Renovación de los partidos

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  • 21/09/2025 07:08

La falta de credibilidad de los partidos políticos en Panamá es un síntoma alarmante de la descomposición de las instituciones y del régimen de partidos surgido tras la invasión, que cada día parece perder más legitimidad ante la ciudadanía. Durante décadas, las estructuras partidistas han sido capturadas por élites que privilegian intereses personales y clientelistas, mientras las verdaderas necesidades del país quedan relegadas a promesas vacías. Esta realidad, que por años no puso en peligro la continuidad del sistema, hoy se encuentra en abierta crisis. Este año se esperan procesos internos en dos de los partidos más grandes y antiguos del país: el PRD y el Panameñismo, ambos castigados en las elecciones de 2024. Ese desgaste abrió espacio a los movimientos de libre postulación, que por ahora tampoco han demostrado representar un cambio real frente a un sistema político deteriorado. Panamá enfrenta desafíos profundos: desigualdad social creciente, una economía estancada y una pobreza que golpea con más fuerza a las comunidades vulnerables. En este contexto, los partidos deberían ser vehículos de representación ciudadana y de construcción de soluciones colectivas, capaces de atender también las exigencias de transparencia y lucha contra la corrupción. Reformar los partidos políticos no es una opción, sino una necesidad urgente. Se requiere una legislación que garantice democracia interna, financiamiento transparente, rendición de cuentas y participación ciudadana real. Pero más allá de lo legal, hace falta una renovación ética: partidos que escuchen, aprendan y sirvan. Si las fuerzas políticas continúan alejándose de los reclamos de la gente, el terreno quedará abonado para que cualquier “mesías” aparezca con soluciones fáciles que, en lugar de resolver la crisis, solo la profundicen.