Editorial

El ocaso democrático en El Salvador

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Fotografía de archivo del 19 de marzo de 2025 del presidente de El Salvador, Nayib Bukele, hablando durante un acto en Antiguo Cuscatlán (El Salvador). Rodrigo Sura / EFE
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  • 01/08/2025 00:00

La Asamblea Legislativa de El Salvador —plenamente alineada con el presidente Nayib Bukele— aprobó una reforma constitucional que marca un antes y un después en la historia democrática del país: la habilitación de la reelección presidencial indefinida. Este paso es profundamente preocupante. Representa no sólo la culminación de un proyecto de concentración de poder, sino también la normalización de un nuevo modelo político en la región: el autoritarismo carismático barnizado de legitimidad electoral. ¿Dónde queda entonces la democracia cuando la alternancia ya no es una opción real? Las advertencias en la región son claras y conocidas. Lo vivido en Venezuela -pese a que Hugo Chávez era de izquierda y ahora Bukele de derecha- no comenzó con represión o hiperinflación, sino con reformas institucionales similares: el debilitamiento del sistema de contrapesos, la subordinación del poder judicial y, por supuesto, la eliminación de los límites a la reelección. El patrón se repite: popularidad, concentración de poder, supresión del disenso y perpetuación del liderazgo. Aunque Nayib Bukele sigue siendo popular, gobernar con respaldo ciudadano no legitima la concentración absoluta del poder. La Corte Interamericana de Derechos Humanos ya advirtió de que la mayor amenaza actual para las democracias no son los golpes de Estado, sino la erosión paulatina de sus salvaguardas. Eso es exactamente lo que está ocurriendo en El Salvador. La democracia no muere de un golpe; muere de reformas como esta.