Derechos solo en papel no bastan
- 06/11/2025 00:00
Panamá es evaluado por cuarta vez en el Examen Periódico Universal (EPU) del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Es un examen que no mide discursos, sino realidades: cómo tratamos a nuestras poblaciones más vulnerables, si nuestras instituciones cumplen sus mandatos y si el Estado protege o abandona. El informe nacional habla de avances y compromisos, pero las voces de la sociedad civil revelan otro país. Un país donde los derechos humanos siguen siendo más promesa que práctica; donde los presupuestos se recortan, las instituciones se debilitan y la dignidad se posterga. La Secretaría Nacional de Niñez, Infancia y Familia (Senniaf) opera con un 43 % menos de presupuesto que hace una década y cero fondos de inversión. La Secretaría Nacional de Políticas para los Afropanameños (Senadap) no tiene recursos para funcionar. El Ministerio de la Mujer fue degradado a instituto, mientras las cifras de violencia y femicidios crecen: solo en los primeros meses de 2025 se registran 12 femicidios y 15 muertes violentas de mujeres. Las personas LGBTIQ+ siguen esperando una ley antidiscriminación, el reconocimiento del matrimonio igualitario y una ley de identidad de género; y los adultos mayores, invisibilizados en los presupuestos y en las políticas públicas. Pero este déficit de derechos no es solo responsabilidad de este gobierno. Es una deuda histórica del Estado panameño, una herida que atraviesa administraciones, promesas incumplidas y décadas de indiferencia política. Cada gobierno ha heredado un país que firma tratados y discursos en Ginebra, pero que al volver a casa olvida convertirlos en leyes, presupuestos y acciones concretas. Los derechos humanos no se sostienen en declaraciones, sino en decisiones. Panamá no necesita más tratados ni más fotos diplomáticas. Necesita voluntad política, rendición de cuentas y empatía con quienes viven la exclusión todos los días.