¿Es la ‘zambianización’ el modelo que Panamá perdió?
- 18/12/2025 00:00
Mientras Panamá intenta descifrar el futuro de su industria minera, el modelo de la ‘zambianización’ demuestra que, con voluntad política y una integración comunitaria profunda, es posible transformar un yacimiento mineral en un motor de civilización permanente
En el corazón de la región noroeste de Zambia, donde antes solo había monte y selva, hoy se levanta Kalumbila, un pueblo moderno con viviendas diseñadas, escuelas y clínicas operativas. No es una obra puramente gubernamental, es el resultado de la estrategia de First Quantum Minerals (FQM) y un concepto que el país africano ha elevado a rango de política de Estado: la “zambianización”.
Mientras en Panamá la mina de Donoso enfrenta un proceso de cierre y una suspensión cargada de conflictos sociales y ambientales, en Zambia la minería se percibe como el motor de una transformación que busca llevar la producción de cobre a los 3 millones de toneladas para el año 2030.
El término “zambianización”, explicado por Kakenenwa Muyangwa, director ejecutivo de ZCCM-IH (la sociedad estatal que posee el 20 % de las acciones de FQM en Zambia), no es nuevo, pero ha sido rescatado en el siglo XXI.
En su origen, la “zambianización” fue la respuesta a una realidad colonial: en el momento de su independencia, el país casi no tenía ingenieros propios. “Éramos básicamente trabajadores manuales”, afirma Muyangwa. El programa consistió en un enfoque sistemático para educar a la población local, otorgar becas internacionales y reemplazar progresivamente al personal extranjero por profesionales zambianos.
Hoy, la “zambianización” se traduce en soberanía técnica. Los ingenieros que operan las minas de FQM en Zambia son, en su gran mayoría, locales que incluso son exportados por la empresa para liderar proyectos en otros países.
“En la independencia no teníamos ingenieros; hoy, FQM exporta ingenieros zambianos a sus proyectos globales. Esta soberanía garantiza que el conocimiento permanezca en el país, independientemente de la inversión extranjera”, afirmó Muyangwa.
Uno de los puntos más críticos en la comparación con Panamá es el desarrollo de proveedores locales. En Zambia, el gobierno ha implementado una ley de Contenido Local.
Elias Mubanga, ministro de Desarrollo de la Pequeña y Mediana Empresa (pymes), detalla que han establecido una cuota obligatoria inicial del 20 % de compras a proveedores locales. La meta es subir la carga al 40 % en cinco años. Mientras que se aumenta el control desde las auditorías gubernamentales para evitar que empresas extranjeras “hagan trampa” simulando ser locales.
“Actualmente, más de 200 pymes ya participan activamente en programas de capacitación bajo la tutela de FQM en Kalumbila, suministrando desde cemento y obras civiles hasta servicios de seguridad y papelería”, destacó Mubanga.
El director ejecutivo de ZCCM-IH (socio estatal de FQM) y el ministro coinciden en que FQM ha sido pionera en “desarrollar capacidad”, incluso antes de que la ley lo exigiera. En lugar de importar todo, dijeron, la empresa trabaja con las pymes para enseñarles a fabricar ladrillos para la expansión de las minas, suministrar alimentos a través de programas agrícolas y hasta generar energía solar para la operación.
Si la política pone las reglas, la Fundación Trident (el brazo social de FQM en Zambia) pone el rostro humano. Kafula Mutale-Kutontonkanya y su equipo lideran una operación que va mucho más allá de la responsabilidad social tradicional. Su radio de influencia abarca 50 kilómetros (km) alrededor de la mina, tratando a cada habitante como parte de la “comunidad anfitriona”.
“Sin la participación de la comunidad, nuestra operación duraría solo una semana”, aseguró Mutale-Kutontonkanya, quien explicó que la fundación se basa en dos pilares: aceptación social y sostenibilidad. A diferencia de los proyectos comunitarios en Panamá, que a menudo fueron percibidos como paliativos temporales, en Zambia se busca que la vida de la comunidad supere la vida de la mina.
Michael Agongo, gerente en Kansanshi Development Corp, detalló que la fundación ha emitido $375,000 en subvenciones retornables (préstamos sin intereses) para capital semilla. El 80 % de los vegetales consumidos en los comedores de la mina provienen de pequeños agricultores locales. El 53 % de la mano de obra en el sitio proviene de la provincia del Noroeste, gracias a programas de capacitación en habilidades críticas como la conducción de maquinaria pesada.
El punto de mayor fricción en Panamá fue la percepción de la mina como un “enclave” desconectado. Mientras que en las comunidades de Donoso y Colón los emprendedores locales lucharon por entrar en la cadena de suministros, en Zambia la mina actúa como un mentor activo.
Muma Chashi, líder de apoyo agrícola, trabaja directamente con los campesinos para asegurar que produzcan excedentes que no solo alimenten a la mina, sino que generen ingresos sostenibles.
Zambia ha entendido que la minería responsable no se mide por las toneladas de cobre exportadas, sino por la capacidad técnica y empresarial que se queda en la tierra. Mientras Panamá intenta descifrar el futuro de su industria minera, el modelo de la “zambianización” demuestra que, con voluntad política y una integración comunitaria profunda, es posible transformar un yacimiento mineral en un motor de civilización permanente.