Panamá será sede de reunión global de la ONU para frenar el avance de la sequía

Panamá ha identificado 31 zonas críticas y planea reforestar.
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  • 10/11/2025 00:00

Más de 500 delegados de 196 países analizarán en Panamá medidas para revertir la degradación de tierras y mitigar el impacto de la sequía

Panamá acogerá del 1 al 5 de diciembre próximo la 23ª sesión del Comité de Examen de la Aplicación de la Convención de la ONU de Lucha contra la Desertificación (CRIC23), un encuentro clave que reunirá a más de 500 representantes de 196 países para evaluar los avances mundiales frente a la sequía y la degradación de las tierras.

Delegados de gobiernos, organismos internacionales, academia y sociedad civil debatirán sobre los esfuerzos para frenar la desertificación y fortalecer la resiliencia frente a la falta de agua, en el marco del único tratado global jurídicamente vinculante en la materia.

“Las graves sequías y la pérdida de tierras fértiles ya están afectando la producción de alimentos y energía, desarraigando a las comunidades rurales y amenazando los medios de vida de millones de personas”, advirtió la secretaria ejecutiva de la Convención de la ONU de Lucha contra la Desertificación (CNULD), Yasmine Fouad.

Datos de la CNULD, la degradación de la tierra afecta al menos al 20 % del territorio en América Latina y el Caribe, y amenaza directamente la seguridad alimentaria y los ecosistemas. Panamá, al ser anfitrión de la CRIC23, “se sitúa en el centro de la respuesta colectiva” y refuerza su compromiso con la iniciativa del Corredor Seco Centroamericano, una de las zonas más vulnerables del continente ante los fenómenos climáticos extremos.

Sequía global: una crisis silenciosa

Datos de la Convención revelan que el planeta pierde casi 100 millones de hectáreas de tierra fértil cada año, y que la aridez ha aumentado más del 70 % en las últimas tres décadas.

La CNULD estima que se requieren $1,000 millones diarios hasta 2030 para cumplir las metas de restauración y combatir la desertificación, una inversión mínima si se compara con los subsidios a actividades que aceleran el deterioro ambiental.

Durante la reunión en Panamá, los participantes examinarán los progresos realizados y formularán recomendaciones para alcanzar los objetivos de recuperación de tierras y resiliencia ante la sequía para 2030, además de discutir el marco estratégico posterior a esa fecha.

El encuentro incluirá la participación de mujeres, jóvenes, pueblos indígenas y comunidades locales, sectores directamente afectados por la pérdida de productividad del suelo y la escasez de agua.

Panamá y el desafío del agua

Panamá enfrenta sus propios retos hídricos. Entre 2023 y 2024, el país experimentó una de las peores sequías en décadas, producto del fenómeno El Niño, que redujo los niveles de los lagos Gatún y Alhajuela —principales fuentes de agua del Canal de Panamá— y obligó a la Autoridad del Canal a limitar de forma escalonada los tránsitos diarios de buques. Evidenciando la necesidad de planes sostenibles de gestión del agua y restauración de cuencas en todo el territorio.

Según la CNULD, Panamá se ha comprometido a alcanzar la neutralidad en la degradación de tierras para 2030.

El país ha identificado 31 zonas críticas y desarrolla programas de reforestación, manejo de cuencas y adaptación climática, especialmente en el Corredor Seco, que abarca provincias como Coclé, Herrera, Los Santos y parte del oriente chiricano.

Reunión estratégica en la región

La sesión CRIC23 se llevará a cabo en el Centro de Convenciones de la Ciudad de Panamá y servirá como antesala de la COP16 de la CNULD, que se celebrará en Arabia Saudita en 2025.

El evento posiciona al país como punto de encuentro regional para las políticas de restauración de suelos y mitigación de la sequía, un desafío cada vez más urgente para la región.

“El liderazgo de Panamá en la gestión del Corredor Seco y su compromiso con la neutralidad de tierras muestran un avance concreto en la acción climática regional”, destacó la CNULD en un comunicado oficial.

La reunión culminará con un informe de recomendaciones que servirá de insumo para las políticas globales de lucha contra la desertificación y adaptación al cambio climático hacia 2030.