• 30/04/2024 23:00

Candidato presidencial, voto y futuro gobernante

[...] todo ciudadano responsable debe ir más allá y seleccionar al “mejor de los mejores” [...]

Durante el proceso electoral 2024 en Panamá, hemos sido testigos de cómo las plataformas sociales, Facebook, Instagram, YouTube, y a la vez WhatsApp, han sido una herramienta política, que ha invadido todas las esferas de la sociedad, llegando directamente a los votantes que las usan, aunque parte de la población “desconectada”, ha seguido los mensajes y los debates por la radio y la televisión.

A pocos días de las elecciones, en general, la población ha sido informada, y se ha repetido miles de veces la necesidad de votar correctamente y a conciencia, aunque eso no quiere decir que los votantes vayan a seleccionar al candidato perfecto que necesita el país, dentro de las ocho candidaturas presidenciales por diversos motivos, y, por otro lado, sepan los “indecisos” por quien entregar su voto.

Sin duda, que en este momento, podría decirse que no existe candidato presidencial perfecto, pues dice un dicho, “el que quiera encontrar a la persona perfecta, que la busque en otro mundo...” , lo que conduce a un proceso de evaluar e identificar las cualidades del futuro gobernante, como son entre otros, su trayectoria de vida profesional o experiencia en la administración pública, y coherencia en su vida, liderazgo, prudencia, sencillez, conciliador, capacidad, honestidad, responsabilidad, que definan que podrán cambiar el rumbo de este país.

Por cierto, que en los debates los hemos conocido, han dado la cara al pueblo con sus verdades y mentiras, con sus cuestionamientos, ataques y acusaciones, entre ellos, y también por sus “memes”, apodos, y por las “promesas de un Panamá mejor”, de ser los únicos para resolver los problemas del país, de que saben hacerlo, y que lo van a hacer mejor, que los gobernantes anteriores, entre otros.

En cuanto a los debates han sido positivos, aunque tengan algo de show mediático, pero pienso que han servido para ayudar al elector a definir su voto con responsabilidad, y no por popularidad, al estilo de Instagram, con “más me gusta” o “más likes”, aunque posiblemente el voto ya esté condicionado por el clientelismo, amiguismo, o por las encuestas en la que hay que votar por un candidato que tiene las expectativas de ganar, por el “branding político”, o tal vez, simplemente porque se quiere mantener el “status quo”.

Sin embargo, todo ciudadano responsable debe ir más allá y seleccionar al “mejor de los mejores” candidatos presidenciales, que refleje ser una persona sincera, honesta, y comprometida en servir a su país, cumplir con lo prometido , mejorar la vida del panameño, teniendo presente, que “jamás esperes mucho de aquellas personas que prometen demasiado. Es mejor estar sorprendido que decepcionado”.

Y por lo que respecta al candidato presidencial electo, deberá poner en marcha esas ofertas electorales realistas que resolverán los problemas serios y graves que enfrenta este país y que reclaman una respuesta a gritos, en la esfera de la educación, desempleo, salud, seguridad ciudadana, corrupción, entre otras.

Pero, ¿cómo logrará esa renovación? Con recursos, es lo primero que se piensa, pero dice la Biblia: “Nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo; porque tal remiendo tira del vestido, y se hace peor la rotura. Ni echan vino nuevo en odres viejos; de otra manera los odres se rompen, y el vino se derrama, y los odres se pierden; pero echan el vino nuevo en odres nuevos, y lo uno y lo otro se conservan juntamente”.

Así, esos “odres nuevos”, esa ideas renovadoras, en las cuales los candidatos han reiterado trabajar por el bien común, el bien de la sociedad , exigen, por un lado, que éste deberá dejar atrás esos pensamientos individualistas o sus intereses personales, y, en segundo lugar, tiene que reconocer que para lograr esos cambios, debe transformar las estructuras y mentalidades tradicionales del Estado, de sus servidores públicos, colaboradores, de los empresarios, y de la sociedad en general, ya acostumbrados, a poner sus intereses personales sobre el de la colectividad.

Puede sonar utópico, pero el nuevo gobernante, con sus planes renovadores, tendrá que actuar, no solo en apariencia, sino también con carácter institucional, llevando esa transformación y satisfacción grupal a toda la sociedad, que se espera. Pero además, de ello, debe admitir, al estilo de Sócrates en El Critón, que “el Estado es como un padre, a quien hay que venerar y obedecer” y, por tanto todo acto que se realice ya sea de construir como de destruir el Estado, tiene consecuencias en el Estado y también sobre el individuo (Cadavid Guerrero, 2011).

La autora es catedrática de derecho penal
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