Alerta regional por expansión del barrenador: Panamá concentra la producción y México construye nueva planta
- 01/09/2025 00:00
El brote del gusano barrenador del ganado afecta a toda Centroamérica y México, con Panamá como epicentro de la producción de insectos estériles para frenar la plaga. Estados Unidos confirma su primer caso humano en más de 50 años La crisis sanitaria regional por el gusano barrenador del ganado (Cochliomyia hominivorax) escaló a una nueva etapa esta semana, tras confirmarse el primer caso humano en Estados Unidos, en un paciente de Maryland que había viajado a Centroamérica.
El hallazgo reavivó la alerta internacional sobre una plaga que, desde 2023, resurgió en Panamá y se ha expandido a todos los países de Centroamérica y México, con graves consecuencias para la salud animal, la salud pública y la economía ganadera.
En Panamá, el boletín epidemiológico de la Comisión Panamá–Estados Unidos para la Erradicación y Prevención del Gusano Barrenador del Ganado (Copeg) reporta, hasta la semana 28 de 2025 —del 6 al 12 de julio—, un acumulado de 49,578 casos, con 672 nuevos diagnósticos en la última semana registrada. Del total, el 85 % corresponde a bovinos, pero también se han confirmado 161 casos en humanos y múltiples reportes en especies domésticas y silvestres, entre los que destacan venados, mulas, kinkajú, conejos, perezosos, puercoespines y leopardos, lo que refleja la amplitud del impacto.
La situación es crítica en varios países. Actualmente, el gusano barrenador permanece en fase de erradicación en Panamá, con casos detectados en todas las provincias, excepto en la comarca Guna Yala. A nivel regional, también se han reportado casos en Costa Rica, Nicaragua, Honduras, Guatemala, El Salvador, Belice y México, donde las autoridades sanitarias han reactivado programas de vigilancia y control. En tanto, una actualización de la página de Copeg redirige al internauta a consultar las estadísticas de cada país.
México notificó recientemente un brote en Veracruz, a menos de 600 kilómetros de la frontera con Estados Unidos, lo que encendió las alarmas en el USDA y llevó a restricciones en el movimiento de ganado.
En los últimos 25 años, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos ha invertido más de $325 millones en actividades operativas de Copeg, mejoras de infraestructura y apoyo regional en Panamá. “Esta inversión contribuye a la salud y seguridad alimentaria en toda la región”, señaló Copeg a La Estrella de Panamá a través de la Embajada de Estados Unidos en el país.
La mosca adulta Cochliomyia hominivorax deposita entre 200 y 300 huevos en la piel del ganado, los animales silvestres y los seres humanos. Al eclosionar, las larvas se alimentan del tejido vivo y provocan una gusanera o miasis cutánea.
Panamá, en trabajo conjunto con Estados Unidos, logró erradicar el gusano barrenador de Centroamérica después de casi dos décadas. Los esfuerzos iniciaron en 1998 y, en 2006, el país inauguró la única planta productora de moscas estériles. Durante casi veinte años (2006–2023), Copeg mantuvo con éxito la barrera biológica en Darién. La técnica del insecto estéril (SIT, por sus siglas en inglés) ha sido uno de los pilares en el control y la erradicación del parásito.
Posibles causas del resurgimiento El panorama actual presenta varios factores que favorecen el resurgimiento del gusano barrenador en Panamá y la región. En primer lugar, el hato ganadero de Darién ha crecido exponencialmente: pasó de unas 22,000 cabezas en 1984, cuando inició el programa de erradicación, a más de 250,000 en la actualidad, lo que aumenta la población vulnerable al parásito.
A esto se suman las condiciones ambientales. La mosca se desarrolla en climas cálidos y húmedos, y cuanto más elevadas son estas condiciones, más rápido completa su ciclo de vida, acelerando la eclosión de sus huevos. Hoy, el insecto encuentra un escenario perfecto para reproducirse.
Otro factor crítico es el movimiento de animales. El traslado de reses infectadas y la evasión de puestos de control facilita la propagación del parásito hacia zonas previamente declaradas libres.
También persisten malas prácticas de manejo animal, tanto en fincas como en hogares. Entre ellas destacan las heridas que no se atienden hasta su cicatrización completa, descuernes y castraciones sin tratamiento, marcajes y colocación de aretes sin cuidados posteriores, el descuido en el recorte de pezuñas y la falta de atención adecuada al cordón umbilical de los recién nacidos. Estas prácticas abren puertas a infestaciones y complican la lucha por mantener al país libre del gusano barrenador.
Educación y vigilancia, claves para la erradicación Durante el Consejo de Gabinete Ampliado, que se realizó en Metetí, provincia de Darién, el 21 de agosto, el director de Copeg, Carlos Moreno, conversó con este medio y advirtió que en estos momentos, la región atraviesa una “emergencia sanitaria” y destacó que la plaga no solo amenaza la ganadería, sino también la salud pública. “Estamos en un punto de inflexión: debemos fortalecer la comunicación con los productores, educar a la población y ampliar la capacidad científica para generar más moscas estériles”, explicó.
El Ministerio de Desarrollo Agropecuario (MIDA), a través de su director de Salud Animal, Reinaldo Vivero, subrayó que la prevención es clave: “Minimizar las heridas en el ganado, tratarlas adecuadamente y evitar la dispersión de larvas vivas puede marcar la diferencia en la reducción de casos”.
Por su parte, el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) apoyó con la entrega de 150 kits de control y capacitaciones a productores en Darién, zona que históricamente funcionó como barrera biológica para contener el avance desde Colombia.
Para combatir la mosca, Copeg incrementó su capacidad de producción en la planta de Pacora, pasando de 20 millones a más de 109 millones de pupas estériles por semana, y ampliando la dispersión aérea a 26 vuelos semanales en la región. Sin embargo, la demanda supera esa capacidad: para contener el brote se estima necesario liberar al menos 500 millones de moscas estériles semanalmente.
Ante esa brecha, México inició en julio la construcción de una planta en el sur del país, con una inversión de $51 millones por parte de Estados Unidos, diseñada para producir cientos de millones de moscas estériles adicionales y reforzar la contención antes de que la plaga avance hacia territorio estadounidense.
El último brote de gusano barrenador en Estados Unidos se registró hace más de medio siglo. Desde entonces, Estados Unidos ha destinado millones de dólares en apoyo a Copeg. Hoy, con casos humanos confirmados y la plaga expandida en Mesoamérica, la cooperación internacional vuelve a ser crucial para evitar pérdidas multimillonarias y un retroceso sanitario que comprometería la seguridad alimentaria de la región.
La crisis sanitaria regional por el gusano barrenador del ganado (Cochliomyia hominivorax) escaló a una nueva etapa esta semana, tras confirmarse el primer caso humano en Estados Unidos, en un paciente de Maryland que había viajado a Centroamérica.
El hallazgo reavivó la alerta internacional sobre una plaga que, desde 2023, resurgió en Panamá y se ha expandido a todos los países de Centroamérica y México, con graves consecuencias para la salud animal, la salud pública y la economía ganadera.
En Panamá, el boletín epidemiológico de la Comisión Panamá–Estados Unidos para la Erradicación y Prevención del Gusano Barrenador del Ganado (Copeg) reporta, hasta la semana 28 de 2025 —del 6 al 12 de julio—, un acumulado de 49,578 casos, con 672 nuevos diagnósticos en la última semana registrada. Del total, el 85 % corresponde a bovinos, pero también se han confirmado 161 casos en humanos y múltiples reportes en especies domésticas y silvestres, entre los que destacan venados, mulas, kinkajú, conejos, perezosos, puercoespines y leopardos, lo que refleja la amplitud del impacto.
La situación es crítica en varios países. Actualmente, el gusano barrenador permanece en fase de erradicación en Panamá, con casos detectados en todas las provincias, excepto en la comarca Guna Yala. A nivel regional, también se han reportado casos en Costa Rica, Nicaragua, Honduras, Guatemala, El Salvador, Belice y México, donde las autoridades sanitarias han reactivado programas de vigilancia y control. En tanto, una actualización de la página de Copeg redirige al internauta a consultar las estadísticas de cada país.
México notificó recientemente un brote en Veracruz, a menos de 600 kilómetros de la frontera con Estados Unidos, lo que encendió las alarmas en el USDA y llevó a restricciones en el movimiento de ganado.
En los últimos 25 años, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos ha invertido más de $325 millones en actividades operativas de Copeg, mejoras de infraestructura y apoyo regional en Panamá. “Esta inversión contribuye a la salud y seguridad alimentaria en toda la región”, señaló Copeg a La Estrella de Panamá a través de la Embajada de Estados Unidos en el país.
La mosca adulta Cochliomyia hominivorax deposita entre 200 y 300 huevos en la piel del ganado, los animales silvestres y los seres humanos. Al eclosionar, las larvas se alimentan del tejido vivo y provocan una gusanera o miasis cutánea.
Panamá, en trabajo conjunto con Estados Unidos, logró erradicar el gusano barrenador de Centroamérica después de casi dos décadas. Los esfuerzos iniciaron en 1998 y, en 2006, el país inauguró la única planta productora de moscas estériles. Durante casi veinte años (2006–2023), Copeg mantuvo con éxito la barrera biológica en Darién. La técnica del insecto estéril (SIT, por sus siglas en inglés) ha sido uno de los pilares en el control y la erradicación del parásito.
El panorama actual presenta varios factores que favorecen el resurgimiento del gusano barrenador en Panamá y la región. En primer lugar, el hato ganadero de Darién ha crecido exponencialmente: pasó de unas 22,000 cabezas en 1984, cuando inició el programa de erradicación, a más de 250,000 en la actualidad, lo que aumenta la población vulnerable al parásito.
A esto se suman las condiciones ambientales. La mosca se desarrolla en climas cálidos y húmedos, y cuanto más elevadas son estas condiciones, más rápido completa su ciclo de vida, acelerando la eclosión de sus huevos. Hoy, el insecto encuentra un escenario perfecto para reproducirse.
Otro factor crítico es el movimiento de animales. El traslado de reses infectadas y la evasión de puestos de control facilita la propagación del parásito hacia zonas previamente declaradas libres.
También persisten malas prácticas de manejo animal, tanto en fincas como en hogares. Entre ellas destacan las heridas que no se atienden hasta su cicatrización completa, descuernes y castraciones sin tratamiento, marcajes y colocación de aretes sin cuidados posteriores, el descuido en el recorte de pezuñas y la falta de atención adecuada al cordón umbilical de los recién nacidos. Estas prácticas abren puertas a infestaciones y complican la lucha por mantener al país libre del gusano barrenador.
Durante el Consejo de Gabinete Ampliado, que se realizó en Metetí, provincia de Darién, el 21 de agosto, el director de Copeg, Carlos Moreno, conversó con este medio y advirtió que en estos momentos, la región atraviesa una “emergencia sanitaria” y destacó que la plaga no solo amenaza la ganadería, sino también la salud pública. “Estamos en un punto de inflexión: debemos fortalecer la comunicación con los productores, educar a la población y ampliar la capacidad científica para generar más moscas estériles”, explicó.
El Ministerio de Desarrollo Agropecuario (MIDA), a través de su director de Salud Animal, Reinaldo Vivero, subrayó que la prevención es clave: “Minimizar las heridas en el ganado, tratarlas adecuadamente y evitar la dispersión de larvas vivas puede marcar la diferencia en la reducción de casos”.
Por su parte, el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) apoyó con la entrega de 150 kits de control y capacitaciones a productores en Darién, zona que históricamente funcionó como barrera biológica para contener el avance desde Colombia.
Para combatir la mosca, Copeg incrementó su capacidad de producción en la planta de Pacora, pasando de 20 millones a más de 109 millones de pupas estériles por semana, y ampliando la dispersión aérea a 26 vuelos semanales en la región. Sin embargo, la demanda supera esa capacidad: para contener el brote se estima necesario liberar al menos 500 millones de moscas estériles semanalmente.
Ante esa brecha, México inició en julio la construcción de una planta en el sur del país, con una inversión de $51 millones por parte de Estados Unidos, diseñada para producir cientos de millones de moscas estériles adicionales y reforzar la contención antes de que la plaga avance hacia territorio estadounidense.
El último brote de gusano barrenador en Estados Unidos se registró hace más de medio siglo. Desde entonces, Estados Unidos ha destinado millones de dólares en apoyo a Copeg. Hoy, con casos humanos confirmados y la plaga expandida en Mesoamérica, la cooperación internacional vuelve a ser crucial para evitar pérdidas multimillonarias y un retroceso sanitario que comprometería la seguridad alimentaria de la región.