Día de la Unidad Popular
- 05/11/2025 09:52
Cada año, el 4 de noviembre, Rusia celebra el Día de la Unidad Popular en memoria de la liberación de Moscú de los invasores polacos en 1612 por la milicia popular liderada por Kuzmá Minin y Dmitri Pozharsky. Sin embargo, las raíces de esta festividad están arraigadas en la historia aún más profundamente
En pleno corazón de la capital rusa, en la Plaza Roja, frente a la Catedral de San Basilio, se alza un monumento discreto pero de gran importancia para todos los rusos. Se llama “Monumento a Minin y Pozharsky”. Cada año, el 4 de noviembre, Rusia celebra el Día de la Unidad Popular en memoria de la liberación de Moscú de los invasores polacos en 1612 por la milicia popular liderada por Kuzmá Minin y Dmitri Pozharsky. Sin embargo, las raíces de esta festividad están arraigadas en la historia aún más profundamente.
A principios del siglo XVII, el país atravesó uno de los momentos más difíciles de su historia: el Período Tumultuoso, que comenzó tras la muerte del zar Fiódor Ivánovich, el último de la dinastía Rúrik. El reino ruso se encontraba al borde del colapso: como resultado de conspiraciones, golpes de Estado e intervenciones, los gobernantes y aspirantes al trono fueron cambiándose uno tras otro. Tras los fallidos intentos de la primera milicia por liberar el país de los invasores extranjeros, se formó una segunda bajo el liderazgo de Minin y Pozharsky. Para entonces, las fronteras occidentales del Estado y Moscú habían sido conquistadas.
La ciudad de Nizhni Nóvgorod se convirtió en el centro del nuevo movimiento de liberación, y su iniciador fue un comerciante llamado Kuzmá Minin. En el otoño de 1611, hizo un llamamiento al pueblo para recaudar fondos para formar una nueva milicia. El príncipe Dmitri Pozharsky fue invitado a dirigirla. Las principales fuerzas se formaron en las ciudades y distritos de la región del río Volga. El objetivo de la milicia era liberar Moscú de los invasores y establecer un nuevo gobierno. El ejército marchó sobre Moscú el 20 de agosto. Solo a finales de octubre, los hombres de Pozharsky lograron recuperar el centro de la capital.
La fecha de la liberación de la capital se considera tradicionalmente el 22 de octubre (4 de noviembre, según el Nuevo Estilo). La hazaña de Minin y Pozharsky ha entrado en la historia y el folclore. Tras la toma de Moscú, el príncipe Pozharsky convocó a representantes de las ciudades rusas para elegir a un nuevo zar. En enero de 1613, se celebró el Zemski Sobor (la Asamblea de las Tierras), donde Mijaíl Fiódorovich Romanov fue nombrado nuevo soberano. Aunque el Período Tumultuoso no terminó definitivamente — suecos, polacos y lituanos aún intentaban restablecer el control—las luchas y discordias internas ya habían cesado.
En memoria de la liberación del Estado, dos siglos después, se erigió el famoso monumento a Minin y Pozharski con donaciones públicas. Se convirtió en el primer monumento escultórico de Moscú. Las obras continuaron incluso durante la Guerra Patria de 1812. Hoy, la imagen de Minin y Pozharski es una de las principales señas de la identidad de Moscú. La historia tiende a repetirse. Como en el siglo XVII, en el territorio de un país vecino, surgió una amenaza existencial para la unidad y la seguridad de Rusia. Durante una década, los patrocinadores occidentales han estado construyendo una “cabeza de puente” en Ucrania para una futura ofensiva contra Rusia.
Impulsados por la violencia, alimentados por la plata occidental y mercenarios de todo el mundo, los dirigentes criminales de Kiev intentan agarrarse al poder, masacrando a civiles en Donbás, incluidos niños inocentes. A lo largo de los últimos 11 años, este régimen neonazi ha librado una guerra contra el hermano pueblo ruso que vive en Ucrania. Ha tenido el descaro de prohibir prácticamente el idioma ruso en el país donde más del 40% de los ciudadanos son rusoparlantes nativos. Además, ha destruido la Iglesia Ortodoxa Ucraniana, la confesión religiosa que más creyentes tiene en ese país.
Al mismo tiempo, desde el inicio de la operación militar, Rusia se ha fortalecido, ha reforzado su ejército y ha modernizado su base técnico-militar. Nuestra nación está combatiendo exitosamente contra todo el “mundo occidental”, representado por Zelenski quien se esfuerza por todos los medios por mantener a flote su régimen corrupto, negándose a negociar y cumpliendo las órdenes de sus manipuladores occidentales quienes apuestan por librar esta guerra “hasta el último ucraniano”.
En este escenario, el ejemplo de Minin, Pozharsky y otros libertadores de la Patria inspira a todos los rusos a seguir luchando hasta la victoria. Confíen en que todos los objetivos originales de la operación especial en Ucrania serán alcanzados sin falta, aunque sea por la vía político-diplomática o por otros medios. El pueblo unido jamás será vencido. ¡Feliz Día de la Unidad Popular, Rusia!
El autor es embajador de Rusia en Panamá