Economía

Invertirán $22 millones para construir plantas secadoras en Los Santos, Chiriquí y Chepo

Productores de cebolla comercializan al IMA 2.000 quintales de cebolla a $50 la unidad.
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  • 24/05/2025 01:00

Nilo Murillo, director general del Instituto de Mercadeo Agropecuario, comentó que las insfraestructuras servirán para que los productores de cebolla, maíz y otros productos agrícolas tengan un espacio para sacarle la humedad a sus cultivos, así como almacenamiento

El Instituto de Mercadeo Agropecuario (IMA) anunció una inversión cercana a los 22 millones de dólares para la construcción de plantas secadoras agrícolas en distintas regiones del país. Estas nuevas infraestructuras estarán ubicadas en Los Santos, Chiriquí y el distrito de Chepo, en Panamá Este, según confirmó Nilo Murillo, director general de la institución, a La Estrella de Panamá.

Las nuevas plantas, que funcionarán en espacios cerrados con condiciones climáticas controladas, permitirán extender la vida útil de productos como el maíz y la cebolla, así como mejorar las condiciones de almacenamiento postcosecha y minimizar las pérdidas por humedad, hongos o deterioro en campo.

Aunque Murillo no precisó la fecha exacta de inicio del proyecto, destacó que las plantas estarán al servicio de diversos productos agropecuarios. “Tuvimos que establecer un contrato tripartita entre la agroindustria, los productores y el IMA, para transformar el maíz de grado alimenticio —el maíz rojo, que es el que preferimos para muchas viandas tradicionales panameñas—. Los productores venden el maíz a la agroindustria, esta lo procesa y nosotros se lo compramos. De esa forma evitamos que las mazorcas se perdieran en los campos o en las casas”, explicó.

Gracias a esta estrategia, según Murillo, fue posible rescatar una cosecha de 124.000 quintales de maíz en el área de Azuero que estaba en riesgo de perderse.

Natá: de planta abandonada a centro de secado funcional

Uno de los primeros pasos de este nuevo impulso del IMA fue la reactivación de la planta secadora de cebolla en Natá, provincia de Coclé. Según el director de la entidad, el jueves 22 de mayo comenzó a operar formalmente, con la recepción de 2.000 quintales de cebolla adquiridos a los productores locales. El quintal fue pagado a $50, precio establecido con base en el riesgo de pérdida inminente que enfrentaban los agricultores.

“Estas cebollas estaban a punto de echarse a perder. Gracias a esta planta podemos ofrecerles a los productores una estructura funcional donde secar su cosecha, y así fijar un precio real y justo, sin especulación ni intermediarios”, aseguró Murillo.

La planta, sin embargo, fue una inversión heredada de administraciones anteriores. Su construcción representó un gasto de alrededor de $2,5 millones, pero nunca llegó a operar por falta de condiciones mínimas como electricidad y acceso a agua potable.

“Primero, no tenía electricidad; luego, otra administración se la colocó, pero nunca la pusieron en funcionamiento. Nosotros hicimos una evaluación técnica del inmueble y de los equipos y vimos que podía ser recuperable. La clave era limpiar el pozo de agua, que estaba en condiciones deplorables”, explicó. El equipo del IMA trabajó durante tres semanas en la recuperación integral del lugar y, finalmente, logró ponerlo en marcha.

El funcionamiento de esta planta es sencillo, pero fundamental: es un espacio cerrado donde se emplea aire seco y frío para extraer la humedad de la cebolla. Luego, se almacena a temperaturas de entre 15 y 16 grados Celsius, lo que prolonga su vida útil por hasta dos meses. El proceso de secado es lento, con ciclos cada tres días, ya que se basa en un método casi natural que garantiza la conservación de las propiedades del bulbo.

Una historia de abandono y reactivación

La planta secadora está ubicada en la comunidad de El Cortezo, distrito de Natá, en terrenos pertenecientes a la Cooperativa de Servicios Múltiples Ariel Chanis, R.L. La idea de su construcción data de hace más de 18 años, cuando los integrantes de la cooperativa buscaban una alternativa a los métodos rudimentarios de secado, que se realizaban en portales de casas o galeras improvisadas.

El proyecto incluía dos fases: primero, la construcción de la planta, y segundo, el desarrollo de invernaderos para la producción de semilleros. La planta sería la primera de su tipo en la provincia y, aunque estaría bajo la administración de la cooperativa, su uso estaría abierto a cebolleros de toda la región.

En 2010, la cooperativa, presidida en ese entonces por Gabriel Ernesto Marciaga Tuñón, acordó en asamblea ceder 1,6 hectáreas al Ministerio de Desarrollo Agropecuario (MIDA) para la ejecución de la obra. La orden de proceder se emitió el 18 de noviembre de 2014 y la planta fue entregada aproximadamente dos años más tarde. Sin embargo, permaneció inactiva durante varios años debido a las deficiencias en los servicios básicos.

Fue recién en 2019 cuando el MIDA, bajo la dirección de Augusto Valderrama, inició la instalación de un sistema de tuberías para conectar el pozo de agua con la planta. Luego, en noviembre de 2021, se inauguró una línea trifásica eléctrica que tuvo un costo adicional de $36.000. Con ello, la planta quedó finalmente conectada al sistema nacional de energía y se transformó en un centro de acopio y secado postcosecha, similar a la operación de Merca Panamá, pero especializado en cebolla y otros productos agrícolas de Coclé.

Proyección nacional

Con la reactivación de esta planta como ejemplo, el IMA apunta a replicar el modelo en otras regiones agrícolas estratégicas. Las nuevas plantas secadoras que se construirán con los $22 millones estarán adaptadas para distintos cultivos y permitirán una mejor articulación entre productores, agroindustria y el Estado.

“El objetivo es darle al productor herramientas para proteger su cosecha, evitar pérdidas innecesarias y mejorar su poder de negociación. Una planta secadora no solo representa infraestructura, sino también soberanía alimentaria, organización comunitaria y economía circular”, concluyó Murillo.

La jornada de reapertura en Natá terminó con una promesa: garantizar que ninguna cebolla se pudra en los campos por falta de apoyo técnico. Un compromiso que, si se replica a nivel nacional, podría marcar un antes y un después en la relación del Estado con el agro panameño.