El valor económico de los humedales impulsa el desarrollo sostenible

Los humedales de Darién son de importancia ecológica al ofrecer una variedad de bienes y servicios a las comunidades aledañas.
Son sumideros de carbono.
Son hábitat de especies amenazadas.
San San Pond Sak.
Los humedales son vitales por su biodiversidad, y económicamente cruciales para las comunidades locales.
Humedal Matusagaratí, en Darién.
Por

  • 16/11/2025 00:00

Expertos y autoridades ambientales coinciden en que los humedales panameños aportan miles de dólares por hectárea al año en servicios ecosistémicos y sostienen la economía costera

La economía panameña posee una fuente de riqueza silenciosa que no figura en los indicadores del Producto Interno Bruto: los humedales.

Más allá de su belleza natural, estos ecosistemas constituyen activos ambientales estratégicos que sostienen la pesca artesanal, la seguridad alimentaria, el turismo ecológico y la resiliencia frente al cambio climático.

El tema cobró fuerza en el reciente Café Científico organizado por la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Senacyt), donde investigadores de distintas universidades expusieron los avances científicos en torno a los sitios Ramsar —humedales de importancia internacional—, mientras el Ministerio de Ambiente (MiAmbiente) actualizó las cifras económicas que confirman su valor tangible.

Según el economista Eustorgio Jaén, de la Dirección de Política Ambiental de MiAmbiente, el valor económico de los manglares panameños oscila entre $395 y $8,158 por hectárea al año, dependiendo de su calidad ecológica.

Estos cálculos combinan su uso directo (leña, corteza, pesca), uso indirecto (protección de costas, captura de carbono, hábitat de especies) y su valor de existencia como patrimonio natural.

Estudios de MarViva del año 2014 corroboran estas cifras: el manglar de Montijo tiene un valor estimado de $6,741 por hectárea/año, y el de David, $6,923, lo que confirma que el capital natural costero del país genera retornos económicos similares a sectores productivos formales.

En el plano legal, la Resolución JD N.º 1 de 2008 fija una tasa de $150,000 por hectárea para permisos de tala y una sanción de $300,000 por tala ilegal, reflejando el valor que el Estado asigna a estos ecosistemas.

Matusagaratí: el humedal que marcó un hito científico

Indra Candanedo, investigadora de la Universidad Tecnológica de Panamá, explicó que tras cinco años de estudios financiados por Senacyt, se definió la extensión total del complejo de humedales de Matusagaratí, en Darién, abarcando 56,000 hectáreas.

Este humedal, ahora reconocido como sitio Ramsar desde julio de 2024, es uno de los más diversos del país. Contiene el 25 % de las aves y peces identificados en Panamá, además de grandes depredadores como jaguares y pumas.

Los estudios también confirmaron la presencia de turberas en bosques de orey —depósitos de materia orgánica en descomposición que no se ha descompuesto por las condiciones de anegamiento y falta de oxígeno—, reportadas por primera vez en el Pacífico panameño, lo que incrementa su valor ecológico y de almacenamiento de carbono.

El equipo científico publicó ocho artículos en revistas indexadas y formó a nuevos investigadores, generando conocimiento aplicado para la gestión sostenible del humedal.

El próximo paso, señaló Candanedo, es impulsar el ecoturismo y la educación ambiental, con apoyo comunitario y monitoreo participativo, siguiendo las orientaciones de la Convención Ramsar.

Damani-Guariviara: el reservorio del Caribe

Alicia Ibáñez, del Centro de Estudios y Acción Social Panameño (Ceaspa), destacó el papel del humedal Damani-Guariviara, en la comarca Ngäbe-Buglé, como el sistema de bosques inundables de agua dulce más extenso del país.

Este sitio Ramsar, junto con la isla Escudo de Veraguas, actúa como un sumidero natural de carbono y refugio de biodiversidad única.

Ibáñez alertó sobre las presiones humanas y ambientales que amenazan su equilibrio, desde la tala hasta el cambio en el uso del suelo.

Subrayó que protegerlo es una inversión ambiental de largo plazo, pues su capacidad de absorber carbono y sostener economías locales mediante la pesca y el turismo ecológico es un activo invaluable para el país.

San San Pond Sak: el guardián del carbono azul

Omar López, del Instituto Interamericano para la Investigación del Cambio Global (IAI), presentó los avances en el estudio del humedal San San Pond Sak, en Bocas del Toro, recientemente elevado a Parque Nacional en marzo de 2025.

Con 16,000 hectáreas, este ecosistema costero alberga turberas tropicales, suelos que almacenan carbono durante miles de años, en cantidades superiores a las de muchos bosques.

Sin embargo, López advirtió que su equilibrio es frágil: si las turberas se drenan o degradan, liberan metano (CH₄) y dióxido de carbono (CO₂), gases de efecto invernadero que agravan el cambio climático.

La investigación reveló que el humedal es ombrotrófico, es decir, dependiente del régimen de lluvias, lo que exige preservar su equilibrio hídrico.

Su conservación, explicó López, reduce riesgos climáticos y contribuye a los compromisos internacionales de Panamá en mitigación de emisiones.

Golfo de Montijo: economía costera y pesca sostenible

Yolani Robles, docente del Centro Regional Universitario de la Universidad de Panamá, expuso el caso del humedal golfo de Montijo, un sitio Ramsar de 941 kilómetros cuadrados en el Pacífico panameño, integrado al Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SINAP).

Allí, la pesca artesanal es el motor económico de las comunidades, sustentando la seguridad alimentaria y generando ingresos sostenibles.

El Plan de Manejo del humedal incluye un Plan de Aprovechamiento Pesquero Sostenible, que regula tallas, temporadas y zonas de captura, garantizando el equilibrio entre productividad y conservación.

Montijo, además, forma parte del Corredor Marino del Pacífico Este Tropical, y sus manglares son viveros naturales que sostienen la pesca comercial y el turismo ecológico.

El área beneficia directamente a más de diez grupos organizados de pescadores, integrados en la federación Fepacoiba, y representa una fuente de bienestar económico y social para toda la región.

Retos, economía y futuro

Para MiAmbiente, los retos siguen siendo múltiples: educación ambiental, contaminación, falta de articulación institucional y débil gobernanza.

Superarlos requiere consolidar políticas intersectoriales y promover incentivos para la inversión privada en conservación, como compensaciones ecológicas y fondos verdes que financien la restauración de manglares y humedales degradados.

El economista Eustorgio Jaén enfatiza que invertir en humedales no es un gasto, sino una oportunidad económica, porque su preservación protege infraestructura, previene desastres naturales y genera empleo verde.

Los expertos coinciden en que, si Panamá logra integrar el valor económico del capital natural en su planificación nacional, los humedales podrán dejar de ser vistos como simples zonas inundables y pasar a considerarse activos esenciales para el desarrollo sostenible del país.