Política

Se inicia una nueva coyuntura política

  • 21/07/2025 00:00

El fin de la huelga de los gremios docentes abre una nueva coyuntura política definida por la captura de la Junta Directiva de la Asamblea por un bloque autodefinido como de oposición, a la que hay que sumar el importante balance del primer año de gobierno del presidente José Raúl Mulino, difundido y asumido como propio por el expresidente Ricardo Martinelli Berrocal. Con ello se inaugura una nueva coyuntura política para nada ausente de interrogantes sobre sus importantes consecuencias políticas

En efecto, la huelga de 81 días de los docentes, la segunda más larga de ese sector, ha terminado con la firma de la “Declaración de principios por la educación y por el retorno inmediato e ininterrumpido de clases”. Aunque este acuerdo pone punto final a la huelga, esa no es razón para que no haya significativos desacuerdos respecto a su aplicación. Los gremios docentes tienen quejas respecto a la protección de los derechos de los participantes en la huelga, especialmente respecto a la validez de las notificaciones sobre la separación del cargo y respecto a la posible imposición de represalias ilegales o desproporcionadas. En cuanto al impago de los salarios durante el tiempo de la huelga, eso será materia a resolver por la Corte Suprema de Justicia.

La finalización de la huelga mediante la firma de la “Declaración de Principios” ha profundizado desacuerdos prexistentes entre algunos de los 23 gremios del sector, y obligado a una reevaluación de las decisiones tomadas, así como a la manera de continuar la lucha contra la ley 462 por la vía de la Asamblea de Diputados. No cabe la menor duda de que esta huelga marcara un punto de inflexión de gran importancia para las direcciones de los gremios docentes, sin ignorar el impacto que ha tenido para los sindicatos obreros que la apoyaron, incluyendo al sindicato de los trabajadores de las bananeras (Sitraibana).

La nueva junta directiva de la Asamblea

La finalización de la huelga contra la ley 462, que cierra una coyuntura social y política de gran relevancia, coincide con la apertura de un nuevo tiempo político que resulta de la captura de la Junta Directiva de la Asamblea de Diputados por un bloque autodefinido como de oposición, formado por Vamos, los diputados panameñistas, los de Seguimos (Moca y un sumado de Vamos), los del Partido Popular y varios de Cambio Democrático. Por un escuálido margen de 3 votos, esta alianza se impuso a la que parecía la candidata oficialista invencible, la diputada Shirley Castañeda, puesto que ella contaba con el firme apoyo de los partidos PRD y RM y los de la bancada Mixta, alianza que tenía, además y fundamentalmente, el total apoyo de Ricardo Martinelli.

Encajada la sorpresa de la derrota por la alianza oficialista, le corresponde ahora a la nueva Junta Directiva, presidida por el diputado panameñista Jorge Herrera, impulsar los acuerdos alcanzados fundamentalmente con la Coalición Vamos para la presidencia de un número plural de Comisiones, compromiso adquirido a cambio de renunciar a formar parte de la nueva Junta Directiva, pese a ser la bancada mayoritaria en la conformación de la alianza.

Ya instalada la nueva Junta Directiva, y convocados los jefes de las bancadas para consensuar la conformación de las Comisiones, tanto el PRD como RM han dificultado su constitución, en un intento para forzar que se les otorgue la presidencia de algunas Comisiones, entre ellas la muy importante de Credenciales, que tiene en su haber la función judicial respecto al presidente de la República y de los Magistrados de la Corte Suprema de Justicia. Tengamos en cuenta que, si no generasen consenso en la Junta Directiva Ampliada, se tendría que elegir por votación mayoritaria en el Pleno de la Asamblea a los integrantes de todas y cada una de las Comisiones.

¿Será eso lo que se pretende, confiando en que de esa manera la exigua mayoría de 3 votos puede ser alterada en favor del bloque oficialista, a través de los conocidos “matraqueos” habituales? Hay que tomar en cuenta que el bloque opositor, hoy adueñado limpiamente de la Junta Directiva de la Asamblea, es una frágil alianza carente de un programa de país, y la mayoría de sus integrantes están curtidos en los acuerdos de conveniencia y no de principios. Incluso la Coalición Vamos, que ya ha sufrido divisiones importantes en la votación de la ley 462, ahora ha perdido a dos de sus integrantes que se han incorporado a otras bancadas.

También hay que tener presente que, además de Comisiones trascendentales como las de Presupuesto y Credenciales, la mayoría no oficialista deberá aprobar o no proyectos de leyes tan importantes como la nueva ley de Carrera Administrativa, una ley general de salarios en el Estado, la derogación o reforma de la ley 462, la reforma del Reglamento Interno, las distintas leyes anticorrupción, tales como la de Extinción de Dominio y la reforma de la ley de Contratación Pública y la derogación o no del Ministerio de la Mujer, por solo mencionar algunas de las más importantes.

Debe quedar claro que la nueva correlación de fuerzas presente en la Asamblea abre una nueva coyuntura política cuyo desarrollo y consecuencias no podemos de momento visualizar con algún grado de certeza, máxime cuando su devenir discurrirá por una mar picada que presagia tormenta.

Declaraciones explosivas de Ricardo Martinelli

El pasado domingo 13 de julio los medios de comunicación y las redes dieron a conocer dos declaraciones simultaneas, que falsamente parecieran contradecirse, y que introducían elementos que alimentaban la conflictividad en la nueva coyuntura política abierta. La primera y más importante es la del expresidente Ricardo Martinelli, quien en un texto publicado en X hace un balance del primer año de gobierno del presidente Mulino. Es obvio que el texto no fue escrito por Martinelli, si bien al reenviarlo como suyo lo ha asumido. Es su pensamiento. Aunque se trata de un texto un tanto encriptado, una lectura minuciosa y reflexiva podría sacar las siguientes conclusiones que son los verdaderos mensajes de quien lo haya escrito: 1) el presidente Mulino navega un barco en aguas muy embravecidas, golpeadas por un severo estancamiento económico, un gran desempleo y una evidente caída de su popularidad en las encuestas. 2) Aun así, en el terreno político ha roto con todos, incluyendo a Martinelli, y por lo tanto está completamente solo. 3) Impidió que Camacho en la primera legislatura fuese el presidente de la Asamblea y ahora derrotó para el mismo cargo a Shirley Castañeda, simulando que perdía. 4) La reiteración sobre que además lo envió al exilio e intenta controlar su partido político, es evidente.

La forma narrativa del texto puede llevar a confusión y hacer pensar que es una alabanza al presidente Mulino. Un análisis más sereno puede concluir que se trata de una lista de agravios y por lo tanto cabe esperar una contraofensiva. Y esa batalla se dará fundamentalmente en la Asamblea y también fuera de ella. Y es eso lo que hace prever que la nueva coyuntura que se abre será compleja y puede llevar a la fractura del denominado bloque opositor, dándole mayorías momentáneas a la alianza de Martinelli con el PRD. No creo casualidad que el mismo domingo el diputado Camacho aseverara en una entrevista que Martinelli seguía teniendo importante influencia en la política nacional, pese a que en el encriptado texto asumido como propio por Martinelli este aparece como un actor político descabezado.

Es indiscutible que los partidos existentes no se mueven por principios ideológicos, sino que tienen como único objetivo político y electoral la lucha por el control del presupuesto del Estado. Esta situación está resquebrajando el sistema político que los sostiene, y por ello nos acercamos a un final de cuyo resultado solo podemos adelantar conjeturas.

Debe quedar claro que la nueva correlación de fuerzas presente en la Asamblea abre una nueva coyuntura política cuyo desarrollo y consecuencias no podemos de momento visualizar con algún grado de certeza, máxime cuando su devenir discurrirá por una mar picada que presagia tormenta.