Cementerios se convierten en mercados improvisados durante el Día de los Difuntos

Una mujer prepara un pedido durante sus ventas en el cementerio. Ricardo González
  • 02/11/2025 15:10

Vendedores culpan a la situación económica y piden al Gobierno que cumpla su promesa de “poner chen chen en la calle”

Durante años, el Día de los Difuntos ha sido una jornada de recogimiento y recuerdo. En los cementerios del país era común ver a los vendedores de flores y coronas ofreciendo sus productos a las familias que acudían a honrar a sus seres queridos. Sin embargo, la realidad económica actual ha transformado esta tradición en una escena distinta.

Durante un recorrido por el cementerio municipal de Juan Díaz, se pudo observarse un ambiente más propio de una feria que de un campo santo. A las afueras del lugar, decenas de vendedores se aglomeraban ofreciendo todo tipo de productos: desde comida y bebidas, hasta accesorios y bisutería.

Entre los puestos se podían encontrar vendedores de sopas, hot dogs, sodas, jugos naturales, carne en palito, raspados, lentes de sol y hasta comerciantes peruanos que ofrecían prendas de fantasía.

El flujo de personas buscando venta de comida cerca de los cementerios se vuelve cada vez más común.

Según comentaron varios de ellos, la dura situación económica los ha obligado a buscar alternativas para sobrevivir, siguiendo a las multitudes dondequiera que se congreguen, sea en un desfile, una feria o incluso en un cementerio.

“Donde haya gente, ahí estamos. La cosa está dura y hay que buscarse el real como sea”, comentó una de las vendedoras, mientras servía un vaso de chicha a un visitante.

Muchos responsabilizaron al Gobierno por la falta de movimiento económico y recordaron al presidente José Raúl Mulino su promesa de “poner chen chen en la calle”, algo que, aseguran, todavía no se ha cumplido. Aun así, varios reconocieron que las ventas durante esta fecha no estuvieron del todo malas.

Pese a las dificultades, todos los vendedores coincidieron en algo: mantienen su fe en Dios y la esperanza de que la economía del país mejore pronto. “La gente ya no aguanta más, y si esto sigue así, la delincuencia va a aumentar”, advirtió uno de los comerciantes.

Lo que antes era una jornada de solemnidad y flores, hoy refleja el pulso de una economía que aprieta a muchos, transformando incluso los cementerios en improvisados mercados donde el rebusque es la única opción.