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- 12/09/2011 02:00
PANAMÁ. 15 millones de personas sufren un accidente cerebrovascular cada año. De ese total, 5 millones mueren anualmente y 5 millones más quedan discapacitadas de por vida.
Ante tan considerable índice, las autoridades médicas de la región presentaron un informe el pasado jueves en la Tercera Conferencia latinoamericana de la Sociedad Internacional de Farmacoeconomía y la Investigación de Resultados (ISPOR), realizada en México.
Los expertos llegaron a la conclusión de que se necesitan acciones coordinadas y urgentes de parte de los gobiernos nacionales, sociedades médicas y organizaciones de pacientes para evitar una crisis de la salud pública. ‘Es una como una epidemia que ya está en curso. Los accidentes cerebrovasculares son una amenaza grave para la salud pública en América Latina’, señala el Dr. Carlos Cantú, Profesor del Programa de Los accidentes cerebrovasculares de la Universidad Nacional Autónoma de México en entrevista vía e-mail con Ego.
La fuente aclara que esta afección se agrava cuando un paciente padece de fibrilación auricular (FA), que no es más que ‘una enfermedad en la que las aurículas o cámaras superiores del corazón laten de una manera no coordinada y desorganizada, lo que produce un ritmo cardíaco rápido e irregular’.
Esto quiere decir que, en comparación con la población en general, las personas que padecen de fibrilación auricular tienen un riesgo de accidentes cerebrovasculares significativamente mayor. ‘Estos accidentes (cerebrovasculares) tienden a ser más severos, a ocasionar mayor discapacidad y tener desenlaces peores’, sostiene Cantú.
En consecuencia, relata el médico, es probable que estos ocasionen costos mayores para los sistemas de atención médica, a los sobrevivientes y a sus familias. ‘Para muchos pacientes, sobrevivir un trastorno de este tipo puede ser peor que morir’, dice.
Pero muy a pesar de que el panorama parezca trágico, los galenos aseguran que los accidentes cerebrovasculares relacionados con la fibrilación auricular, son evitables. ‘Debe existir una política de información en cada país sobre qué es un accidente cardiovascular y cuáles serían sus consecuencias. Por otro lado, hay que acudir al cardiólogo para la detección temprana de un paciente con FA para evitar el primer accidente cerebrovascular y luego seguir unas de terapias anticoagulantes’, advierte Cantú.
Sin embargo, experimentar un accidente cardiovascular no solo implica enfrentarnos a perder funciones básicas como caminar o hablar, sino también luchar contra cargas emocionales. ‘La persona afectada y sus familiares no están preparados para enfrentar la carga física, psicológica y económica que puede surgir por este hecho’, asegura la psicóloga Ana María Rosales. Lo mejor, recalca, es informarse bien. Por último, Cantú recomienda no caer en el vicio del tabaquismo y mantener una rutina de ejercicios y buena alimentación. ‘No fumar y comer menos grasas pueden evitarnos un dolor de cabeza mayor’, concluye.