Tiene que haber voluntad de reformar o el diálogo se convierte en mareo’
- 12/05/2025 07:08
El politólogo y exdirector del Cieps considera que son necesarias reformas estructurales para lograr un sistema representativo que no solo escuche, sino que actúe siguiendo las necesidades de los distintos sectores de la población El doctor en Ciencias Políticas y exdirector del Centro Internacional de Estudios Políticos y Sociales (Cieps), Harry Brown, compartió con La Estrella de Panamá su perspectiva sobre los movimientos sociales de protesta y la necesidad de restructurar el modelo político en Panamá.
¿Cuál es su opinión sobre los movimientos de protesta que se están dando en el país y su efecto en el gobierno del presidente de la República, José Raúl Mulino?
Esto va más allá del impacto que puede tener sobre el presidente o el gobierno directamente. Cuando tomamos un poco de distancia, creo que podemos ver la secuela de protestas que estamos teniendo desde el 2022 que podríamos ubicar como el periodo pos-pandemia. Tuvimos en el 2022 unas movilizaciones muy importantes, no solamente por su extensión en el tiempo, también por su extensión geográfica en todo el país. Y también por el apoyo que tuvieron de la población. En el 2022, 75% de la población estaba de acuerdo con esas protestas. Y solamente unos meses después, en el 2023, tuvimos unas protestas todavía más grandes. Hay situaciones coyunturales, que aparentemente las desatan, pero el fondo es el mismo.
En el 2024 no hubo movilizaciones, porque teníamos elecciones Y ese era como el momento principal, es el momento principal en el que la sociedad procesa sus conflictos y se renuevan las esperanzas. Pero de alguna manera, todos sabíamos que era una pausa temporal, como un niño dice “témbol, tembol”.
Y llegamos al 2025, en el que hay asuntos específicos, muy importantes, como la seguridad social y la relación con los Estados Unidos que han sacado a la gente a la calle.
La gente también piensa que la situación económica futura no va a ser buena. No solamente no hay empleo, sino que los empleos están mal pagados y además hay una informalidad creciente. En Panamá claro que hay chenchén en la calle pero no está llegando a la población y eso desespera.
Hay otro tema que es muy importante, que tiene que ver con las oportunidades que tiene la población para procesar sus demandas políticas. Hemos comprobado cómo el sistema de representación panameño es tremendamente excluyente. Por varias razones, por la cantidad de dinero que se necesita para ser un candidato exitoso y por nuestro diseño electoral que hace que los grupos minoritarios y nuevos tengan muchas dificultades para entrar a la competencia. Por lo tanto nosotros tenemos un segmento de la población muy importante que no logra entrar a las instituciones de representación.
Mientras no atendamos ese problema estructural que nos viene dando cachetadas todos los años desde el 2022 vamos a seguir teniendo gente en la calle. No es un asunto de izquierdas y derechas. Las dirigencias están ideologizadas, pero la población no. Le preguntamos a la población ¿usted sabe lo que es izquierda y derecha? Y 60% de ellos no saben y creo que tampoco les importa. Entonces de lo que se trata es de abrir los espacios de representación política. Esta sería la fórmula, representar para pacificar para luego lograr prosperidad.
Sin embargo, muchos manifestantes reclaman que aunque fueron consultados, sus propuestas cayeron en oídos sordos y no cambió nada.
El diálogo político está muy desprestigiado en Panamá. No estamos dialogando con quien realmente hay que dialogar, con los disidentes, con los incómodos. Hay que dialogar, pero hay que dialogar de otra manera. Tiene que haber voluntad de reformar. Porque si no el diálogo se convierte en la sensación de que se está mareando a la población. Aquí vamos a estar todos y queremos estar todos. El país lo tenemos que echar adelante todos.
¿Se está formando una bola de nieve imparable de descontento social?
Si me pides ver un poco hacia el futuro, seguramente me voy a equivocar. Pero especulemos un poco. Las demandas, las insatisfacciones, los resentimientos se van acumulando. Y como te dije, nadie se va a mover de aquí. Aquí vamos a seguir como los hermanitos que siempre pelean. Podemos esperar que la intensidad sea distinta, que incluso entren algunos actores nuevos. Pero creo que vamos a estar repitiendo situaciones como esta si no reformamos el sistema político y el sistema económico de manera importante.
La protesta es legítima y no se va a acabar. Yo soy un investigador, esto necesita talento político. Yo creo que se necesita un buen diagnóstico. Creo que podemos salir adelante, este es un país con enorme potencial y los panameños históricamente hemos sido pacíficos. Soy optimista y creo que con nuestras propias capacidades y experiencias podemos salir adelante.
Mulino ganó la presidencia con poco más del 30% de los votos. ¿Qué opina de su capacidad para gobernar?
El reto que tiene el presidente Mulino no tiene que ver con su porcentaje sino con no tener una mayoría propia en la Asamblea Nacional. Hay una parte de la población, sobre todo de capas medias, que apuesta a la renovación a través de actores de libre postulación o de sensibilidad independiente. Pero hay otra parte de la población, quizás de ingresos un poco más bajos, también un poco rural, en situación de pauperización. Y allí el recuerdo que le queda a la población es la situación económica que teníamos en el periodo de Ricardo Martinelli. No hay que banalizar la expectativa del chenchén. La gente recuerda del expresidente Martinelli que había chenchén en la calle y la situación ha estado mala, sobre todo después de la pandemia. El gran reto que tiene el presidente Mulino es precisamente el de “resolver”. No es un asunto mágico. El problema del chenchén está relacionado con la sensación de que hay plata en la calle, pero que yo lo estoy pasando mal.
¿Cómo evalúa el rol de la Asamblea en el proceso de reformas a la CSS?
Yo creo que la Asamblea Nacional hizo lo mejor que podía con el tipo de Asamblea que tenemos. Todos fuimos testigos de cómo diputados y diputadas hicieron todo lo posible para tratar de sacar un proyecto balanceado, realista, que respondiera a las demandas y a los temores de la población. Pero creo que el problema es estructural. Los actores que tienen una visión distinta del país no estaban en la discusión.
No solamente los grupos organizados, sino la población en general tiene razones para protestar. Tenemos una juventud movilizada, muy consciente, muy sensible. La asamblea es un reflejo de eso. Pero también están en las calles, muy preocupados por la soberanía del país, por el Canal de Panamá. Y cuando salen a protestar lo hacen de manera pacífica, con bandera en mano. Escuchemos a esos chicos y esas chicas, son nuestra mejor gente.
¿Qué opina sobre el descontento de la población con los acuerdos firmados con Estados Unidos?
Yo creo que la población sobre todo tiene la sensación de que hay una amenaza y las amenazas pueden ser reales, pueden ser ficticias, pero uno actúa preventivamente. La dirigencia panameña económica, política, social, gubernamental tiene la posibilidad de tener un país que lo respalda, si se le entiende y se le explica respetuosamente qué es lo que está pasando. Hay que comprender la sensibilidad que tiene la población panameña con esos temas.
Los panameños no somos enemigos de los Estados Unidos. En absoluto. La ciudadanía panameña ha visto desde hace décadas a los Estados Unidos como un horizonte ejemplar por su cultura, por sus capacidades económicas, científicas, académicas. Si hay preocupaciones ahora, hay un terreno un terreno sobre el cual se puede trabajar. La gente sabe que Estados Unidos es un país muy importante para Panamá.
Harry BrownDoctor en Ciencias PolíticasNo es un asunto de izquierdas o derechas. Se trata de abrir espacios de representación. Esa sería la fórmula, representar para pacificar, para lograr prosperidad.”
El doctor en Ciencias Políticas y exdirector del Centro Internacional de Estudios Políticos y Sociales (Cieps), Harry Brown, compartió con La Estrella de Panamá su perspectiva sobre los movimientos sociales de protesta y la necesidad de restructurar el modelo político en Panamá.
¿Cuál es su opinión sobre los movimientos de protesta que se están dando en el país y su efecto en el gobierno del presidente de la República, José Raúl Mulino?
Esto va más allá del impacto que puede tener sobre el presidente o el gobierno directamente. Cuando tomamos un poco de distancia, creo que podemos ver la secuela de protestas que estamos teniendo desde el 2022 que podríamos ubicar como el periodo pos-pandemia. Tuvimos en el 2022 unas movilizaciones muy importantes, no solamente por su extensión en el tiempo, también por su extensión geográfica en todo el país. Y también por el apoyo que tuvieron de la población. En el 2022, 75% de la población estaba de acuerdo con esas protestas. Y solamente unos meses después, en el 2023, tuvimos unas protestas todavía más grandes. Hay situaciones coyunturales, que aparentemente las desatan, pero el fondo es el mismo.
En el 2024 no hubo movilizaciones, porque teníamos elecciones Y ese era como el momento principal, es el momento principal en el que la sociedad procesa sus conflictos y se renuevan las esperanzas. Pero de alguna manera, todos sabíamos que era una pausa temporal, como un niño dice “témbol, tembol”.
Y llegamos al 2025, en el que hay asuntos específicos, muy importantes, como la seguridad social y la relación con los Estados Unidos que han sacado a la gente a la calle.
La gente también piensa que la situación económica futura no va a ser buena. No solamente no hay empleo, sino que los empleos están mal pagados y además hay una informalidad creciente. En Panamá claro que hay chenchén en la calle pero no está llegando a la población y eso desespera.
Hay otro tema que es muy importante, que tiene que ver con las oportunidades que tiene la población para procesar sus demandas políticas. Hemos comprobado cómo el sistema de representación panameño es tremendamente excluyente. Por varias razones, por la cantidad de dinero que se necesita para ser un candidato exitoso y por nuestro diseño electoral que hace que los grupos minoritarios y nuevos tengan muchas dificultades para entrar a la competencia. Por lo tanto nosotros tenemos un segmento de la población muy importante que no logra entrar a las instituciones de representación.
Mientras no atendamos ese problema estructural que nos viene dando cachetadas todos los años desde el 2022 vamos a seguir teniendo gente en la calle. No es un asunto de izquierdas y derechas. Las dirigencias están ideologizadas, pero la población no. Le preguntamos a la población ¿usted sabe lo que es izquierda y derecha? Y 60% de ellos no saben y creo que tampoco les importa. Entonces de lo que se trata es de abrir los espacios de representación política. Esta sería la fórmula, representar para pacificar para luego lograr prosperidad.
Sin embargo, muchos manifestantes reclaman que aunque fueron consultados, sus propuestas cayeron en oídos sordos y no cambió nada.
El diálogo político está muy desprestigiado en Panamá. No estamos dialogando con quien realmente hay que dialogar, con los disidentes, con los incómodos. Hay que dialogar, pero hay que dialogar de otra manera. Tiene que haber voluntad de reformar. Porque si no el diálogo se convierte en la sensación de que se está mareando a la población. Aquí vamos a estar todos y queremos estar todos. El país lo tenemos que echar adelante todos.
¿Se está formando una bola de nieve imparable de descontento social?
Si me pides ver un poco hacia el futuro, seguramente me voy a equivocar. Pero especulemos un poco. Las demandas, las insatisfacciones, los resentimientos se van acumulando. Y como te dije, nadie se va a mover de aquí. Aquí vamos a seguir como los hermanitos que siempre pelean. Podemos esperar que la intensidad sea distinta, que incluso entren algunos actores nuevos. Pero creo que vamos a estar repitiendo situaciones como esta si no reformamos el sistema político y el sistema económico de manera importante.
La protesta es legítima y no se va a acabar. Yo soy un investigador, esto necesita talento político. Yo creo que se necesita un buen diagnóstico. Creo que podemos salir adelante, este es un país con enorme potencial y los panameños históricamente hemos sido pacíficos. Soy optimista y creo que con nuestras propias capacidades y experiencias podemos salir adelante.
Mulino ganó la presidencia con poco más del 30% de los votos. ¿Qué opina de su capacidad para gobernar?
El reto que tiene el presidente Mulino no tiene que ver con su porcentaje sino con no tener una mayoría propia en la Asamblea Nacional. Hay una parte de la población, sobre todo de capas medias, que apuesta a la renovación a través de actores de libre postulación o de sensibilidad independiente. Pero hay otra parte de la población, quizás de ingresos un poco más bajos, también un poco rural, en situación de pauperización. Y allí el recuerdo que le queda a la población es la situación económica que teníamos en el periodo de Ricardo Martinelli. No hay que banalizar la expectativa del chenchén. La gente recuerda del expresidente Martinelli que había chenchén en la calle y la situación ha estado mala, sobre todo después de la pandemia. El gran reto que tiene el presidente Mulino es precisamente el de “resolver”. No es un asunto mágico. El problema del chenchén está relacionado con la sensación de que hay plata en la calle, pero que yo lo estoy pasando mal.
¿Cómo evalúa el rol de la Asamblea en el proceso de reformas a la CSS?
Yo creo que la Asamblea Nacional hizo lo mejor que podía con el tipo de Asamblea que tenemos. Todos fuimos testigos de cómo diputados y diputadas hicieron todo lo posible para tratar de sacar un proyecto balanceado, realista, que respondiera a las demandas y a los temores de la población. Pero creo que el problema es estructural. Los actores que tienen una visión distinta del país no estaban en la discusión.
No solamente los grupos organizados, sino la población en general tiene razones para protestar. Tenemos una juventud movilizada, muy consciente, muy sensible. La asamblea es un reflejo de eso. Pero también están en las calles, muy preocupados por la soberanía del país, por el Canal de Panamá. Y cuando salen a protestar lo hacen de manera pacífica, con bandera en mano. Escuchemos a esos chicos y esas chicas, son nuestra mejor gente.
¿Qué opina sobre el descontento de la población con los acuerdos firmados con Estados Unidos?
Yo creo que la población sobre todo tiene la sensación de que hay una amenaza y las amenazas pueden ser reales, pueden ser ficticias, pero uno actúa preventivamente. La dirigencia panameña económica, política, social, gubernamental tiene la posibilidad de tener un país que lo respalda, si se le entiende y se le explica respetuosamente qué es lo que está pasando. Hay que comprender la sensibilidad que tiene la población panameña con esos temas.
Los panameños no somos enemigos de los Estados Unidos. En absoluto. La ciudadanía panameña ha visto desde hace décadas a los Estados Unidos como un horizonte ejemplar por su cultura, por sus capacidades económicas, científicas, académicas. Si hay preocupaciones ahora, hay un terreno un terreno sobre el cual se puede trabajar. La gente sabe que Estados Unidos es un país muy importante para Panamá.