitativo en la política burguesa en Panamá. Se definieron y fortalecieron dos grandes corrientes políticas: la social democracia y la democracia cristiana, como los modernos representantes del poder hegemónico en Panamá. El liberalismo tradicional ha sido superado por entrar a la nueva forma de confrontación vigente hoy día en América Latina. Esto, a no dudarlo, inicia una nueva era en el decurso histórico social de la nación, en tanto que el pueblo tendrá que aprehender como experiencia propia, el fracaso de estos nuevos modelos de dominación del sistema, en el camino de construir el proyecto sustituto, el proyecto popular.
EXMAGISTRADA DE LA CORTE