La mala leche del anaquel: ahora la trampa viene de casa
- 19/08/2025 00:00
Panamá enfrenta una crisis láctea. Sucedáneos de importación y locales, con grasa vegetal, desplazan la leche nacional, confundiendo al consumidor y afectando a ganaderos Mientras la industria lechera panameña lucha por sobrevivir, la trampa en los anaqueles ya no es un problema exclusivamente importado. Los sucedáneos, productos que imitan el sabor y la apariencia de los lácteos, se están produciendo a nivel local, confundiendo a consumidores como María y afectando aún más a los productores nacionales.
La historia de María, madre de dos niñas, es la de miles de panameños. En el pasillo de un supermercado, buscando la mejor opción para alimentar a su familia, se topa con una rebanada de queso o una bebida láctea a un precio irresistible. Lo compra. Sin saberlo, no solo está llevando a casa un producto análogo con escaso valor nutricional, sino que ese golpe silencioso al sector lechero tiene ahora un nuevo protagonista: las propias procesadoras locales.
Un producto lácteo se considera sucedáneo cuando está diseñado para imitar o sustituir, parcial o totalmente, un producto lácteo tradicional como la leche, el queso, la mantequilla o el yogur, pero con una composición u origen diferente, o si en su mezcla contiene grasa vegetal, entre otros componentes.
La oferta de sucedáneos lácteos está por doquier en los supermercados. Hay bebidas lácteas en envases asépticos (Tetra Pak). No en vano, el cierre de 2024 arrojó que la importación de estos productos registró un crecimiento de 100 millones de dólares, afectando a la cadena de valor local que genera 15.000 empleos directos.
El 6 de agosto, la Asociación Nacional de Ganaderos (Anagan), capítulo de Los Santos, expresó su preocupación por la suspensión paulatina del acopio de leche fresca en sus distintas rutas, anunciada por la empresa Nestlé a partir de septiembre, debido a una disminución en el consumo de productos lácteos. Tras la presión de los ganaderos, el Gobierno Nacional logró que la empresa reactivara la compra de leche.
Empresas locales, productoras de sucedáneos Así como la Anagan dio la voz de alerta sobre la suspensión de compra de Nestlé, la Asociación Nacional de Procesadores de Leche (Anaprole) viene advirtiendo desde finales de julio que la importación de productos lácteos terminados está generando un devastador golpe al sector lácteo del país.
En un ejercicio, como cualquier consumidor que lee la etiqueta, La Estrella de Panamá verificó en los anaqueles algunos sucedáneos de empresas como Nestlé, Nevada, Bonlac y Estrella Azul.
La leche evaporada IDEAL, que es leche de vaca, es un producto fabricado por Nestlé Panamá, S.A. en su fábrica de Natá 115-L, en Coclé. En la misma planta, la multinacional también produce el sucedáneo denominado Amanecer, que en su etiqueta declara ser un “alimento lácteo con aceite vegetal, evaporado”.
La Condesa, elaborada por Productos Lácteos San Antonio, S.A. (Prolacsa), también es una bebida láctea evaporada. Se produce en su planta 238-L, ubicada en El Roble, distrito de Aguadulce, Coclé. Otras marcas de enlatados que tienen grasa vegetal entre sus ingredientes son: Milcow, de Alemania; Bella Holandesa, de Países Bajos; Spring Farm, de Estados Unidos, y La Sabrosita, de Alemania.
En el caso de las bebidas lácteas en envases asépticos (Tetra Pak), la marca La Granja es elaborada en la planta 154-L de Productos Nevada, S. de R.L. (Nevada) en La Concepción, Chiriquí; La Nuestra, producida en la planta 145-L de la Sociedad de Alimentos de Primera, S.A. (Bonlac), y Nutri Max, producida en la planta 239-L de Industrias Lácteas (Estrella Azul).
En cuanto a los quesos, la variedad también es amplia. Prolacsa produce el sucedáneo de queso amarillo americano individual, El Torito; mientras que El Ciervo, procedente de México, en su etiqueta indica “imitación de queso”.
Una competencia desleal, pero desde adentro La industria panameña, presionada por la ola de importaciones, ha encontrado en la producción de sucedáneos una forma de competir. Como denunció Julián González Chea, de la Asociación de Productores de Ganado Lechero de Panamá (Aprogalpa). La reacción ha sido producir sus propias versiones de “queso” para pizza y leches evaporadas, agregando grasas vegetales para abaratar costos. Este cambio, aunque les permite competir en precio, diluye el valor nutricional y agrava el problema que “supuestamente” intentan combatir. Al usar menos leche de vaca, la industria nacional reduce la demanda de la producción local, afectando directamente a los ganaderos que ya están al borde de la crisis.
El consumidor, el gran confundido La Autoridad de Protección al Consumidor y Defensa de la Competencia (Acodeco) ha impuesto multas a supermercados por no identificar adecuadamente estos productos. Pero la batalla es difícil. Un consumidor promedio, como María, se enfrenta a un juego de palabras donde las etiquetas y los empaques son deliberadamente engañosos. Un cartón de “bebida láctea” se exhibe junto a la leche pasteurizada; un “preparado tipo queso” se vende al lado del queso genuino.
La letra pequeña en los ingredientes, el único lugar donde se revela la verdad, es difícil de leer. El consumidor, impulsado por el bajo costo, elige lo que parece más accesible. Y en este escenario, las bebidas sucedáneas a $1.27 se convierten en la opción lógica frente a la leche entera que cuesta más de $1.98.
Gestionar compras desde la página web de los supermercados también puede confundir al consumidor final, ya que algunos no muestran los detalles del producto ni especificaciones de ingredientes o la tabla nutricional para determinar si son sucedáneos o no.
Un golpe directo al campo panameño El impacto de esta práctica es grave para los ganaderos. Mientras la industria busca soluciones a la crisis con Nestlé y las importaciones, una parte del problema está dentro de sus propios socios comerciales. La producción de sucedáneos por parte de las procesadoras panameñas reduce la necesidad de comprar leche grado C, afectando a miles de pequeños productores que ven amenazado su sustento.
El desafío, como bien lo señalan expertos y asociaciones, es doble: regulatorio y educativo. Si bien es cierto que la ley está en vigor, la falta de una campaña masiva de información por parte de las autoridades, deja al consumidor a merced del marketing.
Proponen proyecto para limitar los sucedáneos A través de sus redes sociales y ante el pleno de la Asamblea Nacional, ayer, 18 de agosto, el diputado perredista del distrito de San Miguelito, Raúl Pineda, promovió un proyecto de ley, para proteger a los productores de leche fresca nacional, así como visibilizar “la invasión de sucedáneos importados... que son imitación de leche”, ya que afectan la producción local.
Mientras la industria lechera panameña lucha por sobrevivir, la trampa en los anaqueles ya no es un problema exclusivamente importado. Los sucedáneos, productos que imitan el sabor y la apariencia de los lácteos, se están produciendo a nivel local, confundiendo a consumidores como María y afectando aún más a los productores nacionales.
La historia de María, madre de dos niñas, es la de miles de panameños. En el pasillo de un supermercado, buscando la mejor opción para alimentar a su familia, se topa con una rebanada de queso o una bebida láctea a un precio irresistible. Lo compra. Sin saberlo, no solo está llevando a casa un producto análogo con escaso valor nutricional, sino que ese golpe silencioso al sector lechero tiene ahora un nuevo protagonista: las propias procesadoras locales.
Un producto lácteo se considera sucedáneo cuando está diseñado para imitar o sustituir, parcial o totalmente, un producto lácteo tradicional como la leche, el queso, la mantequilla o el yogur, pero con una composición u origen diferente, o si en su mezcla contiene grasa vegetal, entre otros componentes.
La oferta de sucedáneos lácteos está por doquier en los supermercados. Hay bebidas lácteas en envases asépticos (Tetra Pak). No en vano, el cierre de 2024 arrojó que la importación de estos productos registró un crecimiento de 100 millones de dólares, afectando a la cadena de valor local que genera 15.000 empleos directos.
El 6 de agosto, la Asociación Nacional de Ganaderos (Anagan), capítulo de Los Santos, expresó su preocupación por la suspensión paulatina del acopio de leche fresca en sus distintas rutas, anunciada por la empresa Nestlé a partir de septiembre, debido a una disminución en el consumo de productos lácteos. Tras la presión de los ganaderos, el Gobierno Nacional logró que la empresa reactivara la compra de leche.
Así como la Anagan dio la voz de alerta sobre la suspensión de compra de Nestlé, la Asociación Nacional de Procesadores de Leche (Anaprole) viene advirtiendo desde finales de julio que la importación de productos lácteos terminados está generando un devastador golpe al sector lácteo del país.
En un ejercicio, como cualquier consumidor que lee la etiqueta, La Estrella de Panamá verificó en los anaqueles algunos sucedáneos de empresas como Nestlé, Nevada, Bonlac y Estrella Azul.
La leche evaporada IDEAL, que es leche de vaca, es un producto fabricado por Nestlé Panamá, S.A. en su fábrica de Natá 115-L, en Coclé. En la misma planta, la multinacional también produce el sucedáneo denominado Amanecer, que en su etiqueta declara ser un “alimento lácteo con aceite vegetal, evaporado”.
La Condesa, elaborada por Productos Lácteos San Antonio, S.A. (Prolacsa), también es una bebida láctea evaporada. Se produce en su planta 238-L, ubicada en El Roble, distrito de Aguadulce, Coclé. Otras marcas de enlatados que tienen grasa vegetal entre sus ingredientes son: Milcow, de Alemania; Bella Holandesa, de Países Bajos; Spring Farm, de Estados Unidos, y La Sabrosita, de Alemania.
En el caso de las bebidas lácteas en envases asépticos (Tetra Pak), la marca La Granja es elaborada en la planta 154-L de Productos Nevada, S. de R.L. (Nevada) en La Concepción, Chiriquí; La Nuestra, producida en la planta 145-L de la Sociedad de Alimentos de Primera, S.A. (Bonlac), y Nutri Max, producida en la planta 239-L de Industrias Lácteas (Estrella Azul).
En cuanto a los quesos, la variedad también es amplia. Prolacsa produce el sucedáneo de queso amarillo americano individual, El Torito; mientras que El Ciervo, procedente de México, en su etiqueta indica “imitación de queso”.
La industria panameña, presionada por la ola de importaciones, ha encontrado en la producción de sucedáneos una forma de competir. Como denunció Julián González Chea, de la Asociación de Productores de Ganado Lechero de Panamá (Aprogalpa). La reacción ha sido producir sus propias versiones de “queso” para pizza y leches evaporadas, agregando grasas vegetales para abaratar costos. Este cambio, aunque les permite competir en precio, diluye el valor nutricional y agrava el problema que “supuestamente” intentan combatir. Al usar menos leche de vaca, la industria nacional reduce la demanda de la producción local, afectando directamente a los ganaderos que ya están al borde de la crisis.
La Autoridad de Protección al Consumidor y Defensa de la Competencia (Acodeco) ha impuesto multas a supermercados por no identificar adecuadamente estos productos. Pero la batalla es difícil. Un consumidor promedio, como María, se enfrenta a un juego de palabras donde las etiquetas y los empaques son deliberadamente engañosos. Un cartón de “bebida láctea” se exhibe junto a la leche pasteurizada; un “preparado tipo queso” se vende al lado del queso genuino.
La letra pequeña en los ingredientes, el único lugar donde se revela la verdad, es difícil de leer. El consumidor, impulsado por el bajo costo, elige lo que parece más accesible. Y en este escenario, las bebidas sucedáneas a $1.27 se convierten en la opción lógica frente a la leche entera que cuesta más de $1.98.
Gestionar compras desde la página web de los supermercados también puede confundir al consumidor final, ya que algunos no muestran los detalles del producto ni especificaciones de ingredientes o la tabla nutricional para determinar si son sucedáneos o no.
El impacto de esta práctica es grave para los ganaderos. Mientras la industria busca soluciones a la crisis con Nestlé y las importaciones, una parte del problema está dentro de sus propios socios comerciales. La producción de sucedáneos por parte de las procesadoras panameñas reduce la necesidad de comprar leche grado C, afectando a miles de pequeños productores que ven amenazado su sustento.
El desafío, como bien lo señalan expertos y asociaciones, es doble: regulatorio y educativo. Si bien es cierto que la ley está en vigor, la falta de una campaña masiva de información por parte de las autoridades, deja al consumidor a merced del marketing.
A través de sus redes sociales y ante el pleno de la Asamblea Nacional, ayer, 18 de agosto, el diputado perredista del distrito de San Miguelito, Raúl Pineda, promovió un proyecto de ley, para proteger a los productores de leche fresca nacional, así como visibilizar “la invasión de sucedáneos importados... que son imitación de leche”, ya que afectan la producción local.