Lo que somos cuando remamos juntos
- 20/11/2025 00:00
En un año que puso a prueba la paciencia y la fe, Panamá encontró un recordatorio poderoso de quién es realmente cuando decide remar en la misma dirección. La clasificación de nuestra selección al Mundial no solo es un logro deportivo: es un retrato fiel de lo que podemos alcanzar cuando dejamos de empujar cada uno por su lado y avanzamos como un solo cuerpo, un solo pulso, una sola voluntad. Este triunfo llega en un momento en que las divisiones, las tensiones y los desencuentros caminan campantes. Pero la selección nos enseñó otra narrativa: la de un equipo que se organiza, que se escucha, que entiende que ninguna victoria es posible sin coordinación, sin humildad, sin trabajo compartido. En un país que ha tenido que enfrentar desafíos complejos, este ejemplo resuena con una claridad innegable. El fútbol volvió a mostrarnos que Panamá brilla más cuando piensa en colectivo. Que no basta con talento individual si no existe un proyecto común. Que el esfuerzo aislado pierde fuerza, pero el esfuerzo unido se vuelve imparable. Lo vimos en cada partido, en cada jugada, en cada sacrificio silencioso del equipo. Y lo vimos también en un país entero celebrando la misma alegría, por encima de diferencias, pese a que algunos políticos - incapaces de leer el espíritu del momento- aprovecharon para cuestionar si el Gobierno decretaba un “día libre” por el triunfo patrio. Sin embargo, es necesario subrayar que este logro debe ser el recordatorio de que la unión —esa palabra que tantas veces repetimos y tan poco practicamos— es el motor capaz de empujar a Panamá hacia adelante. Si en la cancha funcionó, puede funcionar en cualquier ámbito nacional. Cuando remamos juntos, somos más fuertes, más grandes y más capaces. El segundo Mundial no solo muestra lo que hizo la selección: muestra lo que podemos ser como país. Y es hora de tomar nota.