Brecha del sector filantrópico: donaciones privadas apenas representan entre el 0.2 % y 0.3 % del PIB, por debajo de las economías desarrolladas

Las donaciones aportan al bienestar de las personas.
  • 02/11/2025 00:00

Este bajo nivel de donación contrasta con el crecimiento sostenido de la riqueza regional, según el informe ‘Cinco agendas para activar la transformación del sector filantrópico en América Latina y el Caribe’

“El sector filantrópico tiene un gran potencial de contribución, pero opera muy por debajo de los recursos y los desafíos de la región”, advierte el nuevo informe titulado “Cinco agendas para activar la transformación del sector filantrópico en América Latina y el Caribe”, elaborado por The Resource Foundation y Dalberg Advisors, con respaldo de la Fundación Rockefeller.

El estudio analiza el papel actual de la filantropía y concluye que las donaciones filantrópicas en América Latina y el Caribe son mucho menor que en otras regiones del mundo, a pesar de que las necesidades siguen aumentando.

El informe arroja que, en promedio, las donaciones privadas en la región representan entre el 0.2% y 0.3% del PIB, lejos de países como Estados Unidos (1.5 %), Canadá (1 %) y Reino Unido (0.96 %), e incluso 50 % menor que economías comparables como Indonesia o Sudáfrica (ambas en -0.4 %).

De hecho, la región se ubica consistentemente en los puestos bajos del World Giving Index, que mide generosidad con base en donaciones, voluntariado y ayuda a desconocidos. Y enfatiza en que ese bajo nivel de donación contrasta con el crecimiento sostenido de la riqueza regional.

De acuerdo con Oxfam, en enero de 2024, América Latina y el Caribe contaba con 98,000 millonarios que acumulaban $480,800 millones, equivalentes al PIB conjunto de Chile y Ecuador. Y, desde 2000, esas fortunas crecieron 368 %, casi seis veces más rápido que la economía regional; pero esa expansión de riqueza no se ha traducido en una participación filantrópica proporcional.

El BID señala en su publicación de 2024 “Las complejidades de la desigualdad en América Latina y el Caribe”, que el contraste es aún mayor si se considera que el 10 % más rico gana 12 veces más que el 10 % más pobre, y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) afirma que casi 200 millones de personas viven en pobreza y 70 millones en pobreza extrema (pobreza total ~270 millones de personas).

El análisis alerta, además, que esa desigualdad estructural se agrava con los efectos climáticos extremos, como demostró recientemente el Índice de Vulnerabilidad al Financiamiento Climático (CliF), que coloca a ocho países de América Latina y el Caribe entre los más vulnerables del planeta al combinar su exposición a eventos extremos y sus capacidades financieras.

Según el estudio, esta brecha responde a la filantropía informal y la baja confianza en las organizaciones. Según el Latinobarómetro 2024, solo 27% de los latinoamericanos confía en las organizaciones no gubernamentales (ONG).

Aunado a lo anterior, la ayuda internacional también se ha reducido drásticamente, dado que un importante número de países están reduciendo sus presupuestos de cooperación, lo cual representa un desafío significativo para la región de América Latina y el Caribe. Solo el cierre de USAID, por ejemplo, representó la salida de más de $2,300 millones, con impactos importantes en Guatemala, Honduras y Colombia. Otros donantes como Alemania y Reino Unido también han recortado su apoyo.

En respuesta, este nuevo informe destaca la urgente necesidad de fortalecer la filantropía local y regional para garantizar la continuidad de las iniciativas transformadoras en beneficio de las comunidades de la región.

“En todo el mundo, la filantropía desempeña un papel fundamental al unir aliados, movilizar recursos y ampliar soluciones que mejoran la vida y el bienestar de las personas”, afirmó Elizabeth Yee, Vicepresidenta Ejecutiva de Programas de la Fundación Rockefeller.

Ante a este escenario, el estudio propone cinco agendas estratégicas para transformar la filantropía en la región: colaboración radical, movilización de recursos locales, inversión con propósito, liderazgo local y profesionalización del sector.