Editorial

Defender nuestra neutralidad

Entrelíneas
Asamblea forma coalición para enfrentar la ‘influencia china’ respaldada por embajada de EE.UU. Richard Bonilla / La Estrella de Panamá
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  • 27/08/2025 00:00

La disputa entre Estados Unidos y China no es la de Panamá. La adhesión de nuestra Asamblea Nacional a la Inter-Parliamentary Alliance on China (IPAC) ha generado que Washington celebre pero que Pekín cuestione, y mientras tanto, ambos intentan jalar a Panamá hacia su propio tablero de intereses. Cada uno de estos gigantes interpreta la decisión a la luz de su propia rivalidad. Para Estados Unidos, es un paso contra la expansión de la influencia del Partido Comunista de China; para China, una intromisión alentada por el embajador estadounidense. En medio de estas recriminaciones, Panamá corre el riesgo de ser arrastrado a un ajedrez que no le pertenece. El Canal de Panamá, piedra angular de nuestra identidad nacional y motor de la economía mundial, está blindado por tratados internacionales que lo consagran como un enclave neutral. Esa neutralidad no es un mero concepto jurídico: es un principio de supervivencia. Estados Unidos y China son, de manera simultánea, socios estratégicos para Panamá. El primero mantiene lazos históricos, comerciales y de seguridad que no pueden desconocerse. El segundo, como segunda economía del planeta, es hoy uno de nuestros principales clientes en el tránsito de carga y un socio crucial en materia de inversión. Romper equilibrios a favor de uno u otro no solo sería imprudente, sino contraproducente. Somos un pequeño país, pero con una voz respetada en el mundo y su tono debe ser claro, fuerte y contundente: Panamá no está en guerra y no debe convertirse en campo de batalla diplomático de nadie. Nuestra Asamblea, nuestro Ejecutivo y nuestro cuerpo diplomático tienen la obligación de rechazar cualquier presión externa que busque instrumentalizar nuestras decisiones. En tiempos turbulentos, Panamá debe recordar que su mayor fortaleza no es alinearse con uno u otro bloque, sino mantenerse fiel a su neutralidad. Ni Washington ni Pekín escribirán nuestro destino.