Violencia digital
- 27/11/2025 00:00
Hace apenas unos días, el país se unió al mundo para conmemorar el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Sin embargo, mientras las cintas naranjas se guardan y los discursos se apagan, una verdad incómoda permanece intacta: la violencia contra las mujeres sigue mutando, avanzando y aprovechando cada nuevo espacio para ejercer control. Hoy, su territorio más fértil es el mundo digital. En redes sociales, aplicaciones y plataformas de mensajería, muchas mujeres viven acosadas, vigiladas y expuestas sin consentimiento. Allí, donde debería existir libertad, creatividad y diálogo, se levantan ahora escenarios de hostigamiento que buscan callar, intimidar y avergonzar. Es una violencia silenciosa, sí, pero devastadora. Y crece sin freno. Panamá cuenta con leyes que tipifican estos delitos y establecen penas concretas. Pero si las agresiones continúan multiplicándose, si las denuncias superan cifras históricas y si la impunidad persiste, debemos admitirlo con claridad: como sociedad no estamos logrando detener esta forma de violencia. El impacto no es solo emocional o tecnológico. Es una extensión de las mismas dinámicas opresoras que durante décadas han puesto en riesgo la vida de las mujeres. Los femicidios, las agresiones y las amenazas siguen marcando la realidad nacional y global. Las pantallas no han creado al agresor; únicamente le han dado nuevas herramientas. Mientras tanto, seguimos pidiendo a las mujeres que se protejan solas, que ajusten configuraciones, recopilen pruebas o se refugien en el silencio digital. Esa no es la respuesta. La responsabilidad es colectiva. Tras la conmemoración reciente, el mensaje debe ser más firme que nunca: la violencia digital es violencia real. Y si no la enfrentamos con la urgencia que merece, estaremos condenando a más mujeres a vivir —y a sufrir— en un entorno donde la agresión se esconde detrás de cada clic.