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Los manzanillos y apostadores populares han desaparecido del boxeo panameño

El excampeón filipino Manny Pacquiao era uno de los que arrastraba gran público y fanáticos. |Cedida
El colonense Demetrio ‘Pambelé’ Ceballos fue muy popular en su época. |Cedida
El excampeón panameño Carlos ‘Púas’ Murillo también tuvo su séquito de manzanillos. |Cedida
  • 14/07/2025 00:00

Hoy, los escenarios en su mayoría son de fiestas, centros comerciales o locales de casinos

Las noches del boxeo panameño han cambiado una enormidad en los últimos años. Los locales, por ejemplo, en los que antes se hacían las funciones, nuestros acostumbrados gimnasios, ya poco se usan.

Es cierto, hubo ocasiones en que se utilizaban otros escenarios, buscando con ello copiar lo que acontecía a nivel internacional, donde se utilizaban salones de fiestas y patios al aire libre, entre otros, pero solo fueron excepciones. Hoy, los escenarios en su mayoría son de fiestas, centros comerciales o locales de casinos, donde también ha cambiado un poco o quizás bastante, el tipo de aficionado que concurre a los mismos.

Entre estos aficionados que aparentemente ya no concurren, por lo menos en nuestro Panamá, son los que alguna vez se les denominó: manzanillos, aquellos personajes que estaban en todas las jornadas boxísticas.

Parecían magos, porque sin pase alguno no solo encontraban la forma de entrar, sino de estar en la zona técnica. Nadie los invitaba, pero allí estaban, saltando, haciendo ruido y algunos hasta apostando. En la mayoría de las ocasiones solo conocían al protagonista de vista, quizás un saludo y hasta una breve conversación, pero conocen al amigo del amigo de la estrella, y esto era suficiente patente para arrogarse algunos derechos.

Personajes incómodos

Recordamos que, hace algunas décadas, los organizadores de las carteleras, cansados de estos imprudentes, buscaron mecanismos para que su protagonismo fuera el mínimo y que, entre otras cosas, no impidieran el trabajo de los medios de comunicación.

“Definitivamente que formaron parte de nuestro folclor y, como eran parte normal de nuestras funciones, algunos hasta gritaban a qué boxeador le iban”, destacó el expresidente de la Comisión de Boxeo de Panamá (Comibox), Miguel Prado.

Según Prado, lo más negativo de algunos de estos personajes era que apostaban públicamente, algo que enrarecía un poco el ambiente de las funciones de boxeo.

“Ese grupo de personas desaparecieron, existieron en su momento y apostaban fuerte, pero en las últimas cartillas no los vi y no creo que se den, porque en las funciones de hoy ya no hay una rivalidad entre los oponentes que motiven a apostar”, dijo.

Ahora, es posible que el aficionado de ahora no los recuerde porque, como en casi todas las actividades deportivas, solo se vive del presente, pero estos apostadores en toda la extensión de la palabra, venían desde tiempos ancestrales en el boxeo.

Estaban en las primeras filas; los más osados, hasta en las esquinas de su favorecido y, a la hora de la verdad, estaban tirando trompadas al aire, gritándoles al púgil de su predilección, y pegándole a la lona.

También existieron los fervientes gritones, aquellos que cumplían las mismas funciones que los apostadores, pero ellos de apostar nada, porque quizás no tuvieran ni para comprar una bebida.

Similares a los magos

Para recrearles un poco el actuar de estos personajes, en momentos parecían magos, porque ‘en un abrir y cerrar de ojos, en un pestañeo, se pasaban de una esquina a la otra’, y en otras Mimos porque ‘sus mímicas eran mucho más descriptivas’.

¡Ah! pero, no se les ocurriera decirles algo. Sus ojos se tornaban amenazadores, aunque si los conocías, su mirada era más conciliadora, hasta tierna, pero solo con el propósito de que le permitiera seguir allí. Te conocían y sabían que estabas trabajando, pero con tu consentimiento deseaban seguir en ese privilegiado lugar, pasara lo que pasara.

El veterano periodista panameño Alberto Henríquez al hablar del tema se concentra en los manzanillos, dejando a un lado a los nocivos apostadores. “Allí lo veíamos en cada esquina, gritando “jab, abajo, bolo, sube las manos, ya está listo, síguelo, está cogío, etc. Les ponían mucha salsa a las veladas de boxeo”, destacó.

Henríquez fue mucho más contundente y citó algunos nombres de quienes formaron ese séquito especial, a los cuales llamó: “manzanillos”, “segundas” y “colados”.

“Como si fuese hoy, aún recuerdo a esos eternos seguidores de tuerca y tornillo. Recordamos a Ricky Jiménez y ‘Chiquito’ con el ‘Mocho’ Luján; al Prof. Malcolm con el ‘Cieguito’; y Carrasquilla tenía su combo con Campa Butcher y los hermanos de Pellín Ávila”, destacó.

“Eusebio no se quedaba atrás. Tenía un combo bravo como Fello, Carlito y su tío Maga, entre otros; los del Cholo eran un montón, pero recordamos a ‘Pototo’, Julio, ‘Pereque’; y el ‘Ñato’ tenía sus asesores igualmente en las figuras de ‘Chachi’ Gómez y Junny”, apuntó. “Nadie sabe cómo hacían, pero estaban en el ringside, estorbando a quienes pagaban, aunque formaban parte también del espectáculo. Nadie se atrevía a decirles nada”, añadió.

Pero el verdadero pandemonio, el verdadero dolor de cabeza, aún no había llegado. A la hora de escuchar la decisión de los jueces o sencillamente de que el combate hubiera llegado a su fin, eran los primeros en subir al ring... eran hechiceros.

Un detalle. Los que subían al ring eran los limpios, porque los que apostaban se mantenían abajo, al acecho del resultado o muy cerca de la persona con las que habían apostado o muy lejos, dependiendo de los resultados, que en muchos casos podían intuirse.

En cuanto a los limpios, como dijimos, ya se habían subido al ring, dado su vuelta por el ring, saludado a los púgiles y hasta mecido en varias ocasiones en las cuerdas, esperando el momento adecuado para abrazar al ganador, tal vez, hasta para cargarlos en hombros y ser parte de la celebración.

Manzanillos, nadie los invitaba, pero allí estaban, saltando, haciendo ruido y algunos hasta apostando. En la mayoría de las ocasiones solo conocían al protagonista de vista, quizás un saludo y hasta una breve conversación.