Análisis advierte que impacto arancelario en los precios redefine el comercio internacional
- 14/05/2025 01:00
Un estudio de la consultora BCG sobre los nuevos aranceles impuestos por Estados Unidos, que abarcan una amplia gama de países y sectores, marca el comienzo de una nueva era en las relaciones comerciales globales A partir de este miércoles 14 de mayo, Estados Unidos y China comenzarán el recorte de los impuestos a la importación de los productos de la contraparte durante 90 días, luego de acordarlo el pasado 12 de mayo, dando un paso atrás en su guerra arancelaria que viene sacudiendo a los mercados financieros e intensificó las tensiones comerciales.
Previo al acuerdo, la consultora Boston Consulting Group (BCG) a través de su Centro de Geopolítica, dio a conocer un análisis sobre los nuevos aranceles anunciados por EE.UU., donde señalan aspectos importantes sobre las implicaciones de estos anuncios, incluyendo un “arancel base mínimo” del 10 % y “aranceles comerciales recíprocos” más altos sobre bienes provenientes de unos 60 países, amplían significativamente los objetivos comerciales de la administración del presidente estadounidense, Donald Trump.
La situación pasa de enfocarse en unas pocas naciones y sectores específicos a abarcar la gran mayoría de la economía mundial. Además del aumento de costos para las empresas y consumidores estadounidenses, dos cosas son claras.
El reporte primero se centra en la nueva era de relaciones comerciales y económicas. Los aranceles del presidente Trump, que se suman a los ya existentes, superan con creces el alcance de acuerdos bilaterales o sectores estratégicos puntuales. Segundo, la incertidumbre será un rasgo dominante del comercio global en el futuro previsible. Esto no solo se refiere a la posibilidad de nuevos aranceles (la próxima semana, mes o año), sino también a la estabilidad y confiabilidad de las relaciones comerciales de EE.UU. y sus consecuencias a nivel mundial.
La toma de decisiones empresariales se ha vuelto mucho más compleja. Toda empresa, sin importar su sector o ubicación, debe incorporar los aranceles y la incertidumbre asociada en sus modelos de planificación y modelo operativo.
La realidad hoy de los aranceles de EE.UU. Antes del 2 de abril, la segunda administración Trump había apuntado o amenazado con aranceles a unos pocos socios comerciales (como China, México, Canadá y la UE) y a ciertas industrias (como la automotriz y la del acero y aluminio). Ahora, el presidente ha impuesto aranceles amplios destinados a corregir desequilibrios comerciales entre EE.UU. y sus socios internacionales.
Está previsto que estos nuevos aranceles se implementen rápidamente: el arancel global base del 10 % entró en vigor el 5 de abril y los aranceles específicos por país el 9 de abril. Canadá y México quedaron exentos de estos nuevos aranceles, pero aún están sujetos a medidas anteriores, con ciertas excepciones sectoriales y específicas por producto, así como a los aranceles globales sobre acero y aluminio.
Estos nuevos aranceles se “acumularán” sobre la mayoría de los aranceles ya vigentes, salvo algunas excepciones como los aranceles de la Sección 232 (por ejemplo, sobre acero, aluminio y automóviles). Todos los autos importados ya estaban sujetos a un arancel del 25 % bajo una medida previa de la Sección 232. Las tasas de los aranceles del “comercio recíproco” van desde el 10 % base hasta un 50 % en el caso de Lesoto. El total de aranceles sobre bienes procedentes de China aumentará al 54 % (ya que no recibió la exención otorgada a Canadá y México), y esas tasas podrían alcanzar hasta el 74 % si también se impone el arancel propuesto sobre países que compran petróleo venezolano. Existen exenciones para ciertos productos considerados estratégicamente importantes para EE.UU., incluidos los productos farmacéuticos, semiconductores y ciertos metales, minerales y recursos energéticos.
Los analistas están a la espera de que la mayoría de los países afectados intenten negociar con la administración Trump y, al mismo tiempo, adopten represalias con aranceles propios u otras medidas comerciales y no comerciales. Por ejemplo, la UE anunció una ventana de cuatro semanas para negociar antes de aplicar medidas de represalia. Un nuevo frente en esta guerra comercial podría abrirse con la imposición de aranceles a los servicios estadounidenses (como plataformas de streaming, servicios en la nube y software), sectores enormes de la economía de EE.UU. que hasta ahora habían quedado al margen.
A partir de este miércoles 14 de mayo, Estados Unidos y China comenzarán el recorte de los impuestos a la importación de los productos de la contraparte durante 90 días, luego de acordarlo el pasado 12 de mayo, dando un paso atrás en su guerra arancelaria que viene sacudiendo a los mercados financieros e intensificó las tensiones comerciales.
Previo al acuerdo, la consultora Boston Consulting Group (BCG) a través de su Centro de Geopolítica, dio a conocer un análisis sobre los nuevos aranceles anunciados por EE.UU., donde señalan aspectos importantes sobre las implicaciones de estos anuncios, incluyendo un “arancel base mínimo” del 10 % y “aranceles comerciales recíprocos” más altos sobre bienes provenientes de unos 60 países, amplían significativamente los objetivos comerciales de la administración del presidente estadounidense, Donald Trump.
La situación pasa de enfocarse en unas pocas naciones y sectores específicos a abarcar la gran mayoría de la economía mundial. Además del aumento de costos para las empresas y consumidores estadounidenses, dos cosas son claras.
El reporte primero se centra en la nueva era de relaciones comerciales y económicas. Los aranceles del presidente Trump, que se suman a los ya existentes, superan con creces el alcance de acuerdos bilaterales o sectores estratégicos puntuales. Segundo, la incertidumbre será un rasgo dominante del comercio global en el futuro previsible. Esto no solo se refiere a la posibilidad de nuevos aranceles (la próxima semana, mes o año), sino también a la estabilidad y confiabilidad de las relaciones comerciales de EE.UU. y sus consecuencias a nivel mundial.
La toma de decisiones empresariales se ha vuelto mucho más compleja. Toda empresa, sin importar su sector o ubicación, debe incorporar los aranceles y la incertidumbre asociada en sus modelos de planificación y modelo operativo.
Antes del 2 de abril, la segunda administración Trump había apuntado o amenazado con aranceles a unos pocos socios comerciales (como China, México, Canadá y la UE) y a ciertas industrias (como la automotriz y la del acero y aluminio). Ahora, el presidente ha impuesto aranceles amplios destinados a corregir desequilibrios comerciales entre EE.UU. y sus socios internacionales.
Está previsto que estos nuevos aranceles se implementen rápidamente: el arancel global base del 10 % entró en vigor el 5 de abril y los aranceles específicos por país el 9 de abril. Canadá y México quedaron exentos de estos nuevos aranceles, pero aún están sujetos a medidas anteriores, con ciertas excepciones sectoriales y específicas por producto, así como a los aranceles globales sobre acero y aluminio.
Estos nuevos aranceles se “acumularán” sobre la mayoría de los aranceles ya vigentes, salvo algunas excepciones como los aranceles de la Sección 232 (por ejemplo, sobre acero, aluminio y automóviles). Todos los autos importados ya estaban sujetos a un arancel del 25 % bajo una medida previa de la Sección 232. Las tasas de los aranceles del “comercio recíproco” van desde el 10 % base hasta un 50 % en el caso de Lesoto. El total de aranceles sobre bienes procedentes de China aumentará al 54 % (ya que no recibió la exención otorgada a Canadá y México), y esas tasas podrían alcanzar hasta el 74 % si también se impone el arancel propuesto sobre países que compran petróleo venezolano. Existen exenciones para ciertos productos considerados estratégicamente importantes para EE.UU., incluidos los productos farmacéuticos, semiconductores y ciertos metales, minerales y recursos energéticos.
Los analistas están a la espera de que la mayoría de los países afectados intenten negociar con la administración Trump y, al mismo tiempo, adopten represalias con aranceles propios u otras medidas comerciales y no comerciales. Por ejemplo, la UE anunció una ventana de cuatro semanas para negociar antes de aplicar medidas de represalia. Un nuevo frente en esta guerra comercial podría abrirse con la imposición de aranceles a los servicios estadounidenses (como plataformas de streaming, servicios en la nube y software), sectores enormes de la economía de EE.UU. que hasta ahora habían quedado al margen.