Coronel, Eduardo Herrera: ‘Nunca hubo intención de derrocar a Endara y a Torrijos lo mataron’
- 16/12/2025 06:56
En una exclusiva e inédita entrevista, el coronel revela los entresijos de la marcha del 4 de diciembre de 1990, que empezó en el cuartel Central de Ancón, señalando que su propósito no era derrocar al presidente Guillermo Endara, sino manifestar el descontento de la Policía Nacional por el abandono institucional. A lo largo de esta conversación de cinco horas, Herrera comparte su perspectiva sobre la inestabilidad política que sacudió a Panamá, el papel ambiguo de Noriega en el tráfico de armas, y los efectos del legado de Omar Torrijos
Todos recordarán aquella marcha que partió del cuartel Central de Ancón, con destino a la Presidencia de la República. El calendario marcaba el 4 de diciembre de 1990. Habían pasado apenas once meses de la invasión a Panamá. La situación era precaria, confusa y la Policía Nacional estaba bajo el mando del coronel, Eduardo Herrera Hassán. Hace poco tuvimos una conversación de cinco horas y le pregunté sobre las intenciones de aquel movimiento.
De forma tajante declaró que jamás se le pasó por la mente darle un golpe al presidente, Guillermo Endara Galimany. La intención -dijo- era alertar al gobierno sobre la inconformidad de los uniformados por el abandono al que se sometió al estamento principal de la seguridad panameña.
Te cuento -expresó- que cuando asumí la dirección de la Policía existía un ambiente de rencor y venganza de algunos compañeros que fueron maltratados después del primer y segundo intento de golpe contra Noriega. “Había un resentimiento a otro nivel y eso minó la capacidad de los policías al momento de cumplir con su labor”, manifestó Herrera.
Esta fue la segunda vez, en menos de un año, que intervino el ejército de Estados Unidos. Le dije al coronel que como secretario de prensa de la Presidencia estuve en las reuniones que se dieron en el búnker del palacio de Las Garzas. El recién nombrado director del Servicio Aéreo Nacional, Santiago Fundora, era partidario de artillar los helicópteros y atacar a los policías alzados.
Endara no quería más derramamiento de sangre y fue el primer vicepresidente y ministro de Gobierno y Justicia, Ricardo Arias Calderón, el que sugirió pedir apoyo al Comando Sur. Fue así como se frenó a los alzados. Para esos días los sindicatos de la Autoridad Portuaria, del Instituto Nacional de Telecomunicaciones y del Instituto de Recursos Hidráulicos y Electrificación movieron la maquinaria hasta el palacio Legislativo.
Eso recordó la misma estrategia de cuando intentaron darle el primer golpe a Noriega, el 16 de marzo de 1988. Esas casualidades hicieron pensar que lo del coronel, Eduardo Herrera era para derrocar a Endara. Este militar asegura que no tuvo nada que ver con las intenciones de los sindicalistas y que la razón de la marcha era mejorar las condiciones de la policía.
¿Qué pasó con el primer director, Roberto Armijo?, pregunté. “A pocos días del nombramiento de Armijo llegaron al cuartel de la policía un militar gringo y el vicepresidente de la república, Ricardo Arias Caderón. Eran como las tres de la madrugada. En ese momento, como subdirector de la policía, me encontraba en un hotel de Clayton. Preguntaron por Armijo y me pidieron que lo localizara para que luego se trasladara al cuartel.
Se le había encontrado, a Armijo, una cuenta bancaria que superaba el millón de dólares. Ellos me preguntaron si había alguna justificación para la tenencia de ese dinero y les respondí que con el salario de un coronel no daba para tanto, a menos que fuera una herencia o se hubiera ganado la lotería.
Una vez llegó Armijo, Ricardo Arias Calderón, le pidió justificara esa cuenta bancaria por arriba del millón de dólares. En ese instante hubo un comportamiento dubitativo lo que fue interpretado por el vicepresidente como un acto negativo de una persona que dirigía al instituto armado”, expresó Herrera.
Frente a la explicación deficiente el vicepresidente le ordenó a, Eduardo Herrera, que apresara al coronel, Roberto Armijo. “En ese momento le indiqué a Armijo que se fuera a una oficina, a la espera de que los visitantes abandonaran el cuartel. Una vez a solas le dije que se retirara para su casa y no se moviera, mientras se aclaraban los hechos. A los pocos días el coronel Armijo presenta la renuncia”, señala Herrera.
Fue el abogado, Guillermo Cochez quien aseguró que el gobierno decidió congelar esa cuenta mientras se investigaba el origen, la cual, al parecer, guardaba relación con la venta del barco, Pía Vesta.
Hagamos una cronología sobre acontecimientos importantes los cuales guardan relación con el famoso proceso revolucionario. Comencemos por el golpe del 11 de octubre de 1968.
Cuando nos centramos en el golpe del 11 de octubre de 1968, Herrera reconoce que fue Boris Martínez el iniciador, pero Jimmy Lakas sacó del mutismo a Torrijos y lo obligó a que desistiera de irse como agregado militar a El Salvador, tal como lo ordenó el presidente, Arnulfo Arias Madrid. “René, comenzamos a meter preso a los arnulfistas y un dato muy curioso fue que me mandaron a buscar al abogado, Juan Materno Vázquez. Cuando llegamos a su casa, el hombre estaba hecho un mar de nervios.
Decía que él no había hecho nada malo, que por favor lo dejáramos quieto. Lo montamos en una patrulla. Lo llevamos a un paraje solitario cerca del puente del río Chagres. Allí lo bajamos. En ese momento, Juan Materno Vásquez, pensaba que lo íbamos a matar. A distancia, un carro encendió las luces. Allí estaba el teniente, Fernando Quesada, quien se llevó a Materno Vásquez.
Me cuentan que el hombre no paraba de hablar hasta que el vehículo llegó a la comandancia. Allí lo bajaron y lo condujeron hasta la oficina donde estaba Torrijos... El saludo efusivo del comandante y el abrazo de hermano que le dio, terminaron con la angustia. “¡Ven, amigo, te estaba esperando, en estos momentos necesitamos de tu asesoría legal!”, le dijo Torrijos.
La posición dura y hostil de, Boris Martínez, convencieron a sus colegas militares de que tenían que sacarlo de la Guardia Nacional. La mejor manera fue apresarlo, llevarlo a un avión y mandarlo al exilio en Estados Unidos. Así fue como Torrijos se afianzó en el poder e inició el fortalecimiento del proceso revolucionario.
Y, como hoy se recuerda el Día de la Lealtad, Herrera expresa que la posición de Noriega, aquel 16 de diciembre de 1969, fue dubitativa. “En la madrugada de esa fecha recibimos comunicación por radio para que la compañía Urracá, al mando de este servidor, bajáramos hacia David. En esos momentos el pelotón estaba conformado por 300 soldados y teníamos la misión de combatir a la guerrilla que luchaba en defensa del presidente depuesto, Arnulfo Arias Madrid”, señala, el coronel Herrera.
Ya el teniente Quesada había escuchado una transmisión radial donde anunciaban un posible golpe en contra del general, Omar Torrijos. Este se encontraba en México participando en un clásico de carreras de caballos. Herrera insiste en el comportamiento dudoso de Noriega. Lo califica como un hombre calculador, enigmático y estratega. Con la presencia del pelotón, Noriega esperaba el desenlace. Supongo, declara Herrera, que, si Torrijos no regresaba, Noriega se ponía a la orden de los golpistas y si el general retornaba, se ponía a las órdenes del comandante Torrijos.
Y Torrijos regresó y Noriega se puso a su lado, vendiéndose como el hombre de la lealtad. Con Torrijos, en el cuartel de David, provincia de Chiriquí, comenzaron a planear la estrategia para convencer a las demás zonas militares. La intención era que abandonaran el apoyo a los golpistas y volvieran a las filas de Torrijos.
Con los 300 soldados de la compañía Urracá Torrijos ordena que se fueran a las demás zonas militares, con megáfono en mano, a pedir a los alzados que se rindieran. Herrera afirma que esa orden no la cumplió debido a que la situación no era para megáfonos sino para actuar con fuerza y vigor. Intentaron convencer a la gente de Colón, pero fue difícil al principio.
Es, Rubén Darío Paredes, quien lo logra gracias al trabajo que había hecho en esa provincia. El pelotón inició su viaje hacia las provincias centrales. Al mando iba el coronel, Rodrigo García. A pesar de que, Eduardo Herrera, era capitán, el coronel García le ordenó que se hiciera cargo de toda la operación militar.
Cuando llegaron a Divisa, el teniente, Moisés del Río, se puso reacio a entregar las armas. Herrera le dijo que el poder real estaba en David, con Torrijos al mando. “Mira Del Río, aquí está el coronel, Rodrigo García... obedece”, le dice Herrera. De la boca de, Moisés del Río, salieron unas palabras obscenas contra el coronel García.
En ese momento del Río dudaba de la presencia del alto militar. Y frente al irrespeto y a las palabras hirientes, el coronel García asoma la cabeza del camión donde venía y ordena que maten a Del Río. El capitán Herrera intervino y evitó un enfrentamiento que terminaría en luto y dolor. La operación fue un éxito y todos los que apoyaban el golpe contra Torrijos desistieron de tal acción.
En la entrevista con, Eduardo Herrera, se comprobó lo expresado por el expresidente, Ricardo De La Espriella, sobre la participación de Noriega en el tráfico de armas. El tema del barco, Pía Vesta, pudiera guardar relación con las andanzas del general Noriega. Esa nave iba cargada con material suficiente para armar a un ejército. Este asunto tiene ribetes turbios.
En aquella época se comentó mucho que esas armas iban para Perú, otros decían que se las venderían a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia y también los que afirmaron que tenían que ver con la operación, Irán-Contras.
Todos recordarán que hubo un acuerdo verbal entre la Casa Blanca y Noriega para enviar la droga de, Pablo Escobar Gaviria, a territorio norteamericano. El dinero que generaría la operación sería utilizado para comprar armas en Irán y dárselas a la Contra nicaragüense para que derrocara al gobierno de los sandinistas.
En este tema hay mucha especulación, pero el propio general, Omar Torrijos, confirmó que Noriega estaba metido en el tráfico de armas, desde hacía tiempo y era el que proveía a la guerrilla colombiana. Es más, según De La Espriella y confirmado por el coronel, Eduardo Herrera, Torrijos mandaría a Noriega para la Junta Interamericana de Defensa, para alejarlo de su entorno.
El general Torrijos, de manera irritada, le dijo al empresario chiricano, Rory González, que Noriega ponía en peligro su seguridad y la de su familia. Frente a la decisión de enviar a Noriega a Estados Unidos fue, Rory González, quien lo convenció para que desistiera de la idea.
Eduardo Herrera sostiene, al igual que De La Espriella, que el General no tenía apego por el dinero, pero su gente le encontraba salidas y formas para que pudiera ayudar. ¿Alguna vez oíste hablar de El Tarro?, preguntó Herrera. Le dije que no. Esa era una palabra simbólica para demostrar una especie de alcancía que la nutrían de las comisiones de los préstamos bancarios.
En aquellos tiempos, argumenta Herrera, al agente o al funcionario que gestionaba préstamos para Panamá, la entidad bancaria lo compensaba con una comisión, ese dinero iba para El Tarro y de allí sacaba Torrijos lo que necesitaba para ayudar a la gente de tierra adentro. Comenta Herrera que una vez, cuando era jefe militar de la zona de Chiriquí, recibió un télex donde le anunciaban de un préstamo aprobado para Panamá. Pensó que se trataba de una equivocación, pero al día siguiente le reiteraron lo del préstamo que superaba los mil millones de dólares.
Y frente a su no reacción y silencio, recibe una llamada del agente bancario. Dice, Eduardo Herrera, que ese financista pensaba que él era familiar del general Torrijos y que sería un contacto certero y eficaz para cerrar la operación.
El militar aclaró que no era familiar y tampoco la persona que podía darle seguimiento a la transacción bancaria. En ese momento hizo del conocimiento a las autoridades superiores y de allí no supo más nada. En ese imaginario, como periodista, me pregunto ¿Cuántos millones llegaron a El Tarro? ¿Cuál fue el destino y quiénes los grandes beneficiarios?
Herrera indica que Torrijos odiaba a los cobardes y a los deshonestos. En algunas ocasiones al Viejo se le antojaba ir a un pueblo determinado a pesar de las condiciones del tiempo. Torrijos daba órdenes a los pilotos, a pesar del mal clima, pero estos se negaban debido al riesgo. Frente a ello, el general le decía a Herrera, “¡quiero que los mandes a Coiba, para que aprendan!” Al rato entraba en razón para caer en cuenta de que los pilotos estaban protegiendo su vida.
“Una forma de Torrijos de reaccionar frente a un acto impropio de su gente cercana era a través de la indiferencia. Le quitaba el habla al militar o funcionario, pero antes le daba una reprimenda de Padre y Señor mío. ¡Fueron muchos los que sintieron esta forma de actuar del general!, indica Herrera.
Otro detalle que aclara el coronel Herrera es sobre la donación que hizo el Sha de Irán como agradecimiento. Expresa que fueron cinco millones los cuales se depositaron a plazo fijo en el Banco Nacional de Panamá.
Torrijos sacaba los intereses de ese depósito para gratificar a los oficiales que se jubilaban con poco. Manifiesta Herrera que cuando Torrijos murió los miembros del Estado Mayor, de la Guardia Nacional, decidieron darle otro destino a ese dinero. Retiraron el plazo fijo y se lo repartieron entre ellos. Según Herrera, a cada miembro del Estado Mayor le tocaron, por lo menos, quinientos mil dólares.
Otro detalle que cuenta el coronel, Eduardo Herrera, es sobre el accidente de aviación donde murió, Omar Torrijos. “No tengo dudas de que lo mataron. Dos meses antes de su muerte, Torrijos ya lo presentía”, expresa. Este coronel maneja mucha información sensible debido a su labor como escolta de Torrijos por más de 6 años. Eso le permitió conocer al Viejo, como le decían de cariño al General.
“Mira René, entre abril, mayo y junio de 1981, Torrijos comenzó a poner muchas cosas en orden y a mirar más por la gente de su entorno. Por ejemplo, a un ciudadano de apellido Pittí, quien era su valet, le compró una finquita y un auto, así como hizo con otras personas cercanas a su círculo. Sabía que su fin estaba cerca y quería apoyar a la gente que le sirvió con lealtad.
El anuncio de Torrijos, de replegar a sus muchachos a los cuarteles y permitir que los civiles volvieran al poder, dejó un sabor amargo entre algunos de los altos oficiales del Estado Mayor que tenían sed de poder, agrega. Allí, Herrera coincide con De La Espriella. ¿Qué fue lo que pasó con ese accidente de aviación... fue un caso fortuito o provocado? Las dudas quedan en el aire... como ese avión que se estrelló en el cerro Marta aquel 31 de julio de 1981. Ambos piensan que a Torrijos lo mataron. Como prueba contundente, Herrera afirmó que el piloto Adames, con mucha experiencia, en su parte de vuelo dice... ¡Coclesito a la vista! Es decir, estaban listos para aterrizar.
¿Hubo alguna intención de Torrijos de ser candidato presidencial y enfrentarse en las urnas con Arnulfo Arias? El coronel declara que todo el mundo aspiraba a un enfrentamiento electoral entre esos dos titanes. “Esa posibilidad existía, pero la muerte de Torrijos impidió que los panameños eligieran, por los votos, a quien sería el primer presidente de la república, después del golpe militar del 11 de octubre de 1968.
El expresidente, Ricardo De La Espriella dice que no veía esa posibilidad y de darse no dudaba del triunfo de Torrijos. “Ahora, si hubiese esa oportunidad no me cabe duda alguna que el trabajo tedioso de reuniones largas y el protocolo y ceremonial estaría a cargo de los vicepresidentes”, según, De La Espriella. Parece que Torrijos estaba más por ese contacto con los campesinos, con la gente de las comarcas y detestaba el ambiente sobrio. Lo más cercano que hubo fue en 1999 cuando la viuda del líder arnulfista se enfrentó al hijo del general. Esas elecciones las ganó, Mireya Moscoso.
Cuando hablamos de Noriega, Eduardo Herrera, lo califica de sagaz, misterioso. Tiene sus dudas sobre la participación de este militar en la detención, tortura y decapitación de Spadafora. Para Herrera, Noriega fue un ambicioso que enlodó el trabajo del general, Omar Torrijos Herrera.
A pregunta de por qué Noriega le quitó el apoyo al general, Rubén Darío Paredes, cuando dejó la jefatura de la Guardia Nacional, Herrera contó una anécdota donde se puede comprender la razón inicial de esa decisión. Habló sobre el caso del mayor, Juan Cambra, quien se apareció un día después de la salida de Paredes con dos estrellas. Para conocimiento de quienes leen esta narrativa, una estrella era para el rango de mayor y dos, para el de teniente coronel.
Cuando Herrera, que para el 13 de agosto de 1983 era mayor, vio las dos estrellas en el uniforme de Cambra, de una vez se puso en posición de firme y le dio un saludo para quien, desde ese momento, era un superior. Le preguntó a Cambra que cuándo se dio el ascenso. La interrogación la hizo con asombro... y es que por las manos de Herrera pasaban los ascensos y el orden del día, como secretario de la comandancia. Cambra le dijo que antes de salir, Paredes le ordenó que se pusiera las dos estrellas.
Paredes dejó la comandancia el 12 de agosto de 1983 y ya al día siguiente Cambra lucía con orgullo las dos estrellas. Cuando Noriega se dio cuenta no pudo disimular el enojo. No concebía ese comportamiento de Paredes, quien ya sin poder, le dio esa orden a Cambra. Como reacción, lo mandó de jefe a la zona militar de Bocas del Toro y le ordenó al mayor, Eduardo Herrera, que remitiera un mensaje a todas las zonas para que, desde ese momento, se le prohibiera la entrada a Paredes a cualquier recinto militar.
¿Es verdad que siendo usted embajador de Panamá en Israel los norteamericanos le propusieron formar parte de un comando, junto a israelíes, para sacar a Noriega del ejército? Herrera confirma que fue así. Ya había planes para acabar con Noriega debido al papel denigrante que desempeñaba. En los últimos meses de su mandato, Noriega, estaba más bajo los efectos del alcohol que cuerdo. Herrera viajó a Estados Unidos para coordinar el plan.
Sería un comando compuesto por israelíes y algunas unidades panameñas. La presencia de Herrera, en la capital norteamericana, fue informada por un agente de Noriega y a partir de ese momento, Noriega comienza a desconfiar de él. El entrevistado afirmó, con mucha fuerza, que hay algunos ciudadanos que se dan golpes de pecho hablando sobre estos episodios históricos, pero la mayoría desconoce la intimidad de los acontecimientos y en algunas ocasiones mienten o interpretan mal los episodios patrióticos que vivió Panamá.
Al coronel, Eduardo Herrera, siempre, sus compañeros oficiales lo veían con recelo. En una ocasión una periodista internacional le preguntó a Torrijos sobre quién podía ser su relevo y el general dijo que existe una camada de oficiales extraordinarios que se están formando y señaló a su jefe de escolta, Eduardo Herrera, quien para esa época era mayor jefe de la escolta de Torrijos.
También conocí una carta donde el general lo nombraba responsable de la seguridad personal de él y la de su familia. Allí leí los grandes planes que tenía Torrijos para con, Eduardo Herrera. Además, en dos ocasiones Torrijos lo mandó a cursos que eran para oficiales de mucho más alto rango que el que ostentaba, Eduardo Herrera.
Todos se quedaron sorprendidos cuando Torrijos lo envía a un curso en Estados Unidos que solo era para coroneles y generales y en ese momento, Eduardo Herrera, había sido ascendido a Mayor. Esos tratos especiales motivaron mucha envidia en varios oficiales. Si Herrera no hubiese acudido a ese curso en Estados Unidos tal vez moriría en el accidente aéreo que le costó la vida al general, Omar Torrijos Herrera.
Sobre este tema, el coronel insiste en que no fue un accidente. En su casa de Curundú, nos despedimos con un apretón de manos. Allí reposan muchos cuadros que recuerdan la vida de este octogenario militar. Con orgullo me mostró el zambrón y la cantimplora que portaba el general Torrijos a la hora de su muerte.